Unidades productivas pequeñas
El investigador del Observatorio de la Deuda Social de la UCA Eduardo Donza, en diálogo con Radio UNO de Chascomús consideró fundamental recuperar la expectativa de que a través del esfuerzo puede darse la movilidad social ascendente
Desde el Observatorio de la Deuda Social de la UCA expresaron por la situación de los trabajadores del sector informal en la Argentina, refiriéndose a este tema el investigador Eduardo Donza, quien fue entrevistado en el programa ‘Tardes El Trébol’ de Radio UNO 102.1 por el periodista Alfredo Perona.
En primer término, Donza explicó sobre la temática que “son trabajadores que están insertos en unidades productivas de menor tamaño y baja productividad”, comparando en ese sentido los diferentes sectores de empelo al señalar que “tenemos un sector público de la actividad, un sector privado formal que tiene alta productividad y paga buenos salarios generando bienes y servicios de calidad y saca ganancias distribuyendo parte de eso en sus trabajadores que están registrados”, añadiendo al resepecto que “después hay un sector informal o microinformal con unidades productivas pequeñas, de hasta cinco trabajadores que eso no sería problema porque puede ser un estudio contable u otra actividad y que tengan niveles de productividad altos y ganancias altas”.
El investigador de la UCA señaló en cuanto al origen de las problemáticas de este sector que “el problema es que ese sector microinformal a partir de la década del ’90 estaba representado por una mano de obra no especializada que podía ser un taller mecánico, o alguien que arregla un aire acondicionado”, destacando en cuanto a esto que “pero luego de la década del ’90 y tras el fracaso de las políticas neoliberales se hizo un sector refugio por parte de trabajadores que no conseguían trabajo en el sector formal”.
De este modo Donza subrayó la situación opuesta entre un sector y otro del mercado laboral, remarcando que “en un extremo tenemos algunos que se tienen que inventar trabajos como puede ser un reciclador de residuos, un cartonero, alguien que hace venta ambulante con una manta en el piso, o los chicos que a veces nos limpian un parabrisas en la esquina, todos estos trabajos pero de muy baja mano de obra y muy baja retribución”.
De igual manera, el referente de la investigación llevada a cabo por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, señaló que “lo más alarmante de esto es que en este sector informal de la economía tenemos prácticamente a la mitad de los trabajadores, lo cual no está marcando que uno de los problemas serios que tenemos es esa desigualdad y esa heterogeneidad estructural en la parte productiva, que eso repercute directamente en el mercado de trabajo, en los ingresos y en la calidad de vida de la familia”. A su vez, sostuvo con respecto a esa alternativa laboral que “es un autoempleo que genera la persona porque no puede conseguir trabajo en un sector asalariado, muchas veces trata de desarrollar un microemprendimiento pero no todos tienen las características para poder llevarlo adelante”.
Por otra parte, Donza fue claro al afirmar que no cualquier persona puede generar un emprendimiento propio, al expresar que “hay que tener una habilidad para generar un bien o servicio, y si tiene la habilidad no tiene la capacidad de vender o generar la cadena de distribución de ese bien o servicio”, sosteniendo también que “muchos terminan en estos autoempleos con un inconveniente que hay que tener en cuenta que no es que los trabajadores rotan en el sector informal, es decir que están solo un tiempo hasta que surge un trabajo mejor, sino que están cada vez más alejados del sector formal y algunos que nunca pudieron trabajar en el sector formal”.
Además, el responsable de la mencionada investigación consideró que estos trabajadores “están cada vez más afuera y más en la periferia en un empleo muy precaria y de muy baja calidad, y hasta hay familias que pueden desarrollar ese tipo de actividad”, resaltando sobre los mismos que “muchos no pueden darse el lujo de estar desocupados y necesitan algún tipo de ingreso familiar aunque sea de muy baja retribución horaria, pero lo poco que puedan generar va a ser positivo para redondear a veces lo que son las ayudas sociales”.
Donza también se refirió a cómo las unidades familiares vinculadas a este sector dependen de la asistencia estatal, resaltando que “el 30% de los hogares está recibiendo algún tipo de subsidio estatal que por supuesto no alcanza, y muchas veces es complementado por estos empleos que aunque son de baja calidad y baja retribución les sirve para redondear un ingreso para poder sobrevivir”, indicando también que “son personas que no tienen la habilidad para ser buenos emprededores, sino que están ahí como refugio porque no consiguen un trabajo asalariado, es decir vender su fuerza de trabajo”, añadiendo en ese sentido que “esto los va dejando cada vez más afuera del sistema”.
Finalmente, Donza expresó que esta situación viene reproduciéndose desde hace un par de décadas, remarcando que “como esto es un problema de hace décadas ya tenemos una tercer generación que no vio el esfuerzo de sus padres o abuelos bien retribuido por la sociedad”, al tiempo que consideró también que “así nos van quedando parte de la población y a veces familias enteras que generan una exclusión de la distribución de los ingresos, sino además de las pautas o normas de conductas o de respeto para el otro”. A su vez, reveló que “las familias indigentes viven en un 50% de la asistencia del Estado y el resto de los fondos del mercado informal de trabajo”, destacando también que “así se da una ruptura de la esperanza de que con el esfuerzo se puede estar mejor, algo que era común hasta la década del ’80, esa movilidad social ascendente”.
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