Es la ciudad más importante del noroeste de la provincia de Buenos Aires, y la referencia sanitaria de la región. Sin embargo y a pesar de tener un sistema sanitario robusto, se encuentra a pocas camas de colapsar por la pandemia de COVID-19: las clínicas privadas trabajan al 100% de su capacidad y el Hospital regional está al 80%
La ola pegó con fuerza. La primera llegó en octubre, pero nada colapsó. Las palabras por entonces eran saturación, estrés, tensíón. El sistema sanitario de Junín, Provincia de Buenos Aires, resistió la embestida. Pero entonces llegó la segunda ola.
Hasta el momento, la ciudad de 100 mil habitantes, cabecera de la tercera región sanitaria de la provincia, cuenta 249 fallecidos y casi 10 mil positivos acumulados (con 725 positivos activos). Los números indican además una tasa de letalidad de casi 2.5%. Sin embargo, tal vez no sean suficientes estos datos para graficar la gravedad de la situación en Junín, que el miércoles 12 de mayo volvió a Fase 2 y se encuentra en estado de alarma.
Las nuevas restricciones incluyen cierre de los comercios a las 19 horas, circulación restringida entre las 20 y las 06 horas, suspensión de todas las reuniones sociales y culturales tanto al aire libre como en ambientes cerrados, y suspensión de las clases presenciales en todos los niveles. Y aunque en un principio el intendente Pablo Petrecca (de Juntos Por el Cambio) se resistía a poner medidas estrictas, la gravedad de la situación lo hicieron asumirlas.
“El aumento de contagios y la falta de camas hizo que la autoridad provincial decidiera que Junín se encuentre en Fase 2 desde el miércoles 12 de mayo. Estuve charlando con el Jefe de Gabinete del Gobernador (Carlos Bianco) y le manifesté que entendía la necesidad de tomar algunas medidas más restrictivas, pero también le expresé nuestra disconformidad respecto al cierre de la presencialidad en las aulas”, dice a Infobae, en su despacho de la municipalidad.
La alarma principal -como él mismo expresa- se encendió a partir de la falta de camas. Es que la ola pegó con fuerza pero también con velocidad. De un momento a otro, comenzaron las internaciones en Junín y todas las instituciones médicas se encontraron desbordadas, tanto las clínicas privadas como el Hospital Interzonal General de Agudos Abraham Piñeyro, dependiente de Provincia. Su director es Sebastián Meneses, y él mismo explica a Infobae la situación del Hospital, mientras nos permite recorrerlo.
“El hospital tiene 9 camas de Terapia Intensiva para COVID, con un potencial de 12 si es necesario. Hoy tenemos ocupadas 6 y tres disponibles, pero todo cambia momento a momento”, dice, y explica que gracias al apoyo del Ministerio de Salud de la Provincia pudieron ampliar su capacidad porque antes era mucho menor.
“Hoy tenemos una ocupación en la terapia de un 80% aproximadamente, y 23 pacientes en el segundo piso, que son los casos moderados que no requieren por ahora de cuidados intensivos, pero esto es algo dinámico”, agrega.
-¿El sistema de salud del hospital está estresado, tensionado o colapsado? ¿Cómo lo describiría?
-El personal hospitalario está bajo tensión constante. Gracias a Dios no hemos colapsado pero no hay que jugar con fuego. Si bien ha transcurrido más de un año y tenemos más conocimiento del virus, todavía falta para terminar con la pandemia. Han surgido variantes genómicas, inclusive en nuestra ciudad se aceleró el contagio y ya tenemos la cepa de Manaos. Hay que ser prudentes y continuar con las medidas.
-¿Cuál es hoy el principal enemigo del sistema sanitario en Junín? ¿Falta de camas?
-No, la falta de recursos no. Creo que falta responsabilidad ciudadana, que sea más empática con el prójimo. Y de la parte dirigencial, el arco opositor al gobierno nacional y provincial debería ser más responsable a mi entender.
