Elmer Huerta: “Hay que confiar en las vacunas porque se necesitará inmunizar al 70% de la población mundial para perforar esta pandemia»

En una entrevista exclusiva con Infobae desde Washington DC el prestigioso médico oncólogo Elmer Huerta analizó pasado, presente y futuro de la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2 que aún acecha al mundo entero.

Pocas cosas pueden asombrar a un hombre de la ciencia que presenció su primera autopsia a los 9 años, y no salió corriendo a toda velocidad. Fue muy cerca de la ciudad de Lima, Perú, su país natal y sobre aquella mesa de metal yacía el cuerpo de un hombre muerto por ahogamiento. Sin embargo, esta pandemia global por coronavirus SARS-CoV-2 logró conmocionar al prestigioso médico oncólogo Elmer Huerta.

Elmer Huerta es investigador en la Escuela de Medicina de la Universidad George Washington, en Washington D.C., y está radicado desde hace varias décadas en Estados Unidos, y es considerado una verdadera celebridad de los medios masivos, por su extraordinaria capacidad de comunicación sobre salud y ciencia. La pandemia lo ocupa, lo inquieta y lo preocupa. Y como buen investigador, también lo entusiasma el comportamiento del virus hasta hallar la cura. Es una estrella de la cadena CNN, Telemundo, Univisión y tiene millones de seguidores en sus redes y es considerado un referente global de los temas de salud con una gran llegada a la comunidad latina de USA.

«Tenemos que fijar por ahora nuestras esperanzas y esfuerzos en la vacuna. La ciencia está recién aprendiendo a reconocer los síntomas asociados a las secuelas que causa el COVID-19”, expresó Huerta en diálogo con Infobae, desde Washington DC.

Para redoblar su compromiso con la sociedad -y en su doble rol, de médico y comunicador- y predicando con el ejemplo, el doctor Huerta decidió colaborar con el comportamiento individual y social en la pandemia, y se presentó como voluntario al estudio clínico de la vacuna del laboratorio Moderna.

Huerta se graduó de médico y oncólogo en Perú, en la Universidad Nacional de San Marcos; completó sus estudios en medicina interna, prevención del cáncer y salud pública en EE.UU. Tiene un Master en Salud Pública (MPH) en la Universidad Johns Hopkins University; y director del Centro de Cáncer de dicha universidad. Fue el primer presidente latino de la reconocida a nivel mundial, la American Cancer Asociation, y fue distinguido por el presidente Barack Obama con el premio Campeón de la Prevención y la Salud Pública.

-Bienvenido a Infobae, doctor Huerta. Luego exactamente de 10 meses y 12 días de pandemia global y con una cartera muy avanzada en Fase III de más de 8 desarrollos científicos de vacunas de plataformas tecnológicas diversas alrededor del mundo; y aún sin terapéuticas aprobadas para tratar el COVID-19, ¿cuán cerca estamos de lograr hallazgos que arrojen evidencia científica y permitan perforar la pandemia, bajar los contagios y las muertes?

— Pasaron exactamente 10 meses y 12 días, desde que en una conferencia de prensa -en la víspera del año nuevo del 2020- científicos chinos informaban que habían encontrado 27 casos de una rara neumonía, 7 de los cuales estaban graves y uno moriría después. Eso ocurrió el 31 de diciembre del 2019. Desde que se conoce esta enfermedad podría decir que hemos aprendido muchísimo; pero, aún es más lo que desconocemos de esta enfermedad.

Cuando China explotaba con la pandemia y tenía que construir dos hospitales de 1.100 camas, cada uno de nosotros en el resto del mundo mirábamos y decíamos qué proeza la de los chinos para hacer esto. Pero no era una proeza, era que no tenían dónde poner tantos pacientes graves. Luego llegó a Europa y mirábamos desde América Latina y desde Estados Unidos… ¡Miren hoy lo que ocurre en Milán!, lo que ocurre en Madrid, lo que ocurre en París. Y luego llegó a Estados Unidos, a Nueva York, y luego bajó a Latinoamérica y hemos seguido mirando.

Movimiento pendular

La primera semana de junio 2020 Europa llegó a tener 0 casos y 0 muertes. Y elllos mismos dijeron, se acabó. Sin embargo, miren cómo en este momento está tan mal la cosa en Europa. Se acaba de anunciar el día de ayer que los números en Italia y España son los peores desde que empezó la pandemia y en España igual.

