En diálogo con Infobae, el asesor clave del Presidente explicó la fase crítica de contagios en las barriadas, el “pico controlado” que se espera para junio y el efecto de la cuarentena sobre la sociedad. Además, el científico argentino y referente internacional de la lucha contra el VIH-Sida le respondió a los intelectuales que denuncian una infectadura: «No existe un gobierno de los infectólogos, a nosotros no nos votó nadie”
Pedro Cahn nunca le escapó a los temas incómodos. Por su vasta y prolífica carrera científica en la Argentina -es el mismo hombre que investigó y atendió los primeros casos de VIH en el país- podría haberse refugiado en el mito del investigador científico encerrado en la torre de cristal, sin embargo, nunca dudó en dar debates honestos y profundos de cara a la sociedad. “Es mentira que existe un gobierno de los infectólogos, a nosotros no nos votó nadie; y al contrario de lo que piensan muchos, asesoramos al presidente y al ministerio de Salud con mucha dedicación, compromiso y no cobramos un solo peso”.
Y como si el dramático escenario que impone la pandemia global por coronavirus no fuera suficiente, se coló la palabra “infectadura” de parte de un grupo de 300 intelectuales locales que planteó el resquebrajamiento de los derechos y libertades individuales por las razones sanitarias que promueven las autoridades nacionales en este escenario pandémico. Los firmantes mencionan que “en nombre de la salud pública, el gobierno encontró un eficaz relato legitimado en expertos, acostumbrados a lidiar con situaciones de laboratorios y ratones de experimentación, pero ignorantes de las consecuencias sociales de sus decisiones”.
Con el inicio de junio, la estrategia epidemiológica frente al virus deberá endurecerse frente al tan comentado pico controlado que así es como lo sueñan las autoridades sanitarias y el comité de expertos -ellos no esperan un pico exponencial-. Además se acerca el momento de mayor contención social ante los infectados por COVID-19, que implica sostener la cuarentena preventiva y obligatoria, reforzar las medidas de distanciamiento social y los llamados testeos proactivos, como los que ya se hicieron en los barrios vulnerables y que se amplificarán a CABA: se trata de “ir a buscar los casos” y luego ser efectivo en proceder al aislamiento de los contagiados.
– Doctor Cahn, esta especie de fiebre anticuarentena que se desató en el país este último fin de semana dejó flotando preguntas y reclamos mezclados de todo tipo: ¿es constitucional o no aislar a un barrio popular? La tensión de los que piden romper la cuarentena por razones ideológicas o de supervivencia, los que piensan a mí no me va a pasar porque el virus está en los barrios populares y yo no vivo en la villa…
– Cuando entró el coronavirus en los barrios populares fue como tirar un fuego encendido en una pradera seca. Es muy importante abandonar la visión porteñocéntrica de la pandemia en la Argentina, pensando que el mundo termina en la General Paz o en el primer o segundo cordón del conurbano.
Lo que pasa en las villas es un factor muy importante a controlar, pero no es el único. Es uno de los lugares que hay que mirar porque el distanciamiento social, el lavado de manos y el aislamiento allí son imposibles, como ocurre también en muchos geriátricos y en las cárceles. La búsqueda activa de casos allí es importante. Hubo que hacer una serie de ajustes porque antes la gente tenía que ser trasladada en ómnibus al hospital. Se sumó luego que hay cierta resistencia a salir de la zona para cuidar las pertenencias que la gente tiene.
Es cierto que hay un crecimiento de casos en los barrios populares pero déjeme decir que entre los 6500 casos aproximadamente que hay en la Ciudad de Buenos Aires -cifras del jueves 28/5- 3400 son casos de los diferentes barrios de la Ciudad de Buenos Aires y 3100 son casos de los barrios populares. No creo que sea prudente imputar el crecimiento de casos solo a los barrios populares. Y lo digo porque se puede correr un doble riesgo, el de caer en una involuntaria situación de discriminación, y el de evitar la idea de que como yo no vivo en un barrio popular, a mí no me va a tocar, no me tengo que preocupar.
-Quiere decir que en el caso argentino, finalmente testear más y “a medida” resultó ser una estrategia acertada para controlar la curva de contagios…
-En las barriadas no se están haciendo testeos masivos, se testean casos que presentan síntomas. La expresión “testeo masivo” circuló demasiado pero es un concepto erróneo, confundió a la población y no se hizo en ninguna parte del mundo.