Junto a él está Jorge Herce, Director Ejecutivo de la Región Sanitaria Tercera (que incluye a Junín, Chacabuco, Ameghino, General Arenales, General Pinto, General Viamonte, Leandro N Alem y Lincoln). Es el enlace entre el gobierno provincial y la región. Su rol es fundamental porque, tal como explican todos en Junín, la ciudad es centro de derivaciones. Es decir, recibe muchos pacientes de municipios vecinos, lo cual exige más al sistema.
“La situación en la región es compleja”, dice. “Hay algunas diferencias entre distritos. Algunos están muy comprometidos: Chacabuco, Junín, Leando N Alem, Ameghino… Lo que vemos en esta ola es que en la otra hubo un delay entre lo que pasaba en el AMBA y lo que pasaba acá. En este caso sucedió casi a la vez, con mucha más velocidad. Esa onda expansiva antes se relataba como una gota de aceite, ahora fue como un tsunami”, explica.
Mientras recorremos el Hospital vemos a las enfermeras y enfermeros ir de un lado para el otro, chequear el monitor de un paciente, la intubación de otro. La sala de COVID está separada de la no COVID, y dentro de la sala de los contagiados cada cama se separa de la otra por biombos verdes. La diferencia principal con la primera ola, dice al pasar una enfermera, es que ahora el personal de salud está vacunado y eso cambia mucho.
Justamente esa condición de referente regional es uno de los motivos de discusión entre la intendencia de Junín y la provincia. Todos coinciden en que alrededor del 30% de los internados en las clínicas y el hospital de la ciudad son vecinos de otras localidades. Para eso es que hay un Hospital Regional, para recibir aquellos casos que no se pueden afrontar localmente. En Chacabuco por ejemplo, donde hay un hospital municipal, la ocupación de camas ya lleva una semana al 100% y cada paciente nuevo debe ser derivado. El problema -cada vez más grande- es derivado a que institución. El tetris de camas es, cada día, más complicado.
“Lo que le marqué al Jefe de Gabinete -dice Petrecca– es que entre los índices que ellos toman está el de la ocupación de camas. En esa ocupación no se está contemplando que Junín es un lugar de derivación y que abarcamos pacientes de la zona. Y lo que yo planteé es que revean esta situación cuando hacen el índice matemático para no tener datos distorsionados. Y a su vez la comisión de salud de la mesa de crisis ha propuesto que todos los municipios que deriven a la ciudad de Junín estén en la misma fase. No fue una propuesta mía sino de la mesa sanitaria”, concluye.
El pedido es porque Junín volvió a Fase 2 pero muchas de las localidades vecinas no, y consideran que las restricciones deben ser para la zona si quieren que la baja de casos sea efectiva, y puedan empezar a liberarse las camas.
La pandemia en el sector privado
Por el lado de las clínicas privadas la situación no es mejor. En enero una de las clínicas que atendía a PAMI -Instituto Médico de la Comunidad (IMEC)- cerró sus puertas por problemas financieros. La situación llegó a oídos de las autoridades del PAMI y desde marzo volvieron a abrir, gracias a un salvataje económico del mismo organismo previsional. Hoy la clínica tiene cerca de cuarenta camas de internación (para pacientes de todo tipo), que de faltar podría haber conducido al colapso total.
“Apenas reabrimos la clínica, a los 10 días se ocuparon todas las camas de la institución. Eso demuestra que realmente hay una demanda muy grande de camas de salas general y de terapia intensiva. Por eso fue un enorme beneficio para los afiliados de PAMI y sobre todo para los abuelos y las abuelas de Junín”, dice Mariano Ballester, Presidente del Directorio de la clínica. Y agrega: “Estamos trabajando al 100% de la capacidad todos los días”.