 

Recién estamos conociendo el comportamiento de la pandemia. Así como los seres humanos tenemos comportamientos y unos somos taciturnos, otros alegres, otros extrovertidos; los virólogos y los epidemiólogos hablan de que las pandemias también tienen comportamientos. Y recién estamos aprendiendo a conocer cómo funciona el SARS-CoV-2.

— Usted se refirió recién al comportamiento del virus. Qué diferencias y qué semejanzas encuentra con la trayectoria del virus en otras pandemias, como por ejemplo la peste negra y la gripe española; que ha durado aproximadamente unos 2 años. ¿Qué cree usted que puede pasar con ésta pandemia puntualmente, teniendo en cuenta de que el avance de las vacunas despiertan mucha expectativa?

-Cuando estudiaba en la Universidad leía sobre la historia de otras pandemias. Y pensaba: En la escuela de medicina aprendemos a curar muchas enfermedades, pero también aprendemos a aceptar que hay otras que no tienen cura. No veo una cura cercana para la COVID-19, tenemos que fijar nuestras esperanzas y esfuerzos en la vacuna.

El control de cualquier problema de salud pública -y cuando hablamos de salud pública, hablamos de la salud de las comunidades en general- tiene dos esferas muy marcadas, las cuales se entrelazan entre sí. La primera esfera es lo que se llama el control de salud pública del problema. Y aquí señalamos un elemento importante e introducimos una palabra clave. ¿Cuál es? Política. El control de salud pública está determinado por lo que se llaman las políticas de salud. Y al hablar de políticas hablamos de los políticos, y esa es una caja de Pandora. Primera esfera.

La segunda esfera es la esfera individual, del sujeto, de la persona. Se cuida, no se cuida. Aprende, no aprende. Recibe los mensajes adecuados. Sabe cómo se transmite la enfermedad. Evita la infección, etcétera. Estas dos esferas se entrelazan porque dependerán de una buena política pública, en donde los políticos entiendan el problema, y tengan empatía por la gente que está sufriendo, por los fallecimientos. Y usen a la ciencia como la herramienta que los llevará a controlar la enfermedad. Segunda esfera

La “carrera espacial” por la vacuna

— Doctor, lo llevamos puntualmente, al vigoroso escenario actual de las vacunas en una avanzada Fase III. Existen hoy, ocho proyectos de investigación de laboratorios transnacionales en Fase III avanzada: las vacunas son de origen chino, Sinopharm, CanSino y Sinovac; la de Universidad de Oxford -AstraZeneca -que se producirá con base en la Argentina-; la Sputnik-V, desde la Federación Rusa y la de Johnson & Johnson- Janssen, que ofrece a diferencia del resto una sola dosis . Y las dos más innovadoras con una plataforma de origen genético-ARNmensajero-, la de Pfizer- Biontech y la del laboratorio Moderna, de Massachusetts ¿Hay alguna en la que usted por razones científicas deposite más confianza o expectativas? Y qué opina de esta declaración de efectividad, del 90% en el caso de la vacuna de Pfizer-Biontech, y del 92% la Sputnik-V de la Federación Rusa. ¿Cómo valora este portafolio de vacunas experimentales?

De los ocho proyectos de vacunas que están en estudio, pienso que todas van a funcionar, pero la duda que sigue latente es por cuánto tiempo nos van a proteger. Primero hay que decir que las dos preguntas científicas que debe contestar la Fase III están basadas en resultados de efectividad y seguridad a largo plazo.

Las vacunas que están en proceso de estudio, pienso que van a funcionar todas; pero la duda que sigue latente es por cuánto tiempo nos van a proteger. Tenemos que fijar nuestras esperanzas y esfuerzos en la vacuna.

Ahora, estas tecnologías son de diferentes tipos. Unas usan la tecnología clásica: obtener el virus y “lavarlo” con sustancias que lo debilitan, y luego usar ese virus debilitado como vacuna. Esas son algunas de las vacunas chinas. Otras usan lo que se llaman vectores. Es decir, usan un virus diferente que es de resfrío, y al cual lo modifican genéticamente para introducirle partículas de este nuevo coronavirus, de tal modo que al ser administrada al ser humano; éste producirá defensas contra el coronavirus. Allí hay dos variantes; unas que usan adenovirus de resfrío humano como la vacuna rusa y algunas chinas, y otras que usan un adenovirus, virus de resfrío, pero de chimpancé como la vacuna de Oxford-AstraZeneca.

