Desde la Casa Rosada y el Congreso piensan maneras para recuperar el caudal de votos moderados. Es en parte por ese motivo que hacen gestos de negociación a los dialoguistas. Las tácticas se entrelazan con las necesidades de gestión
Después de meses de enfrentamientos, el Gobierno empezó, en las últimas semanas, a tender una serie de puentes con los sectores moderados de Juntos por el Cambio. Los lazos, vinculados a la gestión sanitaria, los acuerdos económicos y electorales, son parte de la estrategia del oficialismo de cara a las PASO y los dirigentes opositores dialoguistas los perciben con interés y desconfianza.
Las señales de acercamiento al “centro” ideológico, donde se posiciona el gobierno de la Ciudad, y donde se había colocado Alberto Fernández en la campaña de 2019, no son casuales. Recientes encuestas que analizan en la Casa Rosada muestran que disminuyó ostensiblemente la base de ciudadanos que votaron al Frente de Todos por la figura del ex jefe de Gabinete. El Gobierno buscará, a través de distintas formas, recuperar ese caudal. Apelará a templar los mensajes y alejarlos del duro discurso de la Vicepresidenta.
Los ejes de fractura entre oficialismo y oposición siguen vigentes. La reforma judicial, el impuesto a la riqueza, la ley de Biocombustibles y la coparticipación de la Ciudad son solo algunas de las batallas que se libran desde el año pasado en el Congreso y entre los Ejecutivos. Pero en paralelo, el oficialismo tiende lazos para buscar puntos de coincidencia. Según pudo saber Infobae, la estrategia del Presidente frente a las PASO será retomar el perfil moderado con el que llegó a la Casa Rosada.
Los asesores políticos de la Casa Rosada piensan tácticas para recuperar el caudal de apoyos perdidos, y propone acuerdos con la oposición entrelazados con necesidades de gestión. En las últimas semanas hubo varias aproximaciones del oficialismo a los dirigentes “blandos” de Juntos por el Cambio por la administración sanitaria en la pandemia, la fecha de las elecciones, el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, e incluso hubo un sugestivo mensaje con respecto a las postura frente a los derechos humanos.
En esa tesitura se ubicó Alberto Fernández esta semana al convocar a Rodríguez Larreta a través de uno de los hombres de su mayor confianza en el Gobierno, el secretario general de Presidencia, Julio Vitobello, a un encuentro privado en Olivos para discutir la suba de casos de coronavirus. Pero sobre todo, al aceptar las condiciones que le impuso el alcalde porteño. Larreta, con los cruces del año pasado con la Provincia aún presentes, insistió en que no participara el gobernador Axel Kicillof y que la reunión se celebrase el sábado en lugar del miércoles. Y el día de la bilateral, Alberto evidenció su interés en reunirse con el alcalde porteño al insistir en mantener vigente el encuentro, de forma virtual, a pesar de que había contraído coronavirus.
Los acercamientos no solo se propulsan desde los sectores moderados de la coalición de gobierno. El jefe del interbloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados y líder de La Cámpora, Máximo Kirchner, puso en marcha en las últimas semanas una serie de propuestas tanto en el Congreso como puertas afuera. La idea de proponer un acuerdo político a los principales dirigentes moderados de la oposición, María Eugenia Vidal y Rodríguez Larreta para encarar en conjunto con los líderes presidenciables la negociación con el FMI, surgió desde su despacho. El plan, enfocado en las negociaciones por los plazos de pago, se conoció hace cuatro días y en el oficialismo buscaban que continúe después de Semana Santa, pero podría postergarse por el aislamiento preventivo del diputado nacional.
El impulso a ese acuerdo económico se sumó a los diálogos con la oposición, encabezados por Máximo Kirchner y el presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, para postergar las PASO, una fuerte ambición del gobierno nacional.
El jefe de La Cámpora eleva su perfil en la coalición desde el año pasado. Decidido a presidir el PJ bonaerense, mantiene hace meses insistentes diálogos con los intendentes peronistas, a pesar de las resistencias de algunos jefes comunales que disputan el liderazgo justicialista en la Provincia. Mientras tanto, teje acuerdos con la oposición nacional en su hábitat institucional, junto a Massa, el principal alfil en el vínculo con la oposición junto a Alberto Fernández. El principal ladero de Máximo Kirchner en el Gobierno es el ministro del Interior, el camporista Eduardo Wado De Pedro.
Desde este ángulo también puede leerse la sintonía entre funcionarios del Frente de Todos en la Nación y la provincia de Buenos Aires, con referentes porteños. No es un secreto la buena relación que mantienen el vicejefe de gobierno porteño, Diego Santilli, uno de los principales referentes del PRO, y el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, quien responde a Cristina Kirchner. Ambos tienen marcados perfiles políticos, además de sus roles de gestión. Aunque desde la provincia como la ciudad atribuyen la relación exclusivamente a la necesidad de coordinación en las políticas frente al delito.
En medio de estas señales, el 24 de marzo Cristina Kirchner emitió un tuit con un inesperado elogio al jefe de gobierno, Rodríguez Larreta, que tomó por sorpresa tanto al oficialismo como a la oposición. “Más allá de las públicas diferencias políticas y económicas que tenemos, resulta reconfortante que uno de los dos principales dirigentes de la oposición comparta sensibilidades, vivencias y mirada similares sobre la tragedia de la dictadura cívico militar”, dijo la vicepresidenta. El mensaje fue recibido con sorpresa en el entorno del alcalde, donde aún recuerdan los cuestionamientos que llegaban desde el entorno de la vicepresidenta el año pasado y que desembocaron en la quita de un punto de la coparticipación de la Ciudad para otorgarla a la gobernación de la Provincia, que comanda el cristinista Axel Kicillof.
En diálogo con Infobae, varios funcionarios nacionales dijeron que el mensaje de la vicepresidenta fue una cuestión “personal” e “íntima”. En el Gobierno porteño coincidieron en que fue una reacción “natural”, pero no descartaron una lectura política. “Hubo una intención. Seguro no fue una acción casual, y no se puede desestimar una mirada política. Pero no queremos sobreinterpretar”, dijo una fuente de la sede de Uspallata.
En el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta hay distintas miradas sobre los acercamientos del oficialismo. Unos los perciben con pragmatismo y creen que pueden servir para llegar a un acuerdo para obtener más vacunas y negociar en la pelea por los fondos de la coparticipación federal que les quitó la Nación el año pasado. Otros son reticentes a tomar la mano que les tiende la Nación. Larreta escucha a unos y a otros. Con su habitual postura de perfil bajo y mesura, decidió asistir al encuentro con Alberto Fernández, pero impuso condiciones y pidió reconsiderar el criterio de distribución de dosis para inocular a la población porteña.
En un sector de la oposición moderada descreen de las intenciones del Gobierno y divisan la intención subterránea de dividir a la principal fuerza rival para debilitarla frente a las PASO. En la Casa Rosada niegan esa hipótesis y la consideran inviable.
Faltan cuatro meses para la elección, si no se posterga, y las tácticas electorales se muestran entrelazadas con las exigencias de la gestión, a la que este año se suman como factores determinantes la pandemia y un nuevo pacto con el FMI. El acercamiento entre el oficialismo y la oposición dependerá de los ánimos y el contexto, con un pasado reciente de fuertes enfrentamientos. Por ahora, los diálogos están en marcha.
(Fuente: Infobae)