Las camas de terapia intensiva de las institución son apenas 6 (3 para COVID y otras 3 para no COVID). Todas están ocupadas. Pero sin ellas, hoy habría un problema aún más serio en la región. “Estamos en condiciones de recibir pacientes generales pero estamos muy al límite con las camas. Nos está pasando que entre todas las clínicas estamos interactuando de manera permanente para cuando falta una cama. Hay mucha solidaridad entre todos, y si hay una cama el paciente se deriva, no importa si sea privado o público, la verdad que la articulación de lo público y lo privado está funcionando muy bien en Junín”, dice.
La misma situación pintan desde la clínica privada La Pequeña Familia, una clínica de lujo que todos en Junín nombran como la gran protagonista en la lucha contra el COVID.
Javier Pepa, Director Médico Adjunto de la institución, pinta el panorama: “Tenemos un sector de internación general de COVID (para pacientes de moderada severidad) con 18 camas (teníamos 10 antes de la pandemia y crecimos a 18). En este momento hay 13 pacientes internados ahí y 5 camas libres. Pero eso es piso, es decir, atención general. Después, en terapia intensiva tenemos 20 camas, que está dividida en 10 camas COVID y 10 camas no COVID. Las 10 camas COVID desde hace 10 días están con una ocupación del 100%, y en el sector no COVID tenemos una ocupación promedio del 80%”, dice.
Mientras recorremos la clínica, cuenta una situación del día anterior. “Nos tocó vivir una situación casi de colapso. Un paciente que estaba en IMEC, con cobertura de PAMI, estaba internado en terapia intermedia y hacía medio día que necesitaba terapia intensiva y que se le coloque un respirador. Y no había una cama de terapia en toda la ciudad a donde se lo pudiera derivar. Y sucedió que en el mismo IMEC falleció una persona y cuando se liberó esa cama, se lo pasó ahí. Pero era una persona que debía entrar a ventilación mecánica 12 horas antes por lo menos. Esa es una situación de colapso real, algo que nunca nos había pasado en Junín”, relata.
Un rato antes de nuestra llegada a la clínica, el mismo Pepa recibió el pedido de una derivación. Una mujer de 46 años de la ciudad de Salto necesitaba una cama de terapia intensiva. “Hoy justo una de las pacientes de terapia intensiva que teníamos pasó a piso (a terapia intermedia) porque se recuperó. Así que esa cama la va a ocupar esta derivación, cuenta. Y dice que así sucede todos los días: deben aceptar o rechazar pacientes según disponibilidad a cada momento.
El fundador de La Pequeña Familia es el doctor Norberto Petraglia. También nos recibe en la clínica y nos muestra la UTI, que es por otro lado la más grande y moderna de la zona. Su sueño cuando creó la institución era hacer una clínica de referencia para la región. Nunca antes como ahora ese sueño se cumplió, aunque sea con un sabor amargo. “En este momento tenemos un 30% de los pacientes ventilados que no son de Junín sino que son de la región. Y no renegamos de eso porque fue el motivo fundacional de la institución: atender a las necesidades de la zona”, dice.
Se lo ve orgulloso de lo que logró, y tiene su lógica: sin las 20 camas de terapia intensiva de la clínica, hoy Junín efectivamente habría colapsado. La misma ecuación debe hacerse ante cada institución: si no estuviera el Hospital, habrían colapsado. Si no estuviera alguna de las otras clínicas privadas, habrían colapso. Todo conduce al lema obvio: nadie se salva solo.
“Creo que el gobierno está haciendo su mayor esfuerzo por intentar conseguir vacunas y no es momento ahora de peleas sino de estar todos juntos en una situación tan amarga como esta”, dice Norberto. Sus colegas asienten.
Seguramente, en algún lugar de la ciudad o la provincia afloren conflictos políticos, haya una danza de culpas y acusaciones. Poco tiempo para eso da, hoy por hoy, el golpe de la segunda ola en Junín, que pegó fuerte, que se define y redefine a cada minuto, ante cada llamado en busca de una nueva cama para salvar una vida.
(Fuente: Infobae -Por Joaquín Sánchez Mariño)