Tristeza grande
El martes por la noche, el ambiente futbolero local comenzó a entristecerse a medida que se fue conociendo la penosa noticia del fallecimiento del inolvidable Néstor “Macho” Villaverde, histórico entrenador del fútbol infantil del Club Atlético Chascomús, que supiera dirigir a la categoría más exitosa de la entidad albirroja, como fue la conformada por los chicos nacidos en el año 1976.
El deceso de Villaverde, quien se descompuso en la vía pública y fue trasladado de inmediato al hospital local pero sin posibilidades de recuperarse por lo que se confirmó su fallecimiento, ocurre a sus ochenta y un años de edad.
Querido vecino del barrio Colón, su domicilio de la calle Córdoba fue siempre un ámbito futbolero, como su vieja Chevy era una especie de vestuario ambulante, siempre cargado de bolsos, pelotas y el infaltable inflador.
Villaverde, quien dirigió también la categoría 1977 del fútbol infantil albirrojo (incluso desde años anteriores a la organización formal de la Liga de Fútbol Infantil de la Cuenca del Salado) y de otras categorías de la entidad de la ahora avenida Presidente Alfonsín, supo ser también técnico de la primera división de Tiro Federal, integrando en el equipo albiazul a varios de sus dirigidos en la categoría 1976, con la que supo llegar a semifinales en un torneo internacional disputado en Paraná entre treinta y seis equipos participantes, además de recorrer buena parte del país tomando parte de otros certámenes, como en Devoto (Córdoba), San Nicolás o Rojas, sólo por citar algunos de los muchos campeonatos en los que representó a la ciudad.
Fueron naturalmente muchos los que acompañaron a sus hijos y a su familia en la despedida final, ocurrida en la mañana de ayer, y fueron muchos más los que es hasta probable no se hayan enterado a tiempo de su deceso. Están también los que, en esas decisiones siempre tan personales, optaron por no verlo al viejo en un ataúd, y prefirieron preservar la imagen del Néstor “Machito” Villaverde, con pícara sonrisa y algún comentario futbolero (su tema de conversación permanente), con su condición inalterable de fanático xeneize, más sus anécdotas de jugador de fútbol, que lo fue y de manera intensa hasta bien avanzados sus años, compartiendo esa pasión con amigos de toda la vida, que hoy lo extrañan. En el grupo de estos últimos, se incluye quien estas líneas escribe.
Hasta siempre Macho. Fue un placer. Enseñaste mucho.
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