El Presidente intenta alcanzar un Acuerdo de Facilidades Extendidas con el Fondo que no colisione con la perspectiva ideológica del kirchnerismo y tenga el apoyo político de la oposición en Diputados y la Cámara de Senadores
Mientras aguarda hacer el hisopado obligatorio del próximo jueves para ratificar que no está contagiado de COVID-19, Alberto Fernández ajusta su hoja de ruta para cerrar un Acuerdo de Facilidades Extendidas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que le permita postergar los pagos de la deuda de 44.000 millones de dólares que contrajo Mauricio Macri.
El Presidente asumió que nada pasará hasta la asunción de Joseph Biden, y que la administración demócrata apoyará a la Argentina en el Board del FMI. Biden asume el 20 de enero de 2021 como Presidente 46 de los Estados Unidos y en Olivos aseguran que no hay un solo indicio que permita dudar de su respaldo al Acuerdo de Facilidades Extendidas que ya tironea Martín Guzmán con el staff del Fondo.
La negociación del Staff del FMI con el ministro de Economía necesita la certificación política y económica del Departamento del Tesoro. Estados Unidos maneja las decisiones del Fondo Monetario Internacional -es la primera minoría del board- y el secretario del Tesoro responde ante la Casa Blanca por los acuerdos con los países deudores.
Entonces, si no hay secretario del Tesoro, no hay Acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI. Hasta anoche, en Washington, Lael Brainard aparecía como la candidata con más posibilidades de suceder a Steven Mnuchin, que llegó al cargo por sus conexiones con Wall Street y su amistad personal con Donald Trump.
Brainard pertenece al directorio de la Reserva Federal, tiene experiencia en el Departamento del Tesoro, y desde hace semanas -por indicación de Biden- estudia las consecuencias económicas del COVID-19. Si es designada, Brainard llegará el 21 de enero a su despacho de la avenida Pensilvania al 1500, y es poco probable que tome el caso argentino al inicio de su gestión como secretaria del Tesoro.
Hasta que Biden designe a su secretario del Tesoro, el staff del FMI y Guzmán pueden avanzar en una negociación que fue diseñada por Alberto Fernández y es monitoreada por los diputados y senadores del kirchnerismo.
Cristina Fernández de Kirchner, Máximo Kirchner y La Cámpora entienden que la administración del Frente de Todos debe cerrar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, pero desconfían del Programa Económico que intenta articular el Presidente junto a su ministro de Economía.
Esa desconfianza alimentó la carta que ayer enviaron los senadores kirchneristas a Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI.
Guzmán está a cargo de las negociaciones y delegó a la vicejefe de Gabinete, Cecilia Todesca, la conversación con la delegación del Fondo que implica “la modernidad” de toda la estructura del Estado. El ministro confía en Todesca, ya hizo las paces con Miguel Pesce -titular del Banco Central- y persigue la posibilidad de cerrar un Acuerdo de Facilidades Extendidas que no implique un tradicional plan de ajuste.
La clave de la relación política del ministro de Economía con CFK, Máximo Kirchner y La Cámpora depende del significado de la palabra ajuste. Guzmán cree que hay que modernizar al Estado, llegar a una convergencia a cero del déficit fiscal, poner muchísima atención al desempleo y a la pobreza, y mejorar los niveles de competencia del aparato productivo nacional.
La vicepresidente coincide con estos capítulos del Programa que se negocia con el FMI. Sin embargo, con toda su experiencia en el poder, optó por leer la letra chica antes de ordenar que sus diputados y senadores levanten la mano cuando llegue al recinto el Acuerdo de Facilidades Extendidas.
Cristina Fernández de Kirchner maneja con soltura sus propios tiempos políticos y ayer aterró a la delegación del FMI que ya tiene lo suyo con el contagio del jefe de la misión en la Argentina, Luis Cubeddu. CFK autorizó a los senadores peronistas que escribieran una dura carta contra el Fondo Monetario Internacional, cuando toda hacía pensar que la negociación sería compleja pero sin folklore kirchnerista.
El manifiesto político que llegó al hotel que aloja a los funcionarios del FMI, abrió de nuevo la especulación acerca de un supuesto cogobierno entre Alberto Fernández y la vicepresidente. Sergio Massa, Eduardo Wado de Pedro y Guzmán pasaron la semana empoderando al jefe de Estado, y alcanzó el tono de la carta K al FMI para que todo se transformara en un juego de suma cero.
El deseo de Alberto Fernández es llegar a un acuerdo con el Staff del FMI durante febrero y que ese memorándum de entendimiento aterrice en la Cámara de Diputados como proyecto de ley enviado desde la Casa Rosada. El Presidente considera un gesto de institucionalidad que la oposición vote a favor del Acuerdo de Facilidades Extendidas antes que se aprobado por el Board del FMI.
“Es lo mismo que hicimos con los acreedores privados. Se trata de probar que todos están a favor y que nos comprometemos a respetar sus metas de sustentabilidad y crecimiento”, comentó Alberto Fernández en Olivos.
La estrategia del Presidente respecto a Juntos por el Cambio tiene una pizca de cinismo político. Sabe que la principal oposición no puede negarse a respaldar un acuerdo con el FMI que trata de resolver los pagos de una deuda de 44.000 millones de dólares que firmó Macri cuando estaba en la Casa Rosada.
“Esos votos van a estar”, aseguró Guzmán en el Palacio de Hacienda.
La hoja de ruta de Alberto Fernández, que diseñó a solas con su ministro de Economía, asegura que el Acuerdo de Facilidades Extendidas será aprobado por el board del FMI y las dos cámaras parlamentarias hacia fines de abril. Si el COVID-19, CFK y Biden así lo quieren y disponen. (Fuente: Infobae)