Los tres pilares en los que se sustentó la reducción de la brecha cambiaria y por qué aún no están firmes

Al cierre de 2020, el Gobierno logró domar la corrida contra el peso iniciada a mediados de año, con el giro hacia una política económica más racional y un contexto internacional favorable en los precios de las materias primas

El giro de la política económica se basó en tres pilares. En el frente fiscal, se dieron de baja la mayoría de los gastos extraordinarios asociados a la pandemia/cuarentena, se incrementó por decreto sólo 5% los haberes de la seguridad social (inicialmente a cuenta de la nueva movilidad jubilatoria) y subieron los impuestos (destaca la creación del tributo a las grandes fortunas).

En materia de financiamiento, la Secretaría de Finanzas mejoró el atractivo de las licitaciones en pesos del Tesoro ofreciendo bonos atados al tipo de cambio oficial (las emisiones privadas dollar link fueron muy demandadas en el tercer trimestre). Esta movida junto con la reducción del déficit (gracias a la recuperación de la actividad/recaudación y el ajuste fiscal mencionado) redujo al mínimo la asistencia del BCRA al Tesoro.

Y tercero, tras el fracaso del endurecimiento del cepo implementado a mediados de septiembre, el Gobierno modificó su estrategia cambiaria. Pese a que los controles siguieron vigentes (e incluso aumentaron en algunos frentes como las importaciones), se atacó a la brecha cambiaria (principalmente vía venta de bonos en dólares de Anses) y se dieron incentivos fiscales a las exportaciones agrícolas para elevar la oferta genuina de divisas.

Un punto interesante para mencionar es que el BCRA no modificó sustancialmente su accionar. La tasa de depreciación del tipo de cambio oficial siguió de cerca a la inflación y si bien subió la tasa de interés nominal, esta siguió levemente por debajo de las expectativas de inflación ya que estas se aceleraron a fin de año. Asimismo, producto del menor déficit fiscal y un mayor financiamiento neto del Tesoro en el mercado local, el Central redujo considerablemente la asistencia al Tesoro dándole un respiro a los instrumentos de esterilización (Leliq y Pases) que en los primeros nueve meses del año duplicaron su stock para absorber buena parte de la emisión para cubrir el bache fiscal.

Signado por la pandemia 2020 fue un año para el olvido en materia económica (caída del PBI superior al 10%, desempleo en dos dígitos y pobreza afectando casi la mitad de la población), pero el gobierno logró, al menos, estabilizar el frente cambiario

En síntesis, signado por la pandemia 2020 fue un año para el olvido en materia económica (caída del PBI superior al 10%, desempleo en dos dígitos y pobreza afectando casi la mitad de la población), pero el gobierno logró, al menos, estabilizar el frente cambiario lo cual garantiza que la recuperación iniciada a mediados de año producto de la flexibilización de la cuarentena persista en el corto plazo. Esto es clave para que la producción de servicios y el empleo (íntimamente relacionados) continúen recobrando el terreno perdido, ya que la recuperación en forma de “V” sólo se observó en la producción de bienes.

Desafíos

Pese a que se logró sortear la tempestad cambiaria y sopla nuevamente viento de cola externo, el tejido productivo y social llega totalmente exhausto.

Además, el Estado presenta un elevado déficit fiscal (más de 6% del PBI incluyendo intereses según el Presupuesto 2021) y no cuenta con alternativas de financiamiento que preserven la estabilidad lograda. Pese a la reestructuración de la deuda publica en moneda dura con acreedores privados y que el costo del financiamiento está en niveles históricamente bajos para los países emergentes, el acceso permanece cerrado para Argentina.

Fuente: Ecolatina

Asimismo, el margen para cubrir el bache fiscal con asistencia del BCRA sin generar una nueva corrida es acotado. Hay que recordar que este año la base monetaria, pero sobretodo el stock de instrumentos de esterilización del Central (Leliq y Pases) treparon fuerte (rozan 10% del PBI), las reservas netas están en niveles mínimos y la brecha sigue en niveles tóxicos para el normal funcionamiento de la economía afectando particularmente al sector externo.

