La acción antiviral de la carragenina se debería a que gracias a su carga negativa, se uniría a las partículas virales, cuya envoltura contiene proteínas con carga positiva
El SARS-CoV-2 ingresa al cuerpo de su “huésped” es a través de la nariz y la boca. Teniendo en cuenta ese dato, poder bloquear farmacológicamente esta puerta de entrada, sobre todo en poblaciones que están muy expuestas como el personal de salud, podría ayudar a reducir el número de contagios de coronavirus y bajar además la trasmisibilidad.
Esta es una de las aplicaciones potenciales que un equipo de investigadores argentinos, enmarcados en un proyecto seleccionado por la Unidad Coronavirus COVID-19 (conformada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, el Conicet y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación, en el marco del Programa de Fortalecimiento Federal), considera que puede tener un spray nasal, que ya se comercializa en la Argentina y en otros dieciséis países para el tratamiento de resfríos comunes, cuyo principio activo es la carragenina.
Los carragenanos son polisacáridos (unión de muchos monosacáridos o azúcares) producidos por algunas algas rojas que, desde que fueron descubiertos hace alrededor de 600 años en un pueblo del norte de Irlanda, conocido justamente como Carraghen, son utilizados como espesantes y estabilizadores de alimentos. En la actualidad, su uso está muy difundido, no sólo en la industria alimentaria, sino también en la farmacéutica y la cosmética.
Hace ya más de seis décadas, estudios científicos empezaron también a poner a prueba con éxito las propiedades antivirales de la carragenina. Así, diferentes ensayos, in vitro y en modelos animales, probaron su capacidad de inhibir distintos virus con envoltura, como el virus de la influenza B, virus herpes tipos 1 y 2, virus de la inmunodeficiencia humana, del papiloma humano, influenza A H1N1, dengue, rinovirus, hepatitis A, enterovirus y algunos coronavirus.
La acción antiviral de la carragenina se debería a que este compuesto polimérico funcionaría como una barrera eléctrica que, gracias a su carga negativa, se uniría a las partículas virales, cuya envoltura contiene proteínas con carga positiva, impidiendo así que el virus se una a la superficie de las células y bloqueando su ingreso a las mismas. La carragenina puede también “capturar” las partículas virales que liberan las células que ya fueron infectadas.
“Esto nos permite pensar que la carragenina, aplicada a través de un spray nasal, podría tener dos objetivos diferentes en relación con el SARS-CoV-2. Por un lado, frenar la infección por la vía nasal en individuos sanos, mediante el blindaje de las células que forman el epitelio de la mucosa nasofaríngea. Por otro, en el caso de pacientes infectados que fueron recientemente diagnosticados, impedir que la partículas virales liberadas por las células que mueren colonicen nuevas células, por ejemplo del epitelio olfatorio, y que eso le permita al patógeno esparcirse hacia nuevas vías, para terminar llegando al sistema nervioso central; o que infecten más células del epitelio respiratorio, en el camino hacia el aparato respiratorio inferior”, expresó Osvaldo Uchitel, director científico del proyecto e investigador superior del Conicet en el Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias (UBA), del que fue su primer director.
“Si evitamos que el virus llegue al cerebro o a los bronquios y pulmones, entonces, el aparato respiratorio no se vería comprometido, y podríamos colaborar a reducir la cantidad de pacientes con covid-19 en estado grave, o incluso moderado”, indicó Diana Jerusalinsky, una de las integrantes del proyecto.
Como se sabe, uno de los síntomas frecuentes del covid-19 es la anosmia o pérdida del olfato, y esto ocurriría debido a la colonización por parte del virus de células del epitelio olfatorio, desde donde puede viajar directamente hacia el sistema nervioso central, para atacar al centro respiratorio, y allí afectar a las neuronas de forma directa o, indirectamente, a través de procesos inflamatorios. Para Uchitel y Jerusalinsky, especialistas en neurociencia, impedir mediante un tratamiento temprano que esto ocurra es clave para evitar que las infecciones por SARS-CoV-2 comprometan el funcionamiento del sistema respiratorio.
Ensayos
“La idea es hacer dos ensayos clínicos. Uno, en el que participará personal salud de hospitales del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), nos permitirá conocer en qué medida el spray puede ayudar a prevenir la infección por SARS-CoV-2 en personas con alta exposición al virus, otro que involucrará a pacientes con covid-19 recientemente diagnosticados (no más de 48 horas) y con síntomas leves, y apuntará a ver si la carragenina aplicada a través del spray nasal puede contribuir a evitar que las partículas virales lleguen al sistema nervioso central”, afirmó Uchitel.
Tanto los resultados de los experimentos realizados con modelos animales y líneas celulares in vitro (que constan en la literatura), como los ensayos clínicos que verificaron la eficiencia del spray nasal para tratar resfriados comunes (que involucran, en algunos casos, a virus de la familia de los coronavirus), permiten a los investigadores ser optimistas.
En el estudio también participan Juan Manuel Figueroa, director clínico y responsable de la Sección de Neumonología Infantil del Hospital de Clínicas “José San Martín” y Lorena Itatí Ibáñez, investigadora del Coniceten el Instituto de Ciencia y Tecnología César Milstein (ICT Milstein, CONICET-Fundación Pablo Cassará). Ambos presentaron en 2015, en el VII Congreso Argentino de Neumonología Pediátrica, un trabajo que mostró que la carragenina inhibe la replicación viral en cultivos de una línea de células de epitelio respiratorio humano infectadas con el virus de influenza H1N1.
“Otro aspecto importante de este proyecto es que, en caso de que los resultados de los ensayos clínicos sean los que esperamos sería factible producir el fármaco masivamente y de forma económica. Hay que tener en cuenta que la carragenina también se usa en otros productos farmacológicos (además de en alimentos y cosméticos), y que está comprobado que no genera efectos adversos”, concluyó Jerusalinsky. (DIB) AR