En el centro de salud Isidro Iriarte abundan las imágenes de carencias y abandono. Una recorrida de Infobae pudo registrar instalaciones en mal estado, pacientes en pasillos y precariedad en el mobiliario. Trabajadores denuncian que faltan recursos, insumos y personal. La crítica a la intendenta Mayra Mendoza por su operación en un hospital privado
Quirófanos cerrados, un plástico haciendo las veces de “puerta” de la sala donde se atienden pacientes de COVID-19, paredes despintadas y otras vandalizadas con grafitis, basura de meses y otros signos evidentes de precariedad. Las postales del Hospital Isidro Iriarte de Quilmes muestran el deterioro que dejó impreso el paso del tiempo entremezclado con la falta de inversión y mantenimiento por parte del Estado: el provincial y el municipal. La última imagen que se conoce del “Iriarte” es de una gacetilla oficial que anuncia obras, pero la recorrida que hizo Infobae de las instalaciones devuelve imágenes que impactan.
El movimiento dentro del centro médico parece pausado, como si no hubiera nadie. Pasillos vacíos donde las manchas de humedad en las paredes avanzan. “Ahora está así por la hora, pero a la mañana encontrás un caudal de gente yendo y viendo todo el tiempo”, explica en la tarde del miércoles un médico cuando trasladaba en camilla a un paciente con el brazo quebrado. Es uno de los pocos que acepta hablar, pero que pide no ser identificado para evitar problemas. Sabe que la mirada sobre ellos está alerta desde la política después del comunicado que difundieron para expresar sus reclamos y, sobre todo, su malestar con la intendenta Mayra Mendoza.
Es que la jefa comunal decidió operarse a varios kilómetros del municipio que tiene a cargo: lo hizo en la localidad de Pilar, en el Hospital Austral, una reconocida y prestigiosa institución privada. Esa decisión molestó a los empleados del centro médico público de Quilmes, quienes publicaron una carta dirigida a la intendenta del distrito, poco después de que apareciera en una foto de ella junto a Cristina Kirchner tras haber superado exitosamente la intervención de un adenoma pleomorfo en la zona inferior de su mandíbula.
En los pasillos del Hospital Iriarte se observa pacientes recostados sobre camillas y gente caminando a su alrededor. Las puertas de los patios se encuentran abiertas y el frío cala hondo entre los trabajadores de la institución, que entre turno y turno se reúnen en sus oficinas. En el ingreso a la guardia distintos grupos de personas se juntan y esperan a ser atendidos, mientras algunos prefieren aguardar adentro a ser llamados.
“El hospital se encuentra así desde hace años. Sigue pasando el tiempo y todo parece quedar igual. A veces hacen algunos arreglos, pero las cosas no funcionan del todo bien y la verdad que es una lástima porque es un lugar histórico de Quilmes”, dijo Graciela de 59 años, enfermera desde hace 30 en el centro médico, a Infobae. “Necesitamos mejorar las condiciones actuales en las que se encuentra el Hospital. Muchas cosas no funcionan o cada uno tiene que hacer un esfuerzo extra en una situación de cansancio después de más de un año de pandemia. Las pésimas condiciones en las que trabajamos continúan siendo las mismas y nadie hace nada. Ya estamos cansados”, continúo.
“Ingreso aérea Covid-19”, se lee en un cartel pegado a una puerta dentro del Hospital. La entrada se encuentra abierta, al acceder una especie de cortina de plástico, flexible en su protección, separa las zonas entre pacientes con coronavirus y los que no. “Acá estamos así hace mucho. Es difícil trabajar en este contexto, pero se hace lo que se puede con los elementos que tenemos. Dejamos todo. Pero estamos muy cansados. Nadie nos preparó para una pandemia y acá seguimos”, relató una médica que prefirió no dar su nombre.
“Molesta la hipocresía, ¿no? Por un lado el discurso es uno, pero cuando se trata de la salud personal se deja en manos de una institución privada. Está perfecto igual. Cada uno decide sobre su propio destino, si tiene las herramientas, claro”, agrega.
“Me gustaría poder entrar a una guardia donde no se estén cayendo las paredes y que esté más limpio. Pero bueno, es lo que tenemos. Una pena porque este lugar está hace mucho acá, siempre estuvo”, relató Oscar, de 52 años, un paciente que se acercó al hospital para realizarse un chequeo. El centro médico fue inaugurado hace más de 90 años y abarca casi una manzana. El lugar es parte de la historia de Quilmes y el pueblo quilmeño así lo entiende.
Varios de los ascensores en el centro médico parecen rotos, en malas condiciones. Debido a su extensión, el Hospital se encuentra señalizado para poder acceder a las distintas plantas que cuentan con distintas especialidades: anestesiología, cirugía general, Neonatología, ortopedia y traumatología. “No deambule por el hospital”, se lee en distintos carteles pegados a las paredes.
En el comunicado que publicaron los trabajadores del Hospital afirmaron entender por qué la intendenta eligió el hospital privado en vez del Iriarte y enumeraron algunas de las necesidades que hoy por hoy tiene el centro médico ubicado en la calle Allison Bell al 700. Incluso, alertaron de que hasta sufren por el peligro “de derrumbe” de un pabellón.
Entre algunas de esas dificultades, el personal del hospital detalló: “De los cinco quirófanos sólo funcionan tres, que durante tres meses no tuvimos tomógrafo, que todo el pabellón de internación (cirugía, pediatría y clínica) están en un edificio agrietado y peligroso, sin agua caliente, sin picaportes, con enchufes rotos, con cables colgando de los techos, con camas rotas y colchones en mal estado, y a veces sin luz, que los baños (en su mayoría) no funcionan o están clausurados, que hay faltantes de insumos y medicación, que el escaso personal técnico hace magia con la anticuada aparatología que poseemos, que las especialidades cada vez son menos, que el sistema de turnos está colapsado y que los equipos de salud están incompletos, falta personal y los recursos son escasos”.
Parte de esas advertencias que señalan en el comunicado, Infobae las puedo comprobar en el recorrido que realizó. Por su parte, la intendenta Mendoza recibió el alta médica este lunes y fue enviada a su casa para que cumplir con el reposo correspondiente. El tumor, alojado en la zona superior de la mandíbula, fue extirpado y se confirmó que es benigno.
(Fuente: Infobae)