El Gobierno estudia ajustar el impuesto a los pasajes aéreos al exterior, cuya alícuota es actualmente del 7 por ciento. Sería la segunda vez que aumenta este impuesto en la gestión Macri, que lo llevó del 5 al 7% desde enero de 2017. Sin embargo, ahora el alza sería bastante mayor, con dos objetivos: por un lado, encarecer los viajes al exterior y desincentivar el turismo de argentinos en el extranjero, que en el último año batió todos los récord de gasto de dólares. Por el otro, mejorar la recaudación en línea con la reducción del déficit comprometido con el FMI para el próximo año.
También está en análisis una medida todavía más potente: una tasa del 10-15% sobre los compras con tarjetas de crédito en el exterior, similar a la que existe en Brasil, pero con un alícuota mucho más baja (del 6,3%). La suba del impuesto a los pasajes al exterior sólo podría realizarse por ley, por lo cual la idea sería incorporarla en el proyecto de Presupuesto 2019. Pero el recargo sobre los gastos con tarjeta en el exterior podría instrumentarse de manera más inmediata, con alguna figura legal del régimen cambiario desde el Banco Central.
La aplicación de estas decisiones –de alto impacto sobre un sector de la clase media– dependerán de cómo evolucione el mercado cambiario en las próximas semanas. En los últimos dos días se notó de nuevo un gran desbalance: la demanda de dólares superó largamente a la oferta. Por eso, aún con la ampliación de la venta diaria de dólares (de U$S 100 millones a 150 millones) por parte del Tesoro con los recursos del primer desembolso del FMI, el tipo de cambio siguió escalando hasta $ 28,68.
También dependerán de cuánto ajuste la cuenta del turismo emisivo como consecuencia del salto del dólar de $ 20 a 28 pesos. De hecho, en las últimas dos semanas, la principales empresa aéreas registraron una caída de la venta de pasajes al exterior, algo que confirman grandes agencias de viaje. Pero como siempre ocurre en Argentina, habrá que esperar unas semanas para saber cómo se estabiliza el llamado «tipo de cambio real»: si el dólar se quedara quieto, la disparada de la inflación dejaría dentro de poco tiempo nuevamente a la Argentina cara en dólares. O dicho de otro modo, volverían a resultar baratos los viajes y las compras en el exterior.
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