A 100 días de decretado el aislamiento social preventivo y obligatorio, la Argentina se dispone a iniciar a un nuevo confinamiento más restrictivo en las zonas con circulación comunitaria del COVID-19. «El esfuerzo permitió preparar el sistema de salud para lo que sabíamos que iba a pasar», coincidieron tres especialistas que asesoran al Gobierno
La Argentina cumple hoy 100 días de aislamiento social preventivo y obligatorio como una de las medidas centrales en la lucha contra el avance del coronavirus en el país. Y mientras algunas provincias y ciudades fueron logrando flexibilizar sus actividades, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) -que abarca a la Capital Federal y el conurbano bonaerense- concentra el 90% de los casos de todo el territorio nacional y enfrenta una “vuelta atrás” tendiente a frenar la escalada de infectados y evitar el colapso del sistema sanitario.
Con voces a favor y en contra, el aislamiento y distanciamiento social lleva más de tres meses, y pareciera que el humor y la tolerancia de la sociedad para cumplir el confinamiento se agotó, justo cuando la Argentina se encamina al tan famoso e indeseado “pico de contagios”.
¿Para qué, entonces, estamos confinados desde marzo? ¿No sirvió de nada el esfuerzo? ¿O hubiera sido inevitable el colapso sanitario si no se tomaba la medida de manera tan temprana? ¿Por qué la seguimos llamando cuarentena a los 100 días? Infobae entrevistó a tres de los infectólogos que integran el comité de expertos que asesora al Gobierno en la pandemia para conocer su opinión sobre esta cuarentena, ya conocida por muchos como “la más larga del mundo”.
“La cuarentena es un viejo término que se usó al comienzo de las enfermedades infecciosas porque precisamente se aislaba a los pacientes enfermos durante 40 días. Y hoy estamos usando el término para hablar de un periodo en el que hay que aplicar ciertas restricciones para reducir la transmisión del virus; para evitar que se multiplique con tanta rapidez se hace distanciamiento y aislamiento”. La médica infectóloga Ángela Gentile es jefa del Departamento de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y consultada por este medio precisó que “en la Argentina se pasó por una cuarentena de diferentes etapas”.
Así, detalló que “fue rígida en el principio, cuando se permitió sólo la movilidad del personal esencial, y a medida que los indicadores epidemiológicos mejoraron se pasó a otras etapas”. Los indicadores a los que la especialista se refiere son el índice R0 (la cantidad de personas que contagia cada infectado), la duplicación de casos (cuántos días tarda en duplicarse la cantidad de casos), las características de la movilidad de la población, la cantidad de camas de terapia intensiva, respiradores, y otros números duros que se analizan.
“De acuerdo a esos indicadores, nosotros optamos por cortar bruscamente la transmisibilidad tan alta que existía en marzo para aplanar la curva y permitirnos preparar el sistema de salud para enfrentar lo que sabíamos que iba a pasar -continuó-. Ahora hay dos realidades en el país: es diferente lo que ocurre en el AMBA, Chaco y alguna ciudad puntual con circulación comunitaria al resto del territorio, por eso cuando se ve que los casos se duplican en menos de 25 días se sabe que hay que permanecer en esta etapa, con una cuarentena administrada y ‘a la medida’ de cada lugar”.
La médica infectóloga Florencia Cahn es la presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunologia y Epidemiología (SAVE) aclaró que “lo que se llama cuarentena, en realidad en la Argentina tiene dos formatos: el 85% de los departamentos del país están en distanciamiento social preventivo y obligatorio (DISPO), que consiste en tener habilitadas actividades pero siempre respetando la distancia entre personas de un metro y medio o dos, el uso del tapabocas, la higiene de manos, la limpieza de superficies y todas las medidas recomendadas, mientras que el 15% restante, donde hay una densidad importante de población, como en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, se concentran más del 90% de los casos diarios de COVID-19 y ésas son las regiones que están en aislamiento social preventivo y obligatorio (ASPO); son los lugares donde hay una restricción mayor de actividades y sólo pueden circular las personas que tienen autorización para hacerlo”.
“El término cuarentena quedó popularizado, pero en rigor de verdad las dos situaciones son el ASPO y el DISPO”, puntualizó, y destacó que “en la Argentina el ASPO se planteó a partir del 20 de marzo y la diferencia con otros países es que se hizo a nivel nacional, se instaló de manera temprana con menos de 100 casos y tenía como principal objetivo fortalecer el sistema de salud con insumos, camas de internación general, camas de terapia intensiva, respiradores y otros insumos, además de recurso humano y capacitación del recurso humano”.
