La articulación de políticas por la pandemia le dio al jefe porteño un rol que genera tensiones con el ala más dura
«Una cosa es tener una posición respetuosa, otra es el colaboracionismo», comentaba, decepcionado, un exministro del gobierno de Cambiemos, cercano a Mauricio Macri. Minutos después, en la noche del viernes, el jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta, sentado junto al presidente Alberto Fernández y al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, participaba del anuncio de la extensión de la cuarentena nacional por otros quince días.
Reforzaba, a criterio de sus incondicionales, su condición de «gobernante» y la figura opositora con mayor visibilidad. Y dejaba, en un rol consensuado de «cuarentena política» al propio expresidente, hoy decidido a no mostrarse ni sentar posiciones sino a través de sus aliados del «ala dura», en el partido Pro y en el Congreso.
Desde Los Abrojos, la quinta en Malvinas Argentinas que heredara de su padre, Franco, y en la cuarentena que comparte con su esposa, Juliana Awada, y sus hijas Valentina y Antonia, Macri siguió los anuncios de ayer, en los que su exjefe de Gabinete tuvo un rol preponderante, siempre al lado del Presidente. «Él gobernó y entiende las reglas del juego, no se lo toma como algo personal», afirman desde el reducido núcleo de colaboradores que lo acompañan en su nueva etapa. Fuera de micrófono, varios de los incondicionales del expresidente se quejan de la actitud de Rodríguez Larreta, que «no dice nada cuando nos critican», como lo hizo el Presidente el viernes, al dividir entre «los gobernadores e intendentes que colaboran» y los que «critican por Twitter», en obvia alusión a distintos dirigentes macristas, hoy alejados de los cargos.
Cerca de Rodríguez Larreta también ponen paños fríos. «Horacio y Mauricio hablan seguido, están en contacto. Y a Horacio le parece bien que Mauricio no hable, para preservarse y que no le peguen», contestaron a LA NACION muy cerca del jefe de gobierno.
La titular de Pro, Patricia Bullrich, explicó días atrás que Macri no vuelve a la escena pública «para no darle al Gobierno la posibilidad de encontrar al enemigo perfecto» y así poder criticarlo. De paso, acusó al Presidente de querer generar una grieta en Juntos por el Cambio. «Es una posición antidemocrática cuando el Presidente quiere dividir a la oposición y no acepta la diversidad», dijo la presidenta de Pro. Un colaborador de Macri afirma que «él ya pensaba guardarse antes de la pandemia» y que su jefe combina por estos días su rol como presidente ejecutivo de la Fundación FIFA con un guiño a quienes «dan la batalla política», como Bullrich y Miguel Pichetto, su candidato a vice en las elecciones de octubre pasado.
Lo cierto es que, desde ambos sectores, las estrategias quedaron claras. Con el combate del coronavirus como motivo principal, Rodríguez Larreta se mostró cerca del Gobierno durante tres días seguidos: el miércoles, en su reunión con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el ministro del Interior, Eduardo de Pedro; el jueves, con el Presidente en Olivos, y el viernes, antes y durante el anuncio, otra vez junto al mandatario. «En la pandemia no hay partidos políticos, somos todos del mismo equipo», repite el jefe de gobierno porteño, una postura que comparten intendentes macristas del conurbano, María Eugenia Vidal, Elisa Carrió, Emilio Monzó y Rogelio Frigerio, entre otros.
Macri, por su parte, dio esta semana su bendición silenciosa a la creación de un plan de «propuestas para el día después», centrado en «promover la producción y el empleo» y coordinado por el expresidente provisional del Senado, Federico Pinedo. «Se trata de un trabajo de muchas áreas, con proyectos de ley e ideas, que tiene espíritu cooperativo. Queremos hacer aportes valiosos, incluso al Gobierno», dijo Pinedo a LA NACION.
Propuestas legislativas para evitar quiebras -se presentarán en las próximas horas-, ideas para conseguir financiamiento y un plan de energía a mediano plazo son algunos de los ejes del plan, que incluye un «plan de estabilidad y crecimiento», a cargo de economistas, coordinados a su vez por el diputado Luciano Laspina.
«Mauricio está muy preocupado por la economía, y a la vez apoya lo que están haciendo Horacio y Gerardo Morales en Jujuy», agregó Pinedo, intentando moderar las diferencias que volvieron a aparecer en la Cámara de Diputados con las frustradas sesiones a distancia. «Le damos cheques en blanco a (Sergio) Massa, sin costo, nos quedamos callados», le enrostraron desde el ala dura al presidente del bloque Pro, Cristian Ritondo -de buen diálogo con Massa y sintonía con Larreta-, cuando la sesión quedó suspendida.
Nadie se atreve, por estas horas, a pronosticar cómo seguirá la película, pero hay una certeza compartida: ni el expresidente ni el jefe de gobierno porteño dejarán pasar, una vez superada la pandemia, las próximas citas electorales. «Mauricio quiere seguir estando», responden cerca de Macri cuando la consulta gira sobre una eventual candidatura a diputado porteño, en 2021. Cerca del jefe de gobierno niegan que las elecciones figuren en su agitada agenda actual, aunque sus sigilosos movimientos van en línea con un objetivo nunca desmentido: pelear por la presidencia en 2023. (La Nación – Por: Jaime Rosemberg)