Y luego hay otro grupo, que utilizan una tecnología que nunca se había usado: las partículas genéticas. Son trozos genéticos del nuevo coronavirus que están en la espiga y lo que se hace con eso es obtener un ARN mensajero, o sea el código genético de cómo fabricar esa espiga. Eso es introducido en el ser humano, inyectado, el ser humano toma ese fragmento de ARNm: es como un manual de instrucciones, elabora espigas, el organismo se tontea y piensa que está siendo atacado por espigas y produce defensas. Esas son las tecnologías de las vacunas de Moderna y de Pfizer-Biontech. La vacuna de Johnson & Johnson, también está en Fase III de desarrollo y también usa un vector. Tiene dos ventajas, es una sola dosis a diferencia de casi todas las otras que necesitan dos; y se puede almacenar a temperatura ambiente o de refrigeradora que la tienen todos. Creo que tener este portafolio de varias vacunas será muy interesante para los países….

– Luego de que se aprueben las vacunas en la Fase III habrá que encarar para hacer efectiva la vacunación la logística que contemple el transporte, distribución y conservación de las vacunas; y la aplicación en cada territorio para que lleguen al mayor número de personas …

-El mayor desafío, por ejemplo, de la vacuna de Pfizer-Biontech tras el éxito que debe publicar y demostrar en las pruebas en Fase III es la conservación y distribución global a -70 grados bajo cero. Hasta ahora anunció que su vacuna previene el COVID-19 en más del 90% de los casos.

Luego de que estos proyectos científicos arrojen evidencia y se apruebe la Fase III, la carrera que viene y que requerirá la logística más titánica es la instancia -concatenada- de la producción en escala, traslado y distribución entre las naciones, almacenamiento y conservación.

 

Los estudios de Fase III, esto es importante para el público, están encaminados a responder a varias preguntas. Una importantísima es la seguridad, los efectos secundarios, los efectos adversos que se pueden presentar. Eso es algo sumamente importante. Y la otra es la efectividad, es decir si protege o no. Y la otra pregunta importantísima es ¿Éstas vacunas podrán proteger también a las personas que ya sufrieron la enfermedad? Porque lamentablemente sabemos que hay reinfecciones. Entonces estas tres preguntas van a ser contestadas por los estudios de Fase III.

— Cómo cree usted que será el debate con los grupos llamados anti vacunas para reforzar el mensaje de gran trascendencia social que tiene aplicarse una vacuna en un tiempo pandémico. ¿Cómo analiza usted este fenómeno?

— En primer lugar debido al número R, que es 2.5 para esta enfermedad, para este nuevo coronavirus, significando que una persona puede contagiar entre 2 y 3 personas, 2.5, entonces con ese número se calcula lo que se llama la cobertura de protección del rebaño. Qué porcentaje de la población tendría que vacunarse para que el virus no pueda ingresar en la sociedad. Y ese número se ha estimado en 60, 70%. Entonces ese es un objetivo.

Lamentablemente en Estados Unidos, Alemania y Francia, el 30, 40, y hasta el 50% de la gente dicen que no se vacunarían. No quieren tomarla. Y no porque sean antivacunas, sino porque ellos piensan que la vacuna se está haciendo demasiado rápido, que se están salteando pasos. Tienen desconfianza. Entonces allí es donde las personas de conocimiento público, Jefes de Estado que tengan capacidad de convencimiento, científicos que tengan capacidad de convencimiento, tienen que decirle a la gente mira, esta vacuna es segura y la ciencia es donde tiene que ayudar allí.

 

— Solamente, cuando tengamos estudios científicos bien hechos, revisados por científicos, por pares, le podemos decir al público saben qué, esto sí se ha demostrado que vale.

El otro debate es el de los movimientos antivacunas. Ese es un lado más serio, más difícil. Porque en este momento ellos son muy activos. A mí me llegan todo el tiempo como preguntas en mis cuentas de medios sociales. Por ejemplo, doctor Huerta, ¿es cierto que esta vacuna, la de Moderna, la de Pfizer, o cualquiera me va a cambiar para siempre mi genética y voy a ser como una especie de chip andante?

– ¿Cree usted que los movimientos antivacunas entonces han esmerilado la confianza social en las vacunas…

— Correcto. ¿Cómo se combate eso? Con ciencia, con evidencia y con publicaciones científicas que uno pueda darle al público. Así que esa va a ser una lucha muy grande y calculo que va a tener que hacerse de manera articulada en diversos países para que el público reciba mensajes unificados.

