Actualmente mucho se habla del mensaje de odio y de sus consecuencias.
Y a los fines de salvaguardar el tiempo de quienes no creen que atrás del mismo existe un verdadero negocio que financia su construcción, lo/la invito a que lo aprovechemejor en leerlas abundantes opiniones en medios gráficos de distribución masiva que afirmanlocontrario.
Estoy convencido que existen verdaderas construcciones de la “falsa verdad” que multiplican exponencialmente situaciones de confusión, escudándose en “derechos constitucionales” que mal respetan en muchas otras situaciones autoconstruidas del sinsentido.
Ese mismo sinsentido que brinda razón y sustento al parecer popular de que “el sentido común, es el menos común de los sentidos”.
Aquel que distorsiona de tal forma una verdad, que logra volverla cual si fuera “opinión ´propia” aquello que terminará volviéndose en su propia contra.
Es un sinsentido total que algunos/as se tornen odiadores/as de sus similaresen base a lo que dicen quienes,al final, los terminarán odiando e invisibilizándolos.
Queda pensar por qué razón todavía hay personas que se enojan con los pobres cuando deberían enojarse con la pobreza.
Deben tener presente que quien no puede elegir por la razón que sea (marginalidad, indigencia, etc.) no es libre y se encuentra literalmente acorralado; inerme frente a cualquier fuerza que le supere.
Y es allí, donde deben incidir los términos y las obligaciones de la política real.
Sería ingenuo y temerario afirmar que la mala prensa y su multiplicación es la única razón que fundamenta la situación de creciente violencia a la que nos vemos sometidos.
Es necesariotambién considerar que la sustitución de la política (pensada como la construcción en común por la justicia social) por laantipolítica, es generadora de odio.
Me refiero a la antipolíticaque ha sido capaz de incluir en el vocabulario popular aquello de “estaba todo bien, hasta que llegó la política”. Y es urgente entender que exactamente por el contario se deberían encauzar las soluciones que aprovechen la riqueza de una Argentina que tiene mucho de lo cual enorgullecerse.
Pero parece que una mayoría creciente se esfuerza, por lo contrario.
El desinterés por empoderarse de nuestras muchas virtudes por sobre nuestros defectos es el objetivo perseguido por aquellos.
Pero tenemos mecanismos ya vigentes que pueden contribuir a revertir esta situación de apatía y se encuentran en aquellos que promuevan la participación ciudadana.
Plebiscito, referéndum, consulta popular, sesiones de los deliberativos por fuera de sus ámbitos de rutina y otros, deberían ser el camino de búsqueda de quienes representan paraevaluar el reconocimiento de la situación real de quienes representan, para luego brindar las soluciones adecuadas a través de la política.
Todos los reglamentos de los cuerpos deliberativos tanto nacionales como provinciales y municipales disponen de herramientas que permitirían recordar al pueblo, de queel verdadero poder del Estado reside en él, y que posee el derecho de peticionar y opinar sobre todas y cada una de las acciones de la política. Con ello lograríamos enfrentar a la antipolítica.
Pero hete aquí, que las reglamentacionesde las herramientas de participación ciudadana. parecen estar diseñadas para que nunca se pongan en práctica. Y es necesario revertir ello.
Porque los espacios que no ocupe la política lo ocuparán con la antipolítica.
La verdadera solución no se encuentra en aquello de “somos nosotros o ellos”. Se encuentra en enfrentar la creciente antipolítica, con políticas de participación. La verdaderamente republicana. No la declamativa. Y no quedará dudas de donde provienen las usinas del odio.
Me basta con recordar a Jauretche cuando afirmaba que debe siempre tenerse presente que la multitud no odia; las que odian son las minorías. Porque conquistar derechos, es siempre motivo de alegríaspopulares.
Oscar A Ruiz