Ya comenzaron los planes expansivos que apuntan a poner más plata en los bolsillos. Fuerte impulso a planes sociales y reapertura de paritarias. Sin avances en la negociación con el Club de París y el FMI
Martín Guzmán arrancó el año con un fuerte ajuste fiscal, a fuerza de nuevos impuestos (como el “aporte solidario”) e ingresos extraordinarios por las retenciones. El déficit primario de los primeros cuatro meses del año apenas llegó a 0,2% del PBI. Pero ese colchón financiero ya se empezó a gastar y pronto no quedará nada. Cueste lo que cueste, el objetivo es ganar las elecciones legislativas y para eso el kirchnerismo recurre a su vieja fórmula: poner plata en la calle, sin medir demasiado los costos.
Llamarlo “plan” sería demasiado pretencioso. Pero sí está claro que es el camino elegido para transitar estos meses antes de las elecciones legislativas. Se trata de jugar con la “ilusión monetaria”, es decir aumentar los ingresos actuales y generar la idea de una mejora real en el bolsillo que no es tal. Luegola inflación termina licuando esa mejora nominal meses más tarde. Lo importante para la Casa Rosada es aguantar hasta pasar los comicios de noviembre.
A esta altura, todas las decisiones hay que leerlas en clave electoral. Desde la suspensión de la Copa América en Argentina, cuando 48 horas antes de la decisión se sostenía su realización, y ahora la intempestiva decisión de regresar con las clases presenciales en la provincia de Buenos Aires. Las encuestas venían marcando un fuerte malestar en ambos campos, pero en esta enumeración falta un tercer factor muy mencionado en todos los relevamientos: la decepción por el manejo de la economía y la preocupación por una crisis que no da tregua.
La urgencia para el Gobierno en estos próximos meses es dar vuelta el malhumor social por la caída de ingresos y una economía que volvió a entrar en un bajón. Por eso, ahora las políticas serán expansivas, a partir de una emisión de pesos por parte del Central
El levantamiento de restricciones a la circulación y la reapertura de distintas actividades, desde shoppings hasta la extensión del horario de los restaurantes y el regreso de los cines en la zona metropolitana, buscan recuperar a la actividad del bajón del segundo trimestre. Según los relevamientos privados, la caída se estaría ubicando en 2,5% entre abril y junio y así se regresó al punto de partida de fin de año.
Reabrir actividades permitirá ya de por sí un salto en el tercer trimestre. El otro empujón debería provenir de la lluvia de pesos que se volcarán al mercado para poner en marcha, aunque sea por unos meses, el motor del consumo. De esta forma, el Gobierno tiene una chance de llegar al momento de las elecciones con un nuevo rebote de la actividad que por un momento dará la sensación de estar dejando atrás el severo derrumbe de la economía.
Vacunación y pesos
La aceleración del ritmo de vacunación también será otro elemento fuerte para llegar mejor parado a las elecciones. Aquí hay un doble juego. Por un lado, la satisfacción de aquellos que pudieron aplicarse las dos dosis de la vacuna. Y por otra parte la mayor recuperación de la actividad, a partir de contar con la población de riesgo ya cubierta.
La bajada de línea del kirchnerismo “duro” a Guzmán es más que obvio a esta altura: no es año para andar haciendo grandes ajustes fiscales. Por eso, todo lo que se logró en materia fiscal en la primera parte del año deberá ser “devuelta” en estos meses. Esto implica una fuerte aceleración del gasto y por ende también de la emisión monetaria. No hay muchas opciones a mano para financiar el crecimiento del agujero fiscal que ya está en marcha.
El déficit primario terminó en un sorprendente 0,2% del PBI. Pero la bajada de línea tanto de Axel Kicillof como de Máximo Kirchner es que no son momentos para un ajuste
Detrás de las políticas fiscales expansivas que ya comenzaron se encuentran el gobernador Axel Kicillof, que busca repetir el set de medidas aplicadas durante su gestión como ministro de Economía, y también el Instituto Patria con Máximo Kirchner a la cabeza. Las cuatro patas de esta política destinada a recuperar la economía a través de una mejora del consumo interno son las siguientes:
Gran fortalecimiento de los planes sociales, con beneficios que aumentan a un ritmo muy superior a la inflación. En los últimos dos meses se otorgó un bono de $ 15.000 a beneficiarios de la AUH, además se aplicó un ajuste de más de 8%, se definió una extensión del alcance y montos de la tarjeta Alimentar (hasta $ 12.000) y se volcaron más recursos al plan Progresar Trabajo. El ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, ya anunció que “habrá nuevos beneficios” a medida que se perciba la necesidad de apoyar a la gente de menores recursos. La política asistencial también genera un impacto doble. Por un lado se “fideliza” a los que reciben esta ayuda sin contraprestación alguna, acentuando la política clientelar. Y por otra parte todos los pesos que se vuelcan a este segmento de la población es plata que vuelve al consumo inmediatamente.