— Doctor Huerta, cuál fue su experiencia aplicándose como voluntario la vacuna de Moderna. Bajo la metodología del doble ciego, ¿ por qué lo hizo y cómo fue ese proceso?

— Ya me apliqué las dos dosis de la vacuna. La primera fue el 19 de agosto y la segunda el 14 de septiembre. La razón por la que yo participé, es porque durante muchos años -por lo menos 30- a través de mis programas de radio y televisión convencí a miles de personas para que participen en estudios clínicos. Porque esa es la única manera de que la ciencia avance.

 

— Tengo dos dosis, sin saber si ha sido placebo o ha sido la vacuna. Cuanto más hispanos participemos, más datos vamos a tener de cómo esta vacuna va a funcionar en nuestra comunidad y será un beneficio para todos. Entre los criterios de elegibilidad buscan participantes entre los 18 y 75 años, que no hayan contraído la COVID-19, y que en el momento del estudio no estén enfermos.

 

-Durante los primeros siete días tuve que reportar la temperatura, si tuve dolor de cabeza, escalofríos, dolor muscular, de coyunturas y otros datos. Nunca experimenté ninguno de los posibles diecisiete síntomas de los efectos secundarios. Solo sentí un poco de dolor en el hombro y cansancio, el primer día, y eso lo atribuyo al trajín de irme a poner la vacuna.

Este es un compromiso que asumí por los próximos dos años, tengo que ir al hospital cada dos meses para que me examinen y me saquen sangre y tengo que contestar una llamada mensual para reportar algún cambio. A los veintiocho días de haber recibido la primera inyección, ponen una segunda dosis y el monitoreo continúa. Cuando esta vacuna se apruebe, que estoy seguro que será el próximo año, ellos van a llamar a los 30 mil voluntarios que han participado en este estudio para informarles si recibieron la vacuna o el placebo.

-Doctor, ¿Cree que esta pandemia le ha dejado a la ciencia un desafío interesante sobre el trabajo mancomunado global que se ha visto en todos los laboratorios del mundo? ¿Cuáles son algunas de estas ideas que le deja esta pandemia a la ciencia que todavía estamos transitando?

 

— Claro que sí. Esta pandemia representó y representa un desafío muy grande para la ciencia y creo que ha respondido holgadamente. Ha respondido desde que el 11 de enero se “colgó” el genoma del nuevo coronavirus en Internet, descubierto por científicos chinos; y hoy más de 150 laboratorios ya están en el proceso de desarrollar vacunas.

La ciencia ha aprendido cuando se empezaron a usar ciertos medicamentos de manera empírica al comienzo y luego los científicos empezaron a hacer estudios randomizados -de doble ciego- para demostrar su efectividad, y así aprendimos que el remdesivir no cura, pero baja los días de hospitalización. Así aprendimos que la hidroxicloroquina lamentablemente produce más complicaciones que beneficios en los pacientes hospitalizados. Así hemos aprendido que se están desarrollando anticuerpos monoclonales que van a ser muy buenos para el tratamiento. Hemos aprendido sobre los porcentajes de vacunación que necesita la población para estar inmunizada. Creo que hemos aprendido.

Y aquí una reflexión, hay mucha gente, y esto es consecuencia de que en muchos países la educación de ciencia a nivel escolar no es la más adecuada, y no entienden cómo funciona la ciencia. Entonces es muy común que por ejemplo digan, a los científicos yo no les creo nada.

Al comienzo de la pandemia decían no usen mascarillas, y ahora dicen que sí. O al comienzo decían que la hidroxicloroquina estaba bien y ahora dicen que no. Señores, ¡esa es la naturaleza de la ciencia!. La ciencia es evolutiva. Es dinámica, va cambiando. Hay que entender eso. Un buen ejemplo es lo que pasó con (Donald) Trump.

Al presidente Trump le administraron el «cóctel” con anticuerpos monoclonales que es lo máximo que la ciencia está haciendo actualmente contra el coronavirus, el antiviral remdesivir, dexametasona, y gracias a la ciencia se pudo demostrar que funcionaba.

Es muy importante que el público entienda que la ciencia y la evidencia tienen que ser las guías de nuestras decisiones para el control de esta pandemia.

ENTREVISTA: DANIELA BLANCO -ANGEL SOTERA