Perdía, abogado de profesión, fue ideólogo del ataque al regimiento de infantería Monte 29 de Formosa, en 1975, y condujo la Contraofensiva montonera de 1979-1980.
Roberto Cirilo Perdía, exintegrante de la conducción de Montoneros, murió este martes a los 82 años. Durante la década del ‘70 del siglo pasado había llegado a ocupar el tercer lugar del mando de esa organización político militar de origen peronista, por detrás de Mario Firmenich y Fernando Vaca Narvaja. Su fallecimiento fue confirmado en las redes por el ex líder de Quebracho Fernando Esteche, amigo cercano de Perdía, que escribió: “¡Hasta la victoria Montonero! Falleció el Pelado Perdía. Gran tristeza, gran vacío. Un intelectual, un cuadro, un patriota”.
Perdía había nacido en Rancagua, un pueblo del partido de Pergamino, el 9 de julio de 1941. Estudió abogacía en la Universidad Católica Argentina y en esa época comenzó con su actividad militante.
Entre otras cosas, trabajó como bancario, y su primera actividad política conocida fue durante una huelga del sector, en 1959. Más tarde se radicó en la cuña boscosa santafesina, donde se vinculó con Raimundo Ongaro y el sacerdote Rafael Yacuzzi.
A fines de los ‘60 adscribió a la lucha armada, primero en las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y luego en Montoneros. Como parte de la conducción de esa organización, fue uno de los ideólogos de la llamada “Operación Primicia”, el sangriento ataque al Regimiento de Infantería de Monte 29 de Formosa, ocurrido en octubre de 1975 durante el gobierno de Isabel Perón, en el que murieron 12 montoneros y 12 defensores del cuartel, de los cuales 10 eran conscriptos.
Exilio
Se exilió a Madrid durante la última dictadura militar, desde donde fue parte del grupo de dirigentes montoneros que ordenó la Contraofensiva de 1979-1980 que terminó con la mayoría de los cuadros que volvieron al país capturados y asesinados.
En una entrevista con Infobae tiempo atrás, el exguerrillero se había referido a esa operación como “la acción militar más importante que se hizo en la Argentina”. “No por el volumen, sino por la complejidad que tenía. Un avión, más de mil kilómetros, ir y volver. Una complejidad muy grande que terminó con muchas dificultades”, dijo.
Y agregó que no estaba “arrepentido”: “Para mí la palabra no es arrepentimiento. Sí hay un dolor de todo eso y es un dolor colectivo, de la sociedad. Y fundamentalmente un dolor mucho, mucho más profundo en el sentido que aquellos sueños de miles de compañeros no se pudieron realizar”.
En 2003, Perdía fue detenido en una causa vinculada a la desaparición de militantes montoneros, pero fue liberado meses después. (DIB) MM