Aumento de los subsidios económicos: el semicongelamiento tarifario procura que las familias gasten menos dinero para pagar tarifas y más a la hora de ir al supermercado. Incluso el proyecto que se discute en el Congreso de “Zonas frías” tiene el mismo sentido de aliviar el costo de los servicios. Todo a costa de más subsidios y por ende mayor déficit.
Reapertura de paritarias y aumentos de salarios por encima del 40%: mañana será una fecha importante para ver cómo siguen las negociaciones entre empresarios y sindicatos porque los bancarios pedirán que se adelante la cláusula de revisión prevista para septiembre. El titular de La Bancaria, Sergio Palazzo, exigirá que se adelante dos meses y se otorgue un aumento fuera de lo negociado este mismo mes. Las cámaras bancarias responderán que en lo que va del año los salarios del sector le ganaron a la inflación, ya que acumulan un aumento del 23%. El “pecado original” es que a principios de año el sector bancario negoció una pauta salarial del 29% escalonada, que a todas luces se quedó corta. Además hay varios sindicatos en plena discusión para conseguir aumentos no inferiores al 40%, como alimentación y camioneros. El Gobierno apoya estas iniciativas. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, reiteró ayer que en 2021 “los salarios le ganarán a la inflación”. Claro que la exigencia para las empresas es enorme, con ventas en baja y aumento de costos que impactan negativamente en los niveles de rentabilidad.
Programas de alivio específicos por la crisis. El REPRO II, que insumió unos $ 10.000 millones en mayo para pagar parte de sueldos de sectores críticos, es un ejemplo. El nuevo proyecto de ley para dar marcha atrás con el retroactivo del monotributo y aliviar el pago de las cuotas vencidas es otro caso claro.
Poner más dinero en la calle para repuntar la economía será a costa de una fuerte expansión de dinero. La base monetaria casi no aumentó en lo que va del 2021 y eso le da espacio al Banco Central para hacerlo. Esta vez no será a través de adelantos transitorios, sino que ese incremento llegará de la mano de una reducción en el stock de Leliq.
En otras palabras, el BCRA ya empezó a devolverle a los bancos a través de este mecanismo. Ese dinero se utilizará para comprar bonos del Tesoro, que luego utilizará el dinero para hacer frente al aumento de los planes sociales o pagar los subsidios.
El dólar
Con el dólar relativamente estabilizado, todas las fichas del Gobierno estarán puestas ahora en lograr resultados de corto plazo. Los politólogos aseguran que un importante porcentaje de votantes decide 48 horas antes de la elección. Son los que pueden dar vuelta para un lado u otro el resultado. El impacto que consigan esas políticas aunque sean efímeras será vital.
Apostar a una recuperación de corto plazo es, en realidad, a lo máximo que puede aspirar un Gobierno que no consiguió recuperar la confianza de los consumidores y tampoco de los empresarios. Ni hablar los inversores. Al contrario, a cada paso queda claro que no hay un programa económico y que una posible negociación con el FMI con suerte ocurrirá después de las elecciones.
<b>Un arreglo con el Club de París o la negociación con el Fondo Monetario claramente dejaron de ser prioridad para el Gobierno, que ahora debe concentrarse en el frente interno para llegar mejor parado a las elecciones. No debe descartarse un default con países acreedores o con el propio FMI</b>
Mientras tanto, siguen pasando las semanas y no hay novedades respecto a qué sucederá con la deuda ya vencida con el Club de París (ahora dentro del período de gracia de 60 días) y qué salida habrá para los vencimientos que se presentan con el FMI. Habrá que seguir de cerca los pasos que dará esta semana Sergio Massa, tanto en Washington como en Nueva York. ¿Qué mensaje de acercamiento a Estados Unidos llevará el jefe de la bancada de Diputados, luego de la decisión argentina de retirarse de una denuncia contra Venezuela y de impulsar una investigación a Israel por su disputa con el grupo terrorista Hamas?
Incluso no debe descartarse la posibilidad de entrar en un nuevo default con países acreedores y organismos internacionales, levantando la bandera de la “soberanía económica”. Suena descabellado, pero ya nada lo es en la Argentina de hoy. Un porcentaje importante de la población compra el discurso y sigue pensando que la culpa del derrumbe económico es del Fondo y de los inversores internacionales que en su momento apoyaron a Mauricio Macri.
Lo que es seguro es que la torpe diplomacia del Presidente y de su canciller, Felipe Solá, difícilmente allanen el camino para aliviar arreglar más rápido con el FMI o con el Club de París. Todo lo contrario. Cada vez que hablan dejan cada día más aislado al país, solo apoyado por socios de dudosa reputación.
(Fuente: Infobae)