Recuerdo cuando al principio de la pandemia la gente pedía ¿por qué no testean más? Bueno, tal vez ahora comprendan: el 90% de las personas que testeábamos eran PCR negativos. Había una positividad muy baja, y si en aquel comienzo de la pandemia hubiésemos seguido testeando, lo único que íbamos a determinar era una negatividad muy alta. Además desde que comenzó la pandemia, fue cambiando la definición de caso por COVID-19, se fueron agregando síntomas (como la anosmia y disgeusia, la falta de olfato y gusto respectivamente).
La definición necesaria para que en los barrios populares y geriátricos le hagan el testeo a un caso sospechoso es mucho más simple que para la población en general. Para la población general se requiere fiebre, dolor de garganta y anosmia, entre otros, mientras que en los barrios populares con solo tener fiebre, un solo síntoma, ya basta. Es decir que fuimos adaptando las políticas y estrategias epidemiológicas frente a las realidades con las que nos íbamos enfrentando.
-La foto del país es muy heterogénea, si bien los números y casos cambian día a día, ya son 19 las provincias en todo el territorio argentino que no presentan nuevos casos de COVID -19 y que tienen cuarentenas cada vez más flexibilizadas …
– Es efectivamente así. En la actualidad existen 19 provincias que hace dos semanas ya no registran casos y que han vuelto a una cierta normalidad de sus actividades. Y no digo normalidad porque eso tardará un tiempo largo. Y no todas las provincias están “abiertas” de la misma manera, porque el grado de apertura depende de las autoridades locales. Ya se han reabierto bares, comercios, y muchas otras actividades, por eso es una mentira decir que la nuestra es la cuarentena más larga del mundo, hay varias cuarentenas más largas; la continuación del confinamiento solo ocurre en la provincia del Chaco y en el área del AMBA.
Hay que continuar con las medidas de control, con los testeos, y aislar inmediatamente a la persona infectada. Con el Plan Detectar, ahora se aplicará el concepto de ir a buscar al virus en CABA, así como lo hacemos en los barrios populares. Hacer todo el rastreo de los contactos que ha tenido esa persona, el Plan Detectar implica ir a golpear las puertas de las casas, y ante la menor sospecha o síntomas testear. Luego viene todo el otro tema que es garantizar a todas esas personas el alimento y la subsistencia.
-¿Cómo seguimos ahora? Arrancó el mes de junio y ya se cumplieron 74 días de cuarentena social, preventiva y obligatoria. ¿Cómo cree que será esa escalada o el tan citado pico?
-Hay dos fenómenos contemporáneos que se superponen o que conviven: por un lado, se ha incrementado el número de casos porque se incorporaron actividades y hay más gente circulando; y por el otro, el crecimiento de casos en los barrios populares se explica porque al igual que en las cárceles, que en los geriátricos, y que en los paradores donde duerme gente en situación de calle, es muy difícil intentar mantener los protocolos contra el COVID-19.
Tenemos actualmente aproximadamente 700 nuevos casos cada día -con lo cambiante que son las cifras en una pandemia-, es sumamente importante que se mantenga de esta manera sostenida y que no se transforme en un pico exponencial. Si todos pudiéramos estar a un metro y medio del otro, con los tapabocas colocados, lavándonos las manos usualmente, tosiendo en el pliegue del codo y ventilando los ambientes no habría circulación de coronavirus…lo que pasa es que esto no puede ocurrir en las barriadas porque la gente vive hacinada.
Mirando alrededor, hay que decir también que nuestros países vecinos están muy mal, y hemos visto imágenes que ponen de relevancia la cuestión humanitaria: a Perú no le alcanzan las camas para internar; a Chile, en un colapso in crescendo del sector sanitario, deben decidir quién se interna y quién no por la falta de respiradores; y mirando hacia el hemisferio norte, Estados Unidos ya pasó las 100 mil muertes. Como contracara, Europa parece recuperarse después de muchísimas muertes que aún no cesan. Me consta que el Gobierno está haciendo controles en todas las fronteras del país, pero es difícil analizar el impacto de la situación de Brasil en Argentina hasta que no comiencen a bajar los casos en nuestro país.
Hay gente que por ahí honestamente está cansada de la cuarentena. Lo entiendo porque yo también estoy cansado, pero subrayo que estamos sacrificando parte de nuestra vida diaria, entre todos, para evitar un mal mayor. No todo el mundo pasa la cuarentena de la misma forma. Entiendo perfectamente que mucha gente está angustiada pero esto es por un bien superior, salvar la vida de la gente.
-Al comienzo de la pandemia …y cuando nadie avizoraba lo que se vendría, usted planteó que el coronavirus no es un “sálvese quien pueda, sino un sálvese colectivo”.
