En la Casa Rosada aseguran que no habrá medidas restrictivas en los próximos días, pero atan la decisión a un potencial aumento de casos. La preocupación sobre el escenario sanitario y las medidas de corto plazo
En 24 horas se registraron 143 muertes y 12.936 nuevos contagios de coronavirus. El dato epidemiológico del viernes hizo estallar múltiples rumores sobre una nueva medida del gobierno nacional para enfrentar la segunda ola de Covid-19. En concreto, la posibilidad de restringir la circulación nocturna frente al aumento de casos. El número de casos alarmó a todos en el oficialismo.
En la Casa Rosada, al caer la noche, se apresuraron a desmentir cualquier posibilidad de cierre en los próximos días. La aplicación de una medida similar a la que se tomó en enero y que quedó bajo la tutela de los gobiernos provinciales, vuelve a aparecer como una opción para frenar el aumento de casos. En la intimidad del Gobierno nadie la descarta de plano. Incluso, aunque lo nieguen en público, es una posibilidad que se barajó en las múltiples reuniones de los últimos días.
Alberto Fernández tienen en claro que la circulación no se puede restringir masivamente, como sucedió en la primera mitad del 2020, porque la sociedad no cumpliría con una medida de ese tenor. No es una opción que baraje para enfrentar la segunda ola de contagios. En todo caso, la posibilidad más concreta es apostar a cuarentenas focalizadas según la realidad epidemiológica que tenga cada ciudad o provincia.
En el Gobierno asumen que la economía argentina no tolera otro cierre tan estricto como el que se realizó el año pasado como consecuencia de las medidas sanitarias que se tomaron. Recién en este primer trimestre hay muestras incipientes de recuperación en la industria y la construcción, dos actividades que marcan el pulso de la economía real.
En el Ministerio de Economía hay satisfacción por las señales del primer trimestre pero preocupación por los números de desempleo. Según los últimos datos relevados por el Indec la tasa de desocupación aumentó a 11% hacia fines de 2020, lo que implica un aumento de más de un punto porcentual en relación al cuarto trimestre de 2019, cuando había sido de 8,9%. La realidad de estos días está lejos de generar tranquilidad. Lo que se vive es una tensa calma.
La tasa de desempleo, sumado al descongelamiento de algunas tarifas y el crecimiento de la inflación de los primeros meses del 2021, forman parte de un combo que afecta directamente al ciudadano de a pie y que en la cartera que conduce Martín Guzmán siguen de cerca. Con ese escenario resulta imposible congelar las actividades y plantear una reducción del funcionamiento de empresas y comercios.
“No hay ninguna intención de cerrar la economía. Podrán subir los contagios, pero no se para la obra pública ni se frena la industria”, aseguraron a Infobae puertas adentro de Balcarce 50, y citaron el ejemplo de países donde hasta se llegó a disponer un toque de queda, pero no se cerraron las fábricas.
Solo un rebrote que colapse todo el sistema sanitario podría cambiar esa decisión que está incrustada en el corazón del Gobierno. Sería una tragedia. En la Casa Rosada son más optimistas y apuestan a controlar el aumento de casos con medidas focalizadas, y avanzar con el plan de vacunación a toda velocidad.
La llegada de 1.170.000 dosis de la vacuna Sputnik V en los últimos siete días, sumado a las 218.000 del fondo Covax que arriban el fin de semana, las 580.000 de Astrazeceneca que deberían llegar en los primeros días de abril y las 3 millones de dosis de Sinopharm que estarán en Argentina antes de fin de meses, le permitirán al Gobierno darle un mayor volumen al operativo de vacunación.
Ese objetivo de corto plazo podrá concretarse después de la decisión de la ministra de Salud, Carla Vizzotti, en conjunto con sus pares de los 24 distritos del país, de diferir la colocación de la segunda dosis. El cambio en el esquema de vacunación es para tener mayor cantidad de personas – sobre todo adulto mayores – vacunados con la primera dosis antes de impacto de la segunda ola.
Si bien hay máxima preocupación por el aumento de casos en los últimos días, en el Gobierno también saben que el sistema sanitario está mejor preparado que hace un año, cuando el mundo se enteraba de la existencia del virus y la gestión de Fernández se embarcaba en un operativo para sumar camas de terapia intensiva, conseguir respiradores y proveer de insumos a los lugares más marginados del país. La estructura sanitaria le da al Gobierno un mayor margen de acción.
Al día de hoy el nivel de ocupación de las camas de terapia intensiva en el país es de 55%, mientras que en el AMBA sube al 58,6%, según reportó el Ministerio de Salud. El sistema está lejos de colapsar, pero la experiencia del pasado demanda que cualquier medida restrictiva se tome con suficiente tiempo de distancia para que no se produzca un cuello de botella.
“No hay camas infinitas. Por eso hay que volver a hacer un llamado de atención”, reflexionó un dirigente del Gobierno, donde tienen estipulado profundizar las medidas en forma escalonada en el caso de que sea necesario. El dinamismo de la pandemia puede perforar las medidas tomadas en pocos días y obligar al oficialismo a recalcular el rumbo. No hay decisiones drásticas, sino medidas tomadas con la brújula sanitaria en la mano.
La suba de casos de coronavirus en Chile, Brasil y Uruguay encendió las alarmas en la cartera de Salud, donde aseguran que el grado de preocupación es “altísimo”, debido a la inminente llegada de la segunda ola. Con los datos del extranjero, sumado a un crecimiento lento, pero sostenido en los casos nacionales, el Gobierno se decidió a lanzar la batería de medidas para hacerle frente al rebrote.
Después de múltiples reuniones entre los principales ministros del Gobierno, Fernández avaló la decisión de suspender los vuelos procedentes de Chile y Brasil, donde creció exponencialmente la circulación de la cepa Manaos, que es más contagiosa y letal, y que mantiene en vilo a las autoridades sanitarias argentinas. A esos dos países decidieron sumar a México debido a la gran cantidad de contagiados que regresaron de ese destino en las últimas semanas.
También se decidió obligar a los pasajeros que retornan al país hacer un tres testeos obligatorios y hacer una cuarentena que, según el resultado del hisopado, puede ser en el domicilio legal (negativo) o en donde determinen las autoridades sanitarias (positivo). Los testeos serán pagados por cada ciudadano. Todas medidas que buscan desalentar los viajes al exterior.
La llegada de la segunda ola de Covid-19 obligó al Gobierno a poner en el centro de la agenda la gestión sanitaria. Otra vez, como sucedió en enero, cuando los casos volvieron a subir y la preocupación invadió los despachos gubernamentales. En las últimas horas primó la decisión de avanzar sobre la restricción de vuelos y el control más exhaustivo de la cuarentena. Fue una forma de no reducir libertades y cuidar el escenario sanitario.
Por el momento, la decisión oficial es no restringir la circulación ni frenar la actividad comercial. Es una verdad que está atada a la cantidad de casos. En los próximos días, si los números de contagios siguen subiendo, la realidad cambiará y, en consecuencia, las decisiones del gobierno también. (Fuente: Infobae)