En terapia intensiva

En un contexto crítico a nivel general de la salud privada, la Clínica Chascomús afronta un fin de año incierto: deudas salariales, deserción de profesionales y fallidas propuestas de gerenciamiento y/o compra auguran el peor final. No obstante, 45 empleados resisten, mientras que el sanatorio que cuenta con cerca de 60 accionistas busca alternativas para paliar el histórico desfasaje económico, profundizado durante la pandemia

 

“La realidad es complicada y hay preocupación, las posibilidades de gerenciamiento quedaron descartadas por el momento. En la actualidad la clínica funciona a media máquina, consultorios y cirugías sencillas, de no más de un día de internación”, expresó Alan Covetta, delegado de ATSA (Asociación de Trabajadores de la Sanidad Argentina), en diálogo con ANTI.
En ese sentido, el representante gremial detalló que “el compromiso es que en enero se habilite la guardia, para movilizar y generar actividad, ya que hace dos meses que la clínica no está operativa. De todas formas, significa un paño de agua fría en un gran incendio, ya que no se financia funcionando al 100 por ciento, menos ahora”.
Y seguidamente, Covetta agregó: “se deben alrededor de seis millones de pesos en sueldos, incluidos los aguinaldos de junio y diciembre. Con el ATP, menos en mayo y septiembre, se cobró a duras penas. La salida de siempre implica dilatar el inminente desenlace, por eso es necesario un retoque administrativo en serio”.
No obstante, otras fuentes involucradas en las negociaciones y gestiones para que la Clínica Chascomús tenga un futuro descartaron el “conflicto gremio/patronal” y remarcaron que “trabajadores y parte de los accionistas comparten la preocupación, no bajan los brazos y buscan una salida a una problemática común de los prestadores privados de salud”.
En estas consultas de ANTI, resaltaron “el estado terminal de la actividad”, con documento elevado al Ejecutivo Nacional por los Prestadores Privados de la Salud (ADECRA; CEDIM; CEPSAL; CONFECLISA; CADIME; AAEG; CACEP; FEM), en el que solicitan “adopción de medidas urgentes”.
Además, informaron las características de la crisis particular del sanatorio lagunero: prestaciones insuficientes para solventar gastos operativos, incluso con la asistencia del Estado (ATP), y desfasaje entre el valor de los costos y la actualización de los convenios con las obras sociales, marcando como necesario para salir de esta situación prácticamente terminal, una inyección de recursos, nuevos “contratos”, la normalización del funcionamiento de la clínica y el acompañamiento del vecino.
Por lo pronto, en cuanto a las opciones de gerenciamiento mencionadas en los últimos meses, el delegado gremial Covetta fue escéptico: “una de las propuestas incluía una retención del 30 por ciento de la facturación de los médicos, incluyendo bonos, honorarios y demás prácticas, pero no prosperó. Según esta gente interesada no hubo contraoferta por parte de la clínica y la negociación se cerró”.
Y luego añadió: “la clínica no rinde primero porque no funciona en plenitud y segundo porque los médicos no quieren ceder, como ocurre en otros lados, en el Hospital Italiano a los profesionales que ejercen les retienen el 20 por ciento, en Chascomús solo el seis, resulta una condición ventajosa para ellos”.
Con este escenario, “la salida no la sé”, dijo Covetta y describió el laberinto: “lo más conveniente es que alguien la compre, se saldarían muchas deudas, pero también entiendo que esta llegada puede significar reducción de carga salarial y algún que otro despido, lo cual no es lo ideal”.
El plan de contingencia, en su momento, incluyó un acuerdo con el Municipio para que la clínica recibiera a los aislados por Covid. “Hace un mes están a disposición cinco habitaciones, pero no fueron más de cuatro personas las que las utilizaron. Fue una forma de ayudar, pero insuficiente, hace poco tuvimos una reunión para ver si se pueden generar convenios con localidades de la región y buscar otras maneras”, manifestó el delegado, que cerró: “hoy reina la angustia, el malestar, ya no se quiere venir a trabajar, es una incertidumbre bárbara”.
De esta manera, en la Clínica Chascomús, todos parecen atrapados en una encrucijada, varios de los accionistas, sin voluntad ni ánimo de volver a invertir tiempo, recursos y trabajo; los 45 empleados, sin labor ni salario; el vecino, sin una opción privada de salud; y el sistema hospitalario estatal saturado ante una crisis generalizada que se evidencia, con características propias, en la ciudad lagunera. (Fuente ANTI Noticias)