Preocupa al sindicalismo que surjan otros nombres, mientras circulan versiones sobre cuatro dirigentes de primera línea que pasaron por el “vacunatorio VIP”. Un aliado del líder camionero está involucrado en el robo de vacunas en Chubut
“Me vacuné con mi mujer y mi hijo menor con una provisión del Gobierno de la Ciudad para el Sanatorio Antártida”. De esta forma, Hugo Moyano confirmó esta mañana por radio que se había vacunado de manera privilegiada, en un caso que tiene a muchos sindicalistas con los nervios alterados porque temen que se difundan más nombres de los vacunados VIP. Circulan por lo menos cuatro nombres de dirigentes de primer nivel que habrían aprovechado su cercanía al ex ministro Ginés González García para aplicarse la primera dosis de la Sputnik V.
Moyano se vacunó junto con su esposa, Liliana Zulet, y su hijo Jerónimo, de 20 años. El líder del Sindicato de Camioneros, de 77 años, es un referente del gremialismo oficialista y desde que comenzó la pandemia tuvo muy pocas salidas porque es grupo de riesgo: trabaja desde su casa en Barracas, ocasionamente concurre a su oficina enl gremio y trata de no participar de reuniones ni actos.
Zulet maneja empresas vinculadas con los Camioneros y, según cuentan, está obsesionada con el COVID-19: discute con su esposo para que no salga de la casa y le exige severas prevenciones de seguridad a Jerónimo, el único hijo que tiene con Moyano y que ya se contagió de coronavirus y estuvo internado en el Sanatorio Antártida.
Un aliado de Moyano también aparece involucrado en el escándalo en Chubut por el robo de 30 vacunas rusas del Hospital Regional de esa ciudad: en los allanamientos para investigar el episodio apareció documentación de la que surge que el titular del Sindicato de Camioneros local, Jorge Taboada, alineado con el ex titular de la CGT, y otros dirigentes de esa organización se aplicaron de manera irregular la primera dosis de Sputnik V.
Los celulares de la mayoría de los mencionados en las versiones están apagados, aunque en algunos casos sus colaboradores accedieron a hablar con Infobae. Uno de ellos admitió que se sabía del “vacunatorio VIP”, pero que su jefe sindical no recibió ninguna oferta para vacunarse y que no le parecía “el camino correcto”.
Otro allegado a un encumbrado dirigente de un gremio de servicios negó cualquier propuesta de este tipo e incluso afirmó que los médicos de su obra social le habían desaconsejado vacunarse, aunque tiene más de 70 años, porque “existen muchos casos de efectos colaterales” entre el personal de salud que se aplicó la Sputnik V.
El temor a que trasciendan nuevos nombres de los privilegiados que pasaron por el “vacunatorio VIP” también alcanza a un prominente jefe de un sindicato industrial, de estrechos vínculos con el Gobierno, que tiene un frágil estado de salud. En su gremio, los voceros consultados no confirmaron ni desmintieron la versión.
Más allá de los dirigentes salpicados por el escándalo de las vacunas, en el sindicalismo respiraron aliviados luego de enterarse de que la reemplazante de González García será Carla Vizzotti, la viceministra de Salud. En la tarde del viernes había fuertes versiones de que podía ser designado el ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollán, que está enrolado en el kirchnerismo y mantiene una relación signada por la desconfianza con la cúpula de la CGT.
La dirigencia gremial mira con recelo a Gollán: lo conoce desde que manejó la cartera de Salud durante el gobierno de Cristina Kirchner y sostuvo a Liliana Korenfeld, una santacruceña de confianza de la actual vicepresidenta, al frente de la Superintendencia de Servicios de Salud, que administra los fondos de las obras sociales, y mantuvo un férreo control de los fondos y, según las quejas sindicales, los distribuyó con un criterio discrecional.
Gollán era mencionado como el posible sucesor de González García, impulsado por Cristina Kirchner, incluso antes del episodio de las vacunas VIP. Es coordinador del área de salud del Instituto Patria y coincide con las ideas de Nicolás Kreplak, su viceministro en la provincia de Buenos Aires y responsable de un plan para reformar el sistema de salud que causa resquemores porque, según el sindicalismo, pondría en jaque a las obras sociales.
En la CGT dan por hecho que Vizzotti reemplazará al actual superintendente de Servicios de Salud, Eugenio Zanarini, un especialista en temas de salud que es de estrecha confianza de González García. Los dirigentes gremiales no lo extrañarán porque mantienen una relación apenas correcta con él, pero hay expectativa acerca de quién podría reemplazarlo en el organismo que regula y distribuye la plata de las obras sociales.
González García tampoco tenía últimamente un vínculo muy fluido con la cúpula de la CGT, aunque es amigo de muchos dirigentes como el titular de la Federación de Trabajadores de Sanidad, Carlos West Ocampo. El saliente ministro de Salud comenzó su gestión con la promesa de que designaría como titular de la Superintendencia a un candidato propuesto por la central obrera, pero una vez que la CGT eligió al médico David Aruachan terminó designando en el puesto a Zanarini, ex vicerrector de la Universidad Isalud, creada por González García.
Una vez que asumió su cargo, el ex ministro de Salud tardó casi tres meses en concederle una audiencia a la CGT y lo hizo cuando ya regía la emergencia sanitaria, e incluso incomodó a la dirigencia gremial cuando reveló que estaba negociando con la central obrera la suba de los aportes de los trabajadores para las obras sociales. (Fuente: Infobae)