“La cuarentena es un aislamiento social obligatorio por un periodo de tiempo y en ese sentido pueden ser parciales, escalonadas, completas y con periodos variables de tiempo y cumplimeiento”, diferenció el médico infectólogo Eduardo López, y amplió: “Parcial, por ejemplo, incluiría suspensión de clases y espectáculos masivos, algo similar a lo que se hizo aquí en la gripe H1N1; este modelo se usó en algunos países. Escalonada es lo que hizo Italia y España, que cerraron de a poco hasta abarcar todas las actividades; zonal es lo que hizo Chile, que con un alto testeo decidió cerrar las comunas donde había circulación”. Y tras considerar que “el problema de ese modelo es que hay que tener la seguridad de dónde está el foco”, opinó que en ese punto “estuvo el fracaso de la cuarentena chilena”.
Y continuó: “Total es la que se implementó aquí y de alguna manera en Corea, es lo que hizo China en Wuhan, donde se cerraron aeropuertos, transporte interjurisdiccional, espectáculos masivos, clases y restricción de movilización de la población -salvo el personal esencial- con mucho énfasis en el adulto mayor”.
“La nuestra fue precoz, completa y se fue extendiendo en el tiempo con flexibilizaciones en función de la segmentación geográfica, que se hizo también en algunos otros países como Italia”, definió el experto, para quien “cuado no hay circulación comunitaria aunque aparezca un brote se puede manejar más fácilmente: se acordona el lugar donde aparece pero se garantiza que no se pasa a circulación comunitaria; así se están manejando los nuevos brotes en otros países”.
– ¿Cómo evaluaría la eficacia de la cuarentena argentina? ¿Cree que sirvió para lo que se planteó?
– Eduardo López: Fue eficaz a los fines de amesetar la curva y evitar un pico abrupto y el colapso del sistema sanitario. El 20 de marzo se duplicaban los casos cada tres o cuatro días, si se dejaba la situación sin cuarentena o con cuarentena escalonada el desborde hubiera sido inevitable.
Hoy la duplicación está en 11/12 días en provincia de Buenos Aires y 16/17 en CABA.
Lo segundo para lo que sirvió la cuarentena estricta desde un primer momento fue montar las terapias.
– Ángela Gentile: Creo que cumplió con el objetivo primario de disminuir la transmisibilidad del virus aumentando la cantidad de días de duplicación y permitió enlentecer la curva y preparar el sistema de salud.
– Florencia Cahn: Hubo una alta adherencia de la población a esta medida, y esto logró aplanar la curva y ganar tiempo para generar más evidencia sobre el tema y fortalecer el sistema de salud.
– ¿El manejo de la pandemia en la Argentina puede ser un modelo a seguir en el mundo? ¿Qué país cree que hizo mejor las cosas en este sentido?
– Eduardo López: Yo creo que en algunos aspectos puede ser ejemplo, creo que fue exitosa en cuanto a aplanar la curva en el principio, pero las flexibilizaciones y la falta de control hizo que empezara a perder eficacia, y por otro lado, apareció un factor nada menor como el que representan los barrios vulnerables.
Cuando se dice ‘habría que tomar tal o cual modelo’ lo que hay que tomar en cuenta son algunas cuestiones, como la estacionalidad, ya que la Argentina está empezando el invierno, que es cuando aumenta la circulación de los virus respiratorios, y en segundo lugar, cuando se mira lo que se hizo en Europa hay que saber que allí no existen los barrios populares con las características de hacinamiento que tienen los nuestros. Y tercero, que el testeo intenso empezó más tarde de lo deseado.
El nuestro es un buen modelo de cuarentena precoz.
– Ángela Gentile: Es difícil comparar porque son realidades diferentes, no podemos equipararnos con países asiáticos con hábitos culturale diferentes, o con el hemisferio norte que no tuvo tiempo ni ejemplos para imitar. Nosotros pudimos aprender de algunas cosas y tenemos comportamientos sociales propios de América Latina.
No me parece bueno hacer comparaciones porque son realidades diferentes: lo que hay que hacer es trabajar cada uno con su realidad y ver los indicadores duros, que son un dato objetivo. Si se trabaja con indicadores se puede ver la evolución para sacar la mejor conclusión acorde a cada lugar.
– Florencia Cahn: Creo que el nuestro es un buen modelo a seguir si bien todavía queda un largo camino por recorrer.
Está visto que las medidas restrictivas y tomadas de manera temprana y a nivel nacional permitieron que en muchas provincias el impacto sea menor y lo que vimos en otros países en los que la medida se tomó sólo en algunas regiones es que la gente se trasladaba hacia otras regiones que no estaban en aislamiento y el virus se propagó más rápidamente en todo el país. Así que creo que la Argentina hizo bien las cosas en este sentido, pero ahora es importante enfatizar y fortalecer el testeo en aquellos lugares donde el porcentaje de positividad es alto y es lo que se está haciendo mediante el dispositivo Detectar, que es justamente una búsqueda activa de casos y que empezó a hacerse primeramente en los barrios populares y permitió un buen manejo en estos lugares y ahora se extendió a otros barrios de la Ciudad de Buenos Aires y de la Argentina con el objetivo de detectar tempranamente los casos para prestar cuidado a los pacientes, aislarlos y además hacer un estudio epidemiológico de los contactos estrechos para hacerles seguimiento (esto es, que tienen que estar aislados por 14 días y hacer un monitoreo de sus síntomas).
