El presidente Alberto Fernández intervino para obturar un nuevo intento del kirchnerismo para forzar a subir al ring a Horacio Rodríguez Larreta y ratificó la paz con el principal líder opositor. En medio de la andanada de críticas contra el jefe de Gobierno porteño, el Presidente lo recibió en la quinta presidencial de Olivos como una muestra de que la sociedad que enhebraron frente a la pandemia del coronavirus aún goza de buena salud.
«Estamos en una pandemia, seguimos trabajando juntos», le dijo el jefe del Estado a Rodríguez Larreta apenas pisó su despacho.
El Presidente le pidió a Rodríguez Larreta y a Santilli analizar «juntos» lo que sucedió con la suba de contagios en la ciudad y quedaron en hablar el jueves próximo, con los resultados en la mano, para evaluar los pasos por seguir. En la Casa Rosada crece la preocupación por el aumento de casos en el distrito porteño.
Con la excusa de la presentación de la creación de un kit de detección rápida de la enfermedad, desarrollado por un laboratorio argentino en colaboración con el Instituto Milstein del Conicet, el Presidente convocó a Rodríguez Larreta y al vicejefe de Gobierno, Diego Santilli.
La reunión fue corta y con una intención definida: que la fotografía del Presidente y el jefe comunal llegue lo más rápido posible al Instituto Patria, búnker de la expresidenta Cristina Kirchner y de los integrantes de La Cámpora, la agrupación que lidera su hijo, Máximo Kirchner. Es que, en medio de la lucha contra la enfermedad, el mandatario no quiere distracciones.
El llamado llegó a las 17, después de que la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, una de las líderes de La Cámpora, se sumó a los cuestionamientos contra el jefe de gobierno porteño por su decisión de habilitar el funcionamiento de los comercios no esenciales en la Capital.
«Nos parece un acto de irresponsabilidad por parte del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Representa un riesgo enorme para toda la población», señaló Mendoza, activa dirigente de La Cámpora.
Fue la inequívoca señal de que era hora de intervenir y dejar en claro que, al menos mientras dure la cuarentena, Rodríguez Larreta es un aliado necesario. Pero Mendoza no fue la única. El primero en poner el foco sobre el mandamás de la ciudad fue Máximo Kirchner.
En su intervención, ayer, en el cierre del debate de la primera sesión virtual de la Cámara de Diputados, el legislador nacional le mandó un mensaje directo: «Cuenta con nosotros para aguantar esa presión y preservar la vida de la gente».
Después fue el turno de Axel Kicillof. Desde la gobernación bonaerense, el jefe de Gabinete, Carlos Bianco, y el viceministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, señalaron que la flexibilización del aislamiento podría disparar los casos en el conurbano.
Cerca del gobernador bonaerense aseguraron que no quieren ir a una guerra con Rodríguez Larreta. Algunos funcionarios bonaerenses, con malicia, hablan de una devolución de gentilezas de La Plata a la Casa Rosada porque el Presidente sacó a la cancha a María Eugenia Vidal con sus críticas.
En las últimas horas se sumó el intendente de Berazategui, Juan José Mussi, cercano a la vicepresidenta. Según el jefe comunal, «si las cosas siguen así», habría que cerrar los accesos a la Capital para limitar la propagación del virus. «Todos los intendentes estamos de acuerdo con que el jefe de Gobierno de la Ciudad no abra los comercios. Tendríamos que cerrar los puentes si eso pasa», dijo, en diálogo con El Destape Radio. El jefe comunal de Florencio Varela, Andrés Watson, también se incorporó a la lista.
Alertado de la creciente presión, el Presidente decidió actuar. La fotografía con Rodríguez Larreta y Santilli, esperan en la Casa Rosada, debería calmar a la tropa de Cristina Kirchner.
El jefe de gobierno porteño y su vice no responderán públicamente las críticas. «Está conforme», describió un hombre cercano a Rodríguez Larreta. «Más nos pegan, más tranquilos tenemos que estar», agregaron fuentes cercanas al jefe de gobierno.
En la ciudad cargan la responsabilidad por los cuestionamientos en la provincia y a La Cámpora. «Como no pueden controlar nada, nos acusan a nosotros. A diferencia de ellos, nosotros estamos yendo a buscar los casos», se defendieron en Uspallata. (La Nación – Por Santiago Dapelo)