No nos acostumbremos a lo que está mal

Carta del Lector

Muchas veces, la reiteración de acciones que se convierten en el tiempo como “costumbres”, no significa comprender que esas cuestiones esté bien realizarlas.
En este sentido, concretamente me refiero a la repetición de operaciones llevadas a cabo por determinados gobiernos y espacios políticos, que se visualizan con el paso del tiempo, y la comunidad sin tener alternativa alguna, cuando suceden las termina tomando como habituales.
La pandemia, además de generar temores y penas en la ciudadanía, hizo que aparezca el oportunismo y las miserias de la política.
A nivel nacional y provincial, se ha visto las rutilantes presentaciones de campañas de vacunación, donde las autoridades anunciaban poder contar con cantidades importantes de vacunas en corto tiempo, que después no fueron cumplidas, generando absurdas expectativas, incertidumbres y malestares en la población.
Sumado a esos anuncios insatisfactorios, se vio una planificación creada con la utilización -en el sentido literal- de personas rehenes y necesitadas, para generar escenarios complacientes con la ciudadanía que pudo vacunarse; como si la cuestión de la vacunación fuera el logro de un espacio político. Es así, que también militantes con camisetas y banderas, que pagamos todos, hacen entrega de folletería con mensajes e imágenes del Presidente y Gobernador a quienes esperan su turno, o que posteriormente a vacunarse se tienen que quedar media hora para el protocolo de control.
En el ámbito local hemos visto que las sedes para vacunar a los vecinos se han instalado en sindicatos y cooperativas con afinidad a la gestión municipal. También, hay que decir que con buen criterio se han emplazado vacunatorios en las instalaciones de los bomberos voluntarios o de clubes, siendo estos lugares amplios donde se pude cumplir el distanciamiento social, y donde además se denota neutralidad política partidaria.
La cuestión en si no pasa por si el lugar está identificado con tal o cual signo político, sino por la utilización reprochable que se realiza de una situación tan delicada para la ciudadanía, como es la vacunación.
Al respecto, en un contexto difícil para nuestra ciudad donde hay muchos casos activos y suceden a diario fallecimientos de vecinos, he visto en las redes sociales y por canal televisivo local, la publicidad que innecesariamente se realizó desde el gobierno municipal en la celebración por parte del Sr. Intendente Gastón y la Secretaría de Salud Dra. Arias de la vacunación de la persona diez mil.
Me parece que no son momentos para festejo, por el contrario debe primar el respeto y el compromiso de trabajo eficiente para cubrir las necesidades de la ciudadanía.
Cuestión también indignante, fue el aprovechamiento de funcionarios, familiares, y personas afines al gobierno, que han ignorado el orden de prioridad de la vacunación y la necesidad impostergable de vecinos mayores o que presentan riesgos en su salud. Estos, los vacunados vip, por sus acciones reprochables deben responder y dar serias explicaciones a la comunidad.
En fin, debemos volver a la institucionalidad de las acciones de los gobiernos lo más pronto posible, donde exista claridad, simpleza y eficacia en beneficio de toda la comunidad, sin hacer diferencias sea cuál sea la identificación política de las personas.
Donde además se pueda tener la posibilidad de que el vecino reclame a la gestión si el servicio es deficiente, para que pueda ser mejorado. Donde exista un vacunatorio público en el hospital o en la salita de salud del barrio, con la estructura y la logística a cargo de empleados públicos responsables y no militantes políticos u asociaciones afines a determinado partido político, que pretenden de la necesidad sacar un redito.
Estas gestiones hibridas entrelazadas entre lo estatal con lo partidario, también se ha visto en nuestra ciudad con otras situaciones, como ser la entrega de bolsones de alimentos del Consejo Escolar donde han participado diferentes organizaciones sociales, sin tenerse en claro varias cuestiones, como ser la elección de las familias beneficiarias y las cantidades de entregas de alimentos que se han realizado.
Por ello, no debemos acostumbrarnos a lo que está mal; por el contrario, debemos exigir el funcionamiento normal de las instituciones públicas para que hagan lo que tienen que hacer y con el personal correspondiente. Ya de por sí, el aparato estatal tiene suficiente recurso humano para atender sus finalidades.
Lo natural es que la escuela esté para educar y el hospital para curar, no debemos permitir el avasallamiento y la utilización de instituciones públicas por agrupaciones partidarias mezquinas con fines pocos claros. No nos acostumbremos a lo que está mal.
Gonzalo Alberto Fierro – Vocal Titular UCR Chascomús