Un estudio del King’s College de Londres echa por tierra las versiones que asociaban la cepa a nuevos síntomas, más riesgo de reinfecciones y de hospitalizaciones.
La variante del coronavirus detectada por primera vez en Kent, en el sudeste de Inglaterra, y que se expandió por toda Europa y Estados Unidos, se propaga más fácilmente pero no aumenta la gravedad de los síntomas ni las hospitalizaciones, según un estudio difundido en el Reino Unido.
Una investigación del King’s College de Londres reportó que la nueva variante es más transmisible, pero no parece provocar más reinfecciones ni una mayor proporción de hospitalizaciones, como se había establecido cuando apareció, en septiembre de 2020.
De acuerdo al trabajo, si bien es mucho más transmisible, los datos también mostraron que respondió a las cuarentenas implementadas en el Reino Unido, con casos que cayeron significativamente incluso en regiones con una prevalencia muy alta.
“La variante Kent B117 no parece alterar los síntomas, la gravedad o la duración de la Covid-19, cuando tomamos en cuenta los cambios de estación y la edad de las personas afectadas”, dijo Claire Steves del King’s College London, quien codirigió el estudio.
Steves subrayó que es importante enfatizar “la variedad de síntomas que pueden causar tanto la variante nueva como la antigua, como dolores de cabeza y dolor de garganta, además de la tríada clásica de tos, fiebre y pérdida del olfato”.
“Una pregunta clave era si la inmunidad se perdería con la nueva cepa. Nuestro análisis encontró que de cada 1.000 personas previamente infectadas con el virus, solo 7 se reinfectaron y esta tasa no se vio afectada por la nueva variante de Kent”, agregó Tim Spector, otro de los autores del estudio.