Gracias a la separación en origen pueden ser reciclados y retornados a la tierra en forma de humus para las plantas y cultivos.
Cada vecino puede sumar su colaboración para reducir la cantidad de residuos domiliciarios a la mitad, de manera simple, a través del compostaje de los residuos orgánicos.
Estos elementos son en su mayoría restos de comidas y representan valores cercanos al 50 por ciento de la basura que se genera en cada vivienda.
La Subsecretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable brinda recomendaciones para realizar esta práctica que produce abono natural para jardines, huertas y árboles.
El primer paso es recolectar toda la materia orgánica que se genera en el hogar y separarla del resto de los residuos.
El proceso consiste en intercalar capas de materia orgánica con tierra en un pozo o una compostera y mantenerlo tapado, seco y aireado.
También se puede combatir la humedad en exceso agregando un poco de aserrín mezclado.
En un máximo de seis meses, el material se convertirá en un sustrato de color negro listo para abonar.
Este proceso de transformación de la materia orgánica permite obtener el llamado compost, un abono natural utilizado como fertilizante, que aporta estructura, material orgánico y nutrientes al suelo.
¿Qué se puede compostar?
Restos de la cocina como café, té y yerba mate, cáscaras de frutas y verduras, cáscaras de huevo aplastadas, corchos y papel de cocina
Del jardín y la huerta se puede depositar flores, hojas y plantas verdes o secas, césped, restos de poda triturados, ceniza y aserrín de madera natural
¿Qué no se puede compostar?
Los restos no compostables son pescado, carne y huesos (provocan mal olor), quesos y bebidas lácteas, vegetales podridos en gran cantidad, papeles sucios con aceite y vinagre, excremento y paja (producen gérmenes), aglomerados (colas y barnices), barrido, contenido de la aspiradora y barrido, colillas de cigarrillo y ceniza o aserrín de madera tratada.