Ante la segunda ola que sufre Occidente, nuestro país evidencia números similares o mejores que varias potencias europeas respecto al impacto que genera el nuevo coronavirus en las naciones. Las razones según expertos consultados por Infobae
A un año de la irrupción de la pandemia por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que genera la enfermedad COVID-19, muchos países que todavía no se recuperaron de la primera ola de contagios ya están viviendo una segunda y esperan una tercera en pocos meses, en un mundo en el que se contabilizan más de 94 millones de infectados y 2 millones de muertos.
Ante esta realidad, muchas naciones debieron afrontar duros desafíos para combatir el embate del virus que no distinguió territorios, regiones geográficas o capacidades económicas.
Si bien Argentina hoy ocupa el lugar número 12 de países con mayor cantidad de infectados (1,7 millones de personas) desde el comienzo de la pandemia (meses atrás se ubicó en el puesto 7), si tenemos en cuenta las estadísticas de muertos por millón de habitantes nuestro país se posiciona en el puesto número 24, con 994 fallecidos por millón de habitantes, según datos de la Universidad Johns Hopkins y el sitio de estadísticas mundial Worldometers. Eso significa que países desarrollados como Bélgica (1747), Italia (1346), Reino Unido (1282), Estados Unidos (1203), España (1140), Francia (1070), o Suiza (995), nos superan.
Y respecto a la letalidad del virus, es decir el número de personas que pierde la vida por COVID-19, dividido entre las que se han identificado que tiene la enfermedad, nuestro país registra un 2,6%, igual que Reino Unido y frente al 3,5 de Italia, 3,2 de Australia, 3 de Bélgica, 2,4 de España e Italia.
Para analizar estos datos duros, Infobae consultó un grupo de profesionales especializados en estadísticas que dejaron sus visiones y perspectivas de la evolución e impacto del virus en el mundo y cómo respondieron los distintos países en base a las últimas estadísticas mencionadas.
“A fin de entender la expansión del coronavirus en el mundo, al no haber un tratamiento eficaz o una cantidad masiva de vacunas aplicadas que genere inmunidad de grupo, prima el comportamiento social. Y es allí donde la cultura de cada país y cómo se comporta cada sociedad importa y te define con qué grado de severidad va a golpear la enfermedad COVID-19. Por ejemplo, los orientales usaban barbijos mucho antes de esta pandemia. Y nosotros debimos aprender a usarlos. Y si no lo hacemos, no es de malos que somos. Es un tema cultural. Hay ciertos comportamientos nuestros muy distintos a los orientales y la respuesta de comportamiento, en este caso frente a la amenaza del virus, que tenga una sociedad en conjunto será consecuente a sus costumbres″, explicó el físico e investigador del Conicet, Jorge Aliaga.
Y agregó: “Una de las respuestas para determinar por qué la Argentina tiene cifras de letalidad por COVID-19 menores a varios países del mundo o grandes ciudades como Nueva York, por ejemplo, es que logró incorporar más camas por habitante durante la pandemia, cosa que no ocurrió en varias ciudades europeas, por ejemplo. Hubo países que por no haber tomado decisiones rápidas, vieron colapsados sus sistemas de salud. Aquí los médicos no tuvieron que decidir quién debía tener respirador o no. Eso pasó en Nueva York y en varias ciudades europeas”.
Otra respuesta que podemos encontrar mencionada por el experto en datos, tiene que ver con la gente más vulnerable al virus, que son los adultos mayores. El promedio de muertos en Argentina por COVID-19 es de 74 años. Y según el cuadro de datos, nuestro país tiene solamente el 11% de población mayor a 64 años, muy por debajo de España (20%), Alemania (22%), Italia (23%), Francia (20%), Japón (28%), Países Bajos (20%), o los escandinavos Finlandia (22%), Noruega (17%) y Suecia (20). “Un ejemplo claro lo podemos encontrar cuando en abril último se disparó en Buenos Aires los contagios en las villas. Particularmente en la villa 31 el 53% había cursado la enfermedad. ¿Por qué no hubo miles de muertos? Porque la población etaria era en su mayoría joven. No había muchos adultos mayores. Por eso es importante también estudiar cuál es la población más vulnerable para este tipo de virus”, puntualizó Aliaga.
“Teniendo una mirada crítica, podemos señalar que el Gobierno Nacional cometió ciertos errores en el área de salud. En lo particular, no entender o entender demasiado tarde quienes contagian y cómo. Y no haber promovido su efectivo aislamiento. Dio la sensación de estar 2 o 3 días atrás de las personas ya contagiadas, y para un virus de estas características, por su rápida propagación, ya era tarde. La estrategia de testeos masivos que tanto se criticó por su falta o escasas pruebas, conlleva un error que es asumir que con solo testear alcanza. Además de testear hay que rastrear y aislar a las personas. Con solo registrar la realidad, no la cambiás. Luego tenés que tomar el dato y hacer política sanitaria como rastreos y aislamiento. Hay que trabajar a partir del caso índice. Si tenemos cero capacidad de testeo y asumís que el que todo el que tiene potencialmente COVID-19 debe estar aislado, no te van a subir los contagios. Es mejor hacer eso que una cuarentena estricta”, recordó el especialista.
Y ahondando en cosas que no se hicieron bien, indicó: “Otro error de Argentina fue que minimizó la incidencia que tenía repatriar a miles de argentinos en el mundo. Cuando llegaban a Ezeiza les daban la recomendación de que se quedaran en la casa, pero eso sabemos que mucho no se cumplió. Por último, el Gobierno definió en los últimos días los parámetros de cierres nocturnos y estimó que la incidencia de contagios no supere el 1,2. Cuando debería haber sido 1. Si vos asumís que hasta 1,2 está bien, tenés un crecimiento del virus del 20%. Yo creo que se buscó una situación más manejable y compatible para no cancelar vacaciones y cerrar el turismo en el país este verano”.