– ¿Puede hablarse de fracaso? ¿Qué causas explicarían la necesidad de volver a la fase 1?
– Eduardo López: A mi criterio se aumentó el testeo un poco tarde. A medida que se comenzó a implementar el Plan Detectar se convirtió en una muy buena herramienta y empezaron a aparecer más casos.
Se sabe que las dos herramientas propuestas por la Organización Mundial de la Salud hasta tanto aparezca una vacuna, son el distanciamiento social, cuyo paradigma mayor es la cuarentena y el testeo, que permite el aislamiento del caso y rastreo de contactos estrechos y esto se empezó a hacer hace un mes.
No se testeó suficiente desde el principio y se flexibilizó la cuarentena; la gente empezó a incumplir el aislamiento y eso hizo perder eficacia a la medida, por eso yo la llamo “cuarentena imperfecta”.
– Ángela Gentile: Estamos ante un aumento de casos propia de un virus pandémico. Una pequeña parte de esos casos están vinculados al programa Detectar, que busca activamente los casos.
Siempre se dijo que el concepto de aislamiento era dinámico, y que se podía flexibilizar y en la medida que se viera que alguno de los indicadores entraba en alerta se podía retroceder para luego volver a flexibilizar.
El AMBA tiene el desafío extra de ser un lugar densamente poblado.
– Florencia Cahn: Creo que no podemos hablar de fracaso porque cuando nos comparamos con otros países, incluso países vecinos, vemos que justamente haber tomado las medidas a tiempo nos permite tener una mortalidad por millón de habitantes mucho más baja que en otros países. Si bien obviamente cada fallecido nos duele, cuando se ven los datos y se compara entre países vemos que los números en la Argentina son mejores.
Por supuesto siempre se puede mejorar; creo que ahora estamos en una situación epidemiológica que requiere un enfoque diferente y siempre el límite tiene que ser la capacidad del sistema de salud. Entonces, en este momento no tenemos un sistema colapsado ni tensionado pero si los números siguieran como vienen, en unas semanas sí el sistema podría verse tensionado. Por eso es importante frenar la circulación del virus; siempre se dijo que la situación es dinámica y que las decisiones se tomaban con un pie en el acelerador y otro en el freno y este es un momento para parar la pelota y reorganizarse, siempre con el objetivo final de cuidar la salud de los argentinos y que el impacto de la pandemia sea el menor posible.
Para finalizar, y sobre la base de las declaraciones de expertos de varios países, entre ellos el virólogo italiano Giuseppe Remuzzi, para quien una cuarentena “no debe durar más de 15 días”, ya que pasadas las dos semanas de aislamiento, “tiene un impacto muy grande en la economía, que se traduce en pobreza, muerte y conflictos sociales”, Infobae consultó a los especialistas sobre cuánto debería durar la cuarentena.
“Es muy difícil hacer proyecciones al respecto y creo que tampoco tenemos la cuarentena que teníamos el 20 de marzo, se han ido habilitando actividades cada una con su protocolo y lo que es fundamental es, por un lado, tener protocolos para cada una de las actividades, que haya un control sobre la gente que circula y por otro que haya una responsabilidad individual en cuanto a las medidas de prevención y en cuanto hacer las actividades que están habilitadas y no hacer las que no están autorizadas”. Para Chan, “sobre todo en las regiones donde rige el ASPO también es fundamental no subestimar los síntomas y hacer una consulta temprana ante la aparición de alguna manifestación porque se sabe que lo más efectivo es aislar tempranamente a los casos para brindarles cuidado y hacer el seguimiento de sus contactos estrechos”.
López señaló que “las cuarentenas tienen un periodo variable: China hizo 85 días, otros países 60 o 70 y eso tiene que ver con la situación epidemiológica y las condiciones sociales de cada país”. Para él, “un país con mucha densidad poblacional y hacinamiento como la Argentina no es comparable con otros países”.
“Chile optó por una cuarentena escalona y zonal y Brasil apuntó a lograr la inmunidad rebaño y a ninguno le fue bien”, opinó el infectólogo, para quien “para flexibilizar la clave es mantener el distanciamiento social con el uso de barbijo y un punto que no debe descuidarse es el tiempo, ya que si se rompe el distanciamiento, lo recomendable es que no sea por más de 15 minutos”.
En la misma línea, Gentile consideró que “es dinámico, no puede decirse; no hay un manual de la pandemia, ojalá lo hubiera”. “Las decisiones se van tomando de acuerdo a lo que se va dando y en ese sentido es importante tener claro un horizonte: una nueva normalidad con flexibilizaciones bajo protocolo hasta que aparezca una vacuna y volvamos a la vida anterior”, explicó la experta, quien reconoció que “es un tema complejo, que tiene un componente médico, social, económico y emocional”. (Infobae – Por Valeria Chavez)