-Es imposible que en una pandemia pueda haber una salvación por sectores. Es una barbaridad pensar que porque yo tengo una situación económica mejor me voy a salvar. Las personas que viven en los barrios populares son en su gran mayoría personas de trabajo; es el enfermero que me va a cuidar cuando vaya al hospital, es el policía que me va a cuidar si me asaltan… es la maestra que le dará clases a los chicos, la personas que viajarán a mi lado en el subte. Entendamos bien esto. Si nosotros de verdad queremos controlar la situación del coronavirus, más vale que nos preocupemos mucho por controlar la situación de los que están mucho peor que nosotros.
-Existe otro fenómeno y lo escuché en varios ámbitos, sobre no estigmatizar a los que tienen COVID-19, será en algún momento un proceso natural enfermarse, aislarse y volver a la vida laboral. ¿Será así?
-Simbólicamente recuerdo en el caso argentino el llamado paciente 0 que vino de Italia, y el primer día de recuperado pidió sushi… lo cual me parece fantástico, es riquísimo el sushi. Pero lo señalo como todo un símbolo del comportamiento de las diferentes etapas que hemos ido pasando en esta pandemia: pasamos del “quiero sushi” a repartir bolsones de comida en los barrios más carenciados del AMBA. Los barrios populares son lugares hacinados, sin agua y en donde es casi imposible transitar el distanciamiento social.
Lo que pasa es que esta situación de pandemia vino a poner sobre la superficie lo que ya sabíamos y mirábamos para otro lado, y que es la terrible condición miserable en la que vive una importante porción de la población argentina. El año 2020 arrancó con casi el 40 % de los argentinos bajo la línea de pobreza. Incluso, no toda la pobreza está concentrada en las villas, pero hay mucha gente que vive en condiciones de pobreza extrema y esto en algún momento habrá que abordarlo.
Lo que pone nerviosa a alguna gente es evidenciar que solamente el Estado puede resolver estos temas. El único que puede compensar estas cuestiones es el Estado. Y como hay mucha gente que tiene un odio visceral por el Estado, se pone nerviosa.
Sería muy injusto presentar al doctor Cahn solo vinculado al coronavirus, ya que este prestigioso médico infectólogo ya integró otra “mesa chica”: la de los eximios infectólogos del mundo que enfrentaron y más saben sobre otra epidemia mundial, la del VIH-Sida que también causó estragos y millones de muertes en todo el globo. Cahn actualmente es director científico de la Fundación Huésped que trabaja desde hace tiempo por el devenir, avance y cura de la enfermedad. Fue muchos años también jefe del servicio de Infectología del Hospital Fernández.
–Como científico y conocedor como pocos del virus del VIH, ¿encontró alguna similitud entre el coronavirus SARS-COV-2 y el VIH? Cada vez que aparecen noticias sobre los combos antivirales se comparan con el caso del VIH, que si bien no encontró aún la vacuna, redujo dramáticamente la mortalidad y se convirtió en una enfermedad crónica con buen pronóstico…
-Lo que usted plantea es lo que en ciencia se llama wishful thinking, un pensamiento optimista, que ojalá fuera cierto. A mí me gustaría que fuera así. Más que similitudes entre los virus como comportamiento o naturaleza, entre coronavirus y VIH, encuentro similitudes en la actitud de cierta gente: por ejemplo, consumir con avidez muchas fake news que circulan por las redes; por la expectativa que generan diciendo que la vacuna va a estar en tres meses cuando todos sabemos que no será así …no va a ocurrir.
Sepamos que conocimos el virus el 7 de enero pasado y pasaron apenas seis meses. También la discriminación y el estigma al buscar grupos sociales responsables e inclusive buscar una demonización hacia el personal de salud, una cuestión increíble pero real; que también ocurrió en los primeros tiempos de la epidemia del VIH.
Cahn también tiene proyectos para la pospandemia -además de abrazar con ganas a sus nietos y a sus hijos, su hija Florencia, destacada infectóloga y Leandro, su hijo al frente de la Fundación Huésped y licenciado en Ciencias Políticas (UBA)- como el de continuar con el desarrollo de las investigaciones para mejorar los tratamientos antirretrovirales para el HIV.
-¿Cómo vive y qué siente cuando escucha que algunos hablan de la “infectadura”, la dictadura de los infectólogos que señalaron un grupo de intelectuales argentinos?
-Lo primero que me ocurre es que nada más lejos de la realidad que esa idea, que se refieran en el marco de esta pandemia como una “infectocracia” o hablar de que existe un gobierno de los infectólogos. A nosotros no nos votó nadie, la gente votó a Alberto Fernández, a Horacio Rodríguez Larreta, a Axel Kicillof y a cada uno de los 24 gobernadores nacionales.