Rodrigo Quiroga, doctor en Ciencias Químicas, especialista en bioinformática, investigador de Conicet y docente de la Universidad Nacional de Córdoba precisó a Infobae: “Para determinar la letalidad del virus hay que tomar la cantidad de fallecidos y dividirla por los casos detectados. Por eso, la letalidad nos muestra cuan bien se testea en un país o región. La cantidad de fallecidos por infectados reales es más o menos constante, aunque puede variar mínimamente. Observamos que la mortalidad por cada millón de habitantes de varios países europeos respecto a la Argentina es igual o mayor. Eso depende de la prevalencia, es decir, del porcentaje de la población que se infecta y de la estructura etaria que tiene ese país. En una sociedad con mayor cantidad de adultos mayores, al igual cantidad de contagios, se espera mayor cantidad de muertos”.
“Hubo países que cuando tuvieron brotes los controlaron rápidamente. Utilizaron medidas cortas, basadas en testeos, rastreos y aislamientos. Con cuarentenas duras y bien cumplidas. Eso pasó en Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Además, vimos naciones que sufrieron los coronavirus del SARS y el MERS años atrás y lograron incorporar conductas societarias responsables que resultaron efectivas al tener menos casos de COVID-19. El gran problema lo tuvo Occidente. Estas sociedades tuvieron problemas para controlar la circulación viral. En el verano europeo se dejaron atrás casi todos los cuidados. Hubo un relajamiento masivo de la cuarentena y de las medidas de cuidado. Y eso mismo lo vemos hoy en Sudamérica”, sostuvo el especialista.
Y analizó: “Respecto a por qué el virus golpeó tanto a varios países desarrollados, una respuesta es que los recursos económicos te permiten desarrollar capacidad de testeo o diagnóstico. Pero eso no soluciona la pandemia. Debe ir acompañado por rastreo y aislamiento. Y por supuesto de la responsabilidad de la sociedad para adoptar conductas responsables de distanciamiento, lavado de manos, no estar en reuniones masivas en interiores o exteriores y el uso del tapabocas. Es importante destacar que la solución a la pandemia debe ser colectiva, no individual”.
Consultado por Infobae, Ernesto Resnik, biólogo molecular y biotecnólogo argentino que trabaja en el desarrollo de anticuerpos monoclonales para COVID-19 desde los Estados Unidos, opinó: “creo que a esta altura, la pandemia se divide en cuanto a países en dos tipos de naciones: los abiertos que tenían la epidemia escrita por turismo y comercio exterior, como por ejemplo en Europa y en Estados Unidos que recibieron sí o sí miles de contagiados y los que optaron por cerrar sus fronteras o limitar el ingreso de personas a la mínima expresión desde un primer momento. Paradójicamente Argentina estuvo en el grupo de los países más expuestos a tener el virus, inclusive según el sitio EpiRisk que mide cómo se moverían las epidemias, tenía a nuestro país como destino número uno a la hora de recibir al SARS-CoV-2, primer receptor de la enfermedad en la región. Buenos Aires estaba arriba de Nueva York. España en febrero y marzo de 2020 fue el epicentro mundial de la pandemia y esos casos migraron a la Argentina”.
“El otro dato que se desprende de las epidemias es que en las sociedades abiertas y con movimiento, las enfermedades y/o virus se desplazan de su lugar de origen rápidamente. Por ejemplo como sucedió en Bélgica, Italia, Francia, Holanda, Alemania, en donde las curvas han sido esencialmente iguales. Los mismos inicios de epidemia estuvieron en los mismos lugares, al igual que sucedió en los Estados Unidos, en donde comenzó en el Este, luego al Sur y luego al Sudoeste y finalmente fue al Centro Oeste, es decir que se dio por lugares geográficos”, precisó. Para Resnik, este fenómeno también se vio en la Argentina: “Comenzó en CABA, pasó al AMBA por cercanía y movimiento y después cuando todo se liberó el virus circuló por todas las provincias al mismo tiempo, por el mismo tráfico”.
A modo de conclusión, advirtió: “La pandemia ha demostrado es el valor de la epidemiología y los epidemiólogos, los que por profesión y por lo que estudiaron saben cómo manejar la sociología, la infectología, la inmunología y fundamentalmente la geografía. Los epidemiólogos definitivamente fueron las estrellas de este brote por COVID-19, los modelos epidemiólogos clásicos que se presentaron ya en abril hablaba de picos y valles imparables hasta que hubieran vacunas o hasta que todo el mundo se contagiara, como pasa en todo el mundo y en particular en los Estados Unidos”.
Por otro lado, para Mauro Infantino, ingeniero en sistemas y creador del sitio covidstats, una página que da un panorama rápido de los casos, fallecidos, positividad y tiempo de duplicación (R) del virus SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19 en la Argentina y en Colombia, México y Perú, “parece bastante completo el análisis que se desprende del cuadro, pero creo que los datos para hacer bien bien este tipo de estudios son muy difíciles de conseguir (tipo y nivel de testeo, edades de los contagiados, etc.). Igual, para poder llegar a una conclusión al respecto me parece que tenemos que tener en cuenta que esos países ya están bien metidos en una segunda ola y muchos otros no”.
”Además, la primera ola los agarró ‘sin aviso’ mientras que nosotros en la Argentina y muchos otros de la lista hicimos lockdown antes de tener contagio comunitario. No soy afecto a las comparaciones tan genéricas. Por eso trato de concentrarme en países de Latinoamérica que se parecen más a nosotros en todo sentido”, concluyó.
(Fuente:Infobae/ Por Víctor IngrassiaFrancisco Reyes)