«Nunca me dí por vencida», dijo María Eugenia Vidal a los más de 50 candidatos a intendentes de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires, el grupo que informalmente se dio en llamar «los Sin Tierra». Reunidos en el salón de Bomberos Voluntarios de Monte, la gobernadora buscó animar a los más de 60 candidatos que tienen que dar la pelea electoral en medio de los duros reclamos por el aumento de la inflación, la recesión, el desempleo y las tarifas.
Rodeada de sus ministros de Desarrollo Social, Santiago López Medrano (que competirá por la intendencia de San Martín), y de Educación, Gabriel Sánchez Zinny, además de la senadora Gladys González (que quiere competir por la intendencia de Avellaneda), el ministro de Educación de la Nación, Alejandro Finocchiaro (que irá a disputar la intendencia de La Matanza) y el subsecretario de Política Municipal del Ministerio del Interior, Lucas Delfino (que además es concejal en Hurlingham y disputará ahora la intendencia), entre otros, Vidal realizó un discurso de tono empático con quienes tienen que llevar adelante una campaña aún sabiendo que pueden perder ya que, hoy por hoy, Cambiemos pierde en todos los escenarios.
En principio, estaba prevista la presencia de Mauricio Macri para el encuentro de hoy, pero ayer el Presidente le confirmó al secretario de Asuntos Municipales bonaerense, Alex Campbell, que los recibirá con un almuerzo en Olivos similar al que ayer realizó con los intendentes, el próximo 5 de abril.
«El otro día lo hablaba con Ezequiel Pazos, de José C. Paz -contó la Gobernadora-. Yo sé lo que es tocar el timbre de una casa y que no te conozcan o te miren con desconfianza y tengan miedo por si les vas a robar. Que te miren raro y vos les preguntes si tienen cinco minutos para escucharte y que confíen en vos y te cuenten lo que les está pasando. Así, durante días y días y días, ir a reuniones de vecinos y decirles que esta vez es distinto». Vidal reconoció que «ahora además de darte a conocer si no te conocen, tenés que explicar por qué está mal lo que está mal».
«Bueno -agregó-, yo lo hice durante mucho tiempo. Lo hice cuando estaba instalada la convicción de que en la provincia nadie podía hacer nada, porque estaban acostumbrados a una sola opción, mucho menos para una mujer que no tenía intendentes, ni aparato político».
En su discurso, Vidal buscó dar aliento: «No podemos bajar los brazos, lo que no significa no reconocer la dificultad del momento; sí, fue mucho más duro de lo que imaginamos, pero también es cierto que después de tres años, si hay un logro que sintetiza el trabajo que hicimos juntos es que hay un ciclo en la Argentina que se está terminando, el de la puesta en escena, de la oscuridad impune, de la cadena nacional, donde cualquier promesa podía quedar incumplida sin costos». «Empieza a nacer una Argentina distinta, que nace con dolor, como todo nacimiento, pero que no busca atajos, haciendo lo que hacen todos los países a los que le va bien», aseguró.