El Papa la pidió la renuncia al arzobispo de La Plata, Gabriel Mestre. Lo vinculó a movimiento de desafío a sus órdenes que se gestó en Mar del Plata.
El Papa Francisco hizo un gesto fuerte de poder el lunes cuando, tras pedírsela, le aceptó la renuncia a arzobispo de La Plata, Gabriel Mestre, quien estuvo apenas nueve meses al frente de la tercera diócesis en importancia del país y la primera en la Provincia de Buenos Aires, en la que había sucedido a un colaborador estrecho del Pontífice, Víctor Manuel “Tucho” Fernández.
Si bien la salida de Mestre resultó para muchos sorpresiva, la trama que desembocó en ella lleva varios meses y tiene como escenario otra diócesis importante de la provincia: Mar del Plata, donde nació el obispo obligado a renunciar a sus 55 años y ahora reemplazado en forma interina, como administrador diocesano, por Alberto Bochatey, quien había secundado al ultraconservador Héctor Aguer.
“En la Ciudad Eterna, después de confrontar algunas percepciones distintas con lo acontecido en la diócesis de Mar del Plata desde noviembre de 2023 hasta la actualidad, el Papa Francisco me pidió la renuncia a la sede platense”, escribió Mestre en una inusualmente franca carta de despedida, respecto de cómo se concretó su salida y qué motivos tuvo.
Esa referencia a Mar del Plata está ligada a visiones diferentes respecto de cómo debe manejarse esa diócesis. Al parecer, el Papa quería allí a alguien que proviniese de otro lugar, pero en la ciudad la curia –o buena parte de ella- trabajó para que el cargo quedase Luis Albóniga, que se desempeñó brevemente como administrador diocesano tras la salida de Mestre.
Algóniga, que había sido corrido del cargo en enero –lo enviaron a Jujuy- había sido vicario general de Mestre cuando el ahora exobispo platense estuvo a cargo de Mar del Plata, entre 2018 y 2023, fue objeto de diversas manifestaciones de apoyo para asumir al frente de la diósesis costeña por parte de la ferigresía.
En ese marco, Bergoglio nombró a dos obispos para Mar del Plata que no duraron casi nada en el cargo. Primero fue José María Baliña, auxiliar de Buenos Aires, quien renunció a los pocos días aduciendo problemas de salud. Luego, monseñor Gustavo Larrazábal, auxiliar de San Juan, quien pidió irse apenas tres días después de su llegada. Todo en menos de tres meses.
Detrás de esas estrepitosas salidas se dibuja la silueta de la resistencia de los marplatenses. En el caso de Larrazábal, hubo incluso denuncias de abusos de poder de por medio.
El Papa, es evidente, ligó a Mestre a esa situación. Y habría decidido su reemplazo después de una manifestación en favor de Albóniga durante la celebración de la Semana Santa, que incluyó pancartas a su favor.
“Me duele partir, me duele dejarlos como pastor de esta Iglesia Particular que peregrina en La Plata, pero estoy seguro de que Dios tiene planes mucho mejores que hoy no puedo terminar de descifrar”, dice Mestre en su carta de renuncia. La resistencia a la decisión del Papa sigue causando agitación en Mar del Plata: según consignó hoy el diario local La Capital, las redes y su propia redacción se llenaron de mensajes de apoyo a la dupla Albóniga- Mestre. (DIB) AL