El Obispo Carlos Malfa entre las firmantes
Tras la votación del Senado Argentino con 31 votos a favor y 38 votos en contra del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, la Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), a través de un comunicado, agració a todos aquellos que defendieron la vida:
«Queremos agradecer a tantos hombres y mujeres, a los Senadores y organismos e instituciones que se han pronunciado en defensa de la vida. Agradecemos especialmente el testimonio de los pobres, que siempre nos enseñan a recibir la vida como viene y a saber cuidarla porque es un don de Dios.
El diálogo ecuménico e interreligioso ha crecido en este tiempo aunando esfuerzos para proteger la vida desde la concepción hasta la muerte natural».
En la misiva, la Comisión Ejecutiva de la CEA -presidida por Mons. Oscar Ojea, Obispo de San Isidro- recuerda, igualmente, que la Iglesia ha participado del debate, «procurando un diálogo iluminador sin considerar enemigos a quienes pensaran distinto»; y que como sociedad argentina «nos toca ahora asumir y trabajar las nuevas divisiones surgidas entre nosotros a partir de este proyecto, a través de un renovado ejercicio del diálogo».
Señala, además, que tras la decisión de la Cámara Alta de Senado, es necesario prolongar los meses de debate y plantear propuestas que lleven a la concreción del compromiso social, estando siempre cercanos a toda vida vulnerable.
«Nos encontramos ante grandes desafíos pastorales para anunciar con más claridad el valor de la vida: la educación sexual responsable, el acompañamiento a los hogares maternales surgidos especialmente en nuestros barrios más humildes para acompañar a mujeres embarazadas en situaciones de vulnerabilidad y la atención a personas que han pasado por el drama del aborto», indica la Comisión Ejecutiva de la CEA.
Concluye, renovando la esperanza ante toda vida, «proclamada con entusiasmo y convicción el 8 de julio pasado a los pies de Nuestra Señora de Luján: ‘Que nuestra Madre nos ayude y enseñe a respetar la vida, cuidarla, defenderla y servirla'».
El texto fue firmado por el cardenal Mario Poli y los obispos de San Isidro, Oscar Ojea; de Mendoza, Marcelo Colombo; y de Chascomús, Carlos Malfa.
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