En la Argentina no hay debate político, lo que hay es mediocre, malo, pésimo. No se puede elevar el nivel dirigencial salvo excepciones es deplorable.
En ese marco sufrimos un escenario de idas y vueltas en cuanto a las agresiones verbales, que en no mucho tiempo traerá también las físicas. Exabruptos donde nadie propone ni explica nada para que la población sepa de que se trata todo esto.
Hay escases de dirigencia política con nivel de análisis serio. Debemos tener en cuenta nuestro pasado, nuestra cultura, la recuperación de la política regional en América del sur. Falta la unidad en América Latina por eso somos débiles y las nuevas generaciones no deberán cometer las torpezas de este tiempo.
Un escenario político plagado de negocios e intereses que aglutinan a los Milei, Menem, Macri, Caputo, Sturzenegger y los Bullrich. La disputa se centra en el manejo de la energía, tecnología, vías navegables, así como los negocios inmobiliarios y financieros.
Para ello la baja de impuestos a los bienes personales y otras facilidades impositivas favorecen a los sectores mas adinerados de la sociedad.
Para este gobierno que promueve la desigualdad social la culpa es del Estado, de los jubilados, de los estudiantes, de los trabajadores, de los docentes y de los discapacitados.
El Estado tiene muchos defectos, pero no son intrínsecos, son defectos de la humanidad. No es el derecho ni la forma lo que nos condena. Los humanos cuando ocupamos lugares no hacemos lo que debemos hacer: que es lo que el deber manda o un poco mas también.
El atraso de la humanidad ha centrado la mirada solo en lo material despojándose de la solidaridad, del sentimiento y del disfrute de la vida. La honradez intelectual ha quedado lejos donde parece que cada dirigente es su propia empresa sin importar las ideas ni las organizaciones políticas, tan necesarias para la construcción colectiva de una sociedad.
Los intereses colectivos son lo más sagrado que tiene un país con la función y una presencia del Estado fuerte que nos haga ganar el respeto internacional. De lo contrario seremos una pequeña isla de negocios en el mundo donde se sirvan los grupos financieros y especuladores de la vida.
Claro que el Estado tiene defectos, pero trasladar las funciones al mercado es un asesinato para los más débiles.
La justicia social encarnada por el fundador de la UCR Leandro Alem es parte de la deuda en la que participamos. Siempre se puede hacer algo por el otro con sentido de responsabilidad.
La conveniencia social de los que creen que viven cómodos no quieren atender necesidades. El mercado no está para tener lastima ni piedad, no está para atender al enfermo sin recursos.
El mercado esta para competir y generar valor por eso tiene que existir una cuestión paralela para resolver los problemas sociales.
La política social es un producto de la necesidad del ser humano. El mercado no va solucionar todo. El mercado cumple su función y no podemos pedirle ni exigirle más que lucro.
Argentina, sino recupera la fortaleza del Estado y las organizaciones políticas, va rumbo a una desigualdad social, sin precedentes, convirtiéndonos en un paraíso fiscal en donde los poderosos vendrán de visita a llevarse todo mientras nuestros hijos se desarrollarán en la extrema pobreza.
Pobreza política, económica y cultural, como en estos días.
Flavio Ponce
Ex presidente de la UCR Chascomús