El margen para cubrir el bache fiscal con asistencia del BCRA sin generar una nueva corrida es acotado.

De cara al año entrante comienzan a visualizarse dos nuevos frentes de tormentas en el horizonte. El primero tiene que ver con el covid-19 en la Argentina: la segunda ola está llegando y la vacunación masiva de la población de riesgo se está demorando, complicando la primera mitad del 2021 (el coronavirus es inmune al efecto calendario). El segundo, con las trabas de la coalición gobernante a la política económica diseñada por el Ministro Guzmán: la carta de los senadores del Frente de Todos al FMI, los cambios a la movilidad previsional propuesta por el Ejecutivo y una nueva postergación de la suba de tarifas de servicios públicos jaquean el ajuste previsto por Economía.

Nótese que ambos frentes complican la reducción del rojo de las cuentas públicas, pilar básico para garantizar la estabilidad cambiaria en 2021.

Por caso, si el incremento de contagios de covid-19 revierte la recuperación (ya sea por motivos precautorios de los hogares y/o restricciones a la actividad), la recaudación de impuestos será peor a lo estipulado en el Presupuesto y es probable que parte del gasto extraordinario asociado a la crisis sanitaria -que no está contemplado en la ley de leyes- vuelva un par de meses. En este escenario, la meta de déficit primario del 4,5% del PBI para 2021 no se cumpliría exigiendo mayor financiamiento con emisión, que producto del escaso margen de maniobra del BCRA mencionado, sería aún más “desestabilizante” como mencionó Guzmán en su primera conferencia de prensa como ministro de Economía.

Reflexión de Política Económica

Cuando a mediados de octubre la cotización del dólar blue se aproximaba a los $200, la coalición gobernante entendió que había que moderarse y se alinearon detrás de la iniciativa de Martín Guzmán de reducir los desequilibrios económicos para no profundizar la crisis. Como se ha mencionado, el cambio de orientación logró junto con la mejora del contexto internacional frenar la corrida cambiaria y la reducción de casos de covid-19 permitió recuperar parte del nivel de actividad. Pasado el temor a un agravamiento de la situación cambiaria, la cúpula presidencial perdió el consenso tácito sobre la estrategia económica.

Pasado el temor a un agravamiento de la situación cambiaria, la cúpula presidencial perdió el consenso tácito sobre la estrategia económica

Cabe destacar, que la reversión parcial de decisiones tomadas por el Poder Ejecutivo / Economía tienen un elevado costo fiscal y afecta la credibilidad del giro de la política económica. Los cambios de los senadores del Frente de Todos al proyecto oficial de la fórmula de movilidad de los haberes previsionales implican resignar un recorte de gastos de 0,7% PBI en 2021, ya que se eliminó el aumento a cuenta del próximo ajuste por movilidad del 5% otorgado en diciembre y se modificó la fórmula. Además, el nuevo aplazamiento del reacomodamiento de tarifas (marzo 2021) y un giro hacia un mayor control de precios, auguran que el gasto en subsidios crecerá en términos del PBI el año que viene en contraposición con la estabilidad prevista en el presupuesto 2021.

En pocas semanas la coalición gobernante podó el ajuste fiscal planeado para el año entrante en casi 1% del PBI

En conclusión, en pocas semanas la coalición gobernante podó el ajuste fiscal planeado para el año entrante en casi 1% del PBI. Si el plan del ministro Guzmán en noviembre era tener un déficit primario inferior al 4% del PBI para depender menos del financiamiento con emisión y facilitar el acuerdo con el FMI, en diciembre tiene que rezar para que no crezcan los contagios de covid-19 y/o que la vacunación avance a pasos agigantados, para evitar un costo fiscal adicional que le impida siquiera cumplir con la meta estipulada en el Presupuesto 2021.

Es decir, el Gobierno logró estabilizar la economía, pero la coalición gobernante comenzó a erosionar sus cimientos. La falta de consenso interno en un contexto aún pandémico, puede gatillar una nueva crisis cambiaria. (Fuente: Infobae)