Nosotros lo único que hacemos es asesorar científicamente al Gobierno en tres dimensiones: la sanitaria, la socioeconómica y la psicosocial. Nos llamó el ministerio de Salud de la Nación, no lo pedimos, no cobramos sueldo por esto, es un trabajo ad honorem que hacemos con mucho gusto y nos enorgullece hacerlo. Asesoramos a las autoridades, a quien nos llame. Me ha tocado asesorar a intendentes y a gobernadores de todo signo político.
Pero nosotros no decidimos el qué, nosotros no le decimos al presidente que abra tal o cual industria, que abra la automotriz y no abra la petroquímica o que abra la textil y no abra la maderera. Nosotros le decimos al presidente: ¿Usted quiere abrir las industrias? Mire, tiene que hacerlo de esta manera, considerando estos protocolos. ¿Qué hemos dicho? Que los trabajadores estén a un metro y medio de distancia, que no usen transporte público, y que mantengan las medidas de higiene. Después qué cosa se abre o no, lo decidirán el ministro de Producción (Matías) Kulfas, el ministro de Economía (Martín) Guzmán, el jefe de Gabinete (Santiago) Cafiero, y el Presidente. ¡Nosotros no gobernamos, por suerte!
Cuando analizamos las actividades que siguieron su actividad normalmente durante la cuarentena, como la farmacéutica y la alimentaria, no tenemos situaciones de brotes porque se tomaron todas las medidas necesarias. Sabemos que los casos van a aumentar a medida que la gente salga a la calle, pero la apertura no trae un rebrote necesariamente. Y también creo que todos aquellos que nos atacan a nosotros, es una manera de minar y debilitar el poder real que tiene el Presidente, que es el que verdaderamente gobierna. Y es una falta de respeto hacia todos los infectólogos, que muchos de ellos están trabajando diariamente en el frente de la pandemia.
Cahn tampoco esquivó referirse a la flamante frase del ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán: “si se levanta la cuarentena, en 15 días vamos a ver cadáveres apilándose». “Puede ser una posibilidad, pero hay que ser prudente… no me animaría a afirmarlo porque son escenarios muy cambiantes y dinámicos”.
La fórmula frente a la cuarentena tiene que ser tanta apertura como fuera posible, pero con el mayor de los cuidados. Es lamentable hacer de esto una cuestión política y tratar de erosionar al Gobierno sugiriendo que son incompetentes y que no hacen las cosas como corresponde. Pero estamos en democracia y todos podemos expresarnos libremente.
-¿Cuál es su punto de vista sobre la accesibilidad de la vacuna? Es decir, el problema no termina con el descubrimiento sino que es necesario plantear el acceso a ese adelanto para todos, y no solamente para una parte del globo.
-La ciencia también tiene que hacerse cargo de este debate, absolutamente. Primero se trata de un problema logístico, implica un esfuerzo monumental y necesariamente una cooperación público-privada. No se puede hacer de esto un negocio, porque si no implica dejar sin vacuna al 70% de la humanidad, además hay un tema de escalabilidad que habrá que solucionar.
-Estamos escribiendo el libreto sobre el escenario…
-En general, lo que pasa con las epidemias, es que cuando aparece un virus nuevo como este, todos somos susceptibles. En la medida que más gente se va infectando, la cantidad de susceptibles va bajando, entonces la curva epidémica se estabiliza y empieza a bajar. Hoy en China hay menos casos nuevos que los que había hace un mes. Está bajando la curva. ¿Qué pasó? China hizo una política de contención muy fuerte, pero al mismo tiempo se saturó la población.
Si acá vamos a tener una curva larga o va a ser en pico, no lo sabemos. El pico vendrá cuando tengamos más casos que los días anteriores y luego comiencen a bajar. Hemos tenido rebrotes en los geriátricos. Son lugares a los que hay que prestar atención, como los paradores de la Ciudad de Buenos Aires. Sigue un número creciente de casos que nos da la pauta de que la situación está complicada en la zona metropolitana (AMBA) y el Chaco.
– ¿La cuestión estacional con la llegada del invierno, en nuestro país, puede complicar la situación?
-El frío favorece todas las infecciones respiratorias, desde el resfrío y la gripe, para la cual disponemos de vacuna. Es cierto que el frío incrementa las infecciones respiratorias, pero este invierno nos “agarra” mejor parados: lavándonos las manos, usando barbijo y usando menos el transporte público. (Infobae – Por Daniela Blanco)