Entró al salón del cuarto piso del hotel Langham mordisqueando una porción de torta. Estaba distendido, sonriente y con los ojos achicados por tres días en New York al ritmo de una montaña rusa. Mauricio Macri venía de cerrar el acuerdo con Christine Lagarde y de pronunciar un ajustado discurso en Naciones Unidas que representa su pensamiento geopolítico.
Macri está triste por la renuncia de Luis Caputo como presidente del Banco Central, pero ya acepta las feroces reglas de la política y se inclinó por la mirada técnica de Nicolás Dujovne, que evolucionó desde una posición de extrema debilidad a sumar casi tanto poder palaciego como Marcos Peña.
Dujovne anunciará hoy junto a Lagarde el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y luego entregará la posta a Guido Sandleris, su actual secretario de Hacienda que mutará en futuro presidente del Banco Central. Sandleris completará en Buenos Aires, los anuncios que harán Dujovne y la directora gerente del FMI en New York.
Dujovne y Sandleris juegan de memoria en el patio trasero de la city financiera, y Lagarde no se cansa de ponderar a ambos funcionarios cuando comenta la situación económica del país. Macri fue claro respecto a Sandleris: «Es un profesional muy sólido que es elogiado por Lagarde», dijo. Y respecto a Dujovne, ya no es un secreto de Estado que se lleva a las maravillas con la directora gerente. Entonces, como pretendía el FMI, ahora habrá una sola estrategia en la política monetaria que se coordinará entre la cartera de Hacienda y la Presidencia del Banco Central.
Tres interrogantes plantearon los inversores y banqueros de Wall Street al Presidente. Si respetará las reglas de juego, aunque Argentina enfrente una crisis tras otra. Si el acuerdo con el FMI será suficiente para evitar un probable default en los próximos tres años. Y si tiene pensado presentarse a la reelección para enfrentar a las diferentes variantes del peronismo (desde CFK a Sergio Massa).
Macri utilizó sus últimas 35 horas en New York para asegurar a los inversores y banqueros más importantes de los Estados Unidos que «no cambiará una sola regla de juego», que «el acuerdo con el FMI dará certeza al pago de los vencimientos» y que «está preparado para competir en los comicios presidenciales» de 2019. Las tres respuestas positivas dibujaron una sonrisa entre banqueros e inversores, seres humanos que habitualmente expresan pocos sentimientos.
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