Oficialismo y oposición regresaron a un terreno cómodo y conocido: la grieta
Hay tres palabras que parecen administrar el pulso de la sociedad argentina en estos tiempos: la nueva normalidad. Especialistas, intelectuales y científicos analizan cómo será el impacto de este eterno presente de una argentina en shock, temerosa y en cuarentena por la aparición del coronavirus en términos sanitarios, las relaciones sociales, en el mundo de la economía y en la educación.
La política, en cambio, tiene otra lógica y se mueve no para adaptarse a la nueva coyuntura del país sino para recuperar su antigua normalidad. En stand by desde el pasado 19 de marzo, cuando Alberto Fernández declaró el aislamiento, social, preventivo y obligatorio, en los últimos días comenzó a reactivarse cuando el Presidente dijo que no le iban a torcer el brazo aquellos que presionaban para relajar la cuarentena y revitalizar el sector productivo. Sin dar nombres propios, fue una invitación a la oposición de Juntos por el Cambio para subirse al ring e intercambiar golpe por golpe: preservación de la vida contra la destrucción de la economía.
Las fuertes críticas de Alfonso Prat Gay, ex ministro de Economía de Mauricio Macri, sirvieron de excusa para la ofensiva del Gobierno contra los que en Casa Rosada denominan “los economistas del establishment” y también contra “las operaciones en las redes sociales del ex jefe de Gabinete de Cambiemos, Marcos Peña”, a quien responsabilizaron por los cacerolazos organizados en rechazo al fallo del juez Violini, que permitió la liberación de numerosos presos con la excusa de prevenir el contagio de coronavirus en las cárceles bonaerense.
A partir de ese momento comenzó a resquebrajarse la delicada armonía que venía mostrando la política para administrar la etapa inicial de la pandemia en la Argentina, proceso que, en definitiva, termina siendo el emergente de dos conflictos internos que fueron creciendo a la par de las restricciones que impuso el virus.
Por un lado, la construcción de poder dentro oficialismo. El kirchnerismo tuvo movimientos tácticos durante la cuarentena, como la designación de Fernanda Raverta como nueva jefa del Anses, y de Andrés “Cuervo” Larroque en el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires. Eso se suma a la injerencia de la vicepresidenta Cristina Fernández y de Máximo Kirchner en el rol que tiene el Congreso en este proceso (Diputados y Senado sesionó esta semana por primera vez desde el inicio de la emergencia) y a la creciente exposición que tiene el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, que en cada conferencia prensa que comparte con Horacio Rodríguez Larreta no puede evitar la incomodidad que le genera el Jefe de Gobierno porteño.
La oposición advierte en estos desplazamientos un intento del kirchnerismo más duro para fortalecerse frente a Alberto Fernández, que hace equilibrio con todos los gobernadores en la gestión de la pandemia. “El kirchnerismo está tratando de arrastrar al Presidente al barro, por eso las críticas a María Eugenia Vidal”, señaló un dirigente opositor ante la consulta de Infobae. En la sesión virtual, el diputado radical Mario Negri afirmó: “Si el Presidente baja al barro no tiene autoridad moral para convocar a la unidad nacional en este contexto”.
A principios de la semana, y durante una entrevista con radio Rivadavia, Alberto Fernández apuntó contra la ex mandataria bonaerense. “Tuvimos durante cuatro años una gobernadora que dijo que no iba a abrir un hospital más en la provincia de Buenas Aires. En diciembre de 2015 estaban hechos los hospitales de Esteban Echeverría y La Matanza y por una decisión de la gobernadora nunca se inauguraron. Tuvimos que ir nosotros corriendo a ponerlos en marcha”.
Desde el entorno de Vidal, y ante la consulta de Infobae, señalaron que esta crítica “fue algo preparado, a pedido del kirchnerismo”. “María Eugenia está con buenos números y resguardándose; ellos ven venir que la crisis económica va a empezar a afectar las imágenes de todos los dirigentes, y la quieren meter en el ring, pero ella no va a salir a contestarles”, agregó la misma fuente.
Sin embargo, la ex gobernadora difundió el jueves una foto política junto al intendente de Lanús, Néstor Grindetti. Su última aparición había sido en una videoconferencia con el intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro. Antes, el 27 de marzo, había difundido en redes sociales un video en el que solicitó apoyar al Presidente, a los gobernadores y a los intendentes en medio de la crisis sanitaria.
“María Eugenia nos brindó una mirada amplia de la situación a nivel general y puntualmente desde lo social que es su principal campo de trabajo para poder tomar ideas y propuestas a implementar por nuestros equipos técnicos, valoramos mucho sus aportes, es una fuente de consulta permanente”, expresó Grindetti luego de la reunión.
Juntos por el Cambio también presenta su propio conflicto interno, entre los dialoguistas, como Larreta y los gobernadores de Jujuy y Corrientes, Gerardo Morales y Gustavo Valdés, que tienen responsabilidades de gestión y necesitan administrar recursos con el Estado nacional. Y un sector más confrontativo, liderado por Patricia Bullrich, Miguel Ángel Pichetto y Alfredo Cornejo. Mauricio Macri y Marcos Peña, por el momento, decidieron mantenerse al margen de toda participación pública.
Para Juntos por el Cambio, el Gobierno busca dividir a la oposición. “Alberto Fernández no tiene ninguna necesidad de golpearnos con Horacio Rodríguez Larreta al lado. Es una actitud muy desleal, divisionista, que intenta hacer lo mismo que en los periodos que gobernó el kirchnerismo. La pandemia les ha dado la excusa para empoderarse, y aparece lo peor del kirchnerismo», señaló Cornejo esta semana, durante un encuentro virtual organizado por Luis Otero, ex candidato a intendente de Avellaneda.
Tanto Larreta -que mantiene un diálogo fluido con Vidal- como Morales evitaron hasta el momento alguna crítica hacia el Gobierno y se mantienen en un delicado equilibrio, pero el ala dura de Juntos por el Cambio encontró en el DNU que faculta al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, a reasignar partidas sin pasar por el Congreso y en la decisión de la Oficina Anticorrupción de abandonar su rol de querellante en las causas contra la vicepresidenta Cristina Kirchner argumentos para volver a las críticas.
“Lamentamos que el Gobierno haya vuelto a 2006. Sorpresivamente nos encontramos con el DNU que borra ilegal e inconstitucionalmente, y vuelve a darle facultad al jefe de Gabinete para que discrecionalmente disponga del 100% de los fondos del Congreso”, aseguró Negri, en un mensaje muy distinto al que pronunció el 19 de marzo, cuando planteó: “Presidente, usted es el comandante».
Mientras tanto, los argentinos continúan su vida en loop, en un eterno presente como Bill Murray en El Día de la Marmota. Con la angustia de un futuro incierto y una pandemia que comenzó a mostrar su pico, la política se desarrolla en un terreno cómodo y conocido: la grieta. (Infobae – Por Patricio Tesei)