La actualización del número de fallecimientos por Covid-19, que sumó unos 3.500 casos a los que ya se conocían, produjo un nuevo pico de tensión política entre el gobierno de Axel Kicillof y la oposición bonaerense, aunque es una medida que seguramente tendrá consecuencias a nivel nacional y para el resto de las provincias. Se da, además, al final de una semana que se había iniciado con una batalla dialéctica entre el gobernador y un grupo de intendentes de PRO.
La decisión de blanquear el número de casos llegó después de que, a mediados de agosto, el gobierno de Kicillof detectara serios indicios de que el retraso en la carga de datos al sistema nacional de información sanitaria SISA por parte de clínicas, sanatorios y hospitales comenzaba a producir inconsistencias significativas. En ese momento, se construyó el sistema de triple base de datos que permitió especificar la cantidad verdadera de fallecidos en tiempo real.
La pieza fundamental de ese dispositivo es el Sistema de Gestión de Camas, un desarrollo propio del gobierno provincial por el cual se chequea, tres veces por día, la disponibilidad de unidades de terapia intensiva en el sistema bonaerense. Así se detectó que personas que fallecían y eran informadas por su DNI, estaban después ausentes en el SISA. De ahí, también, que la digitalización de las partidas de defunción haya sido importante.
Pero más allá de detalles técnicos, el anuncio se hizo después de una serie de consultas de alto nivel político. Kicillof lo habló con Alberto Fernández. Y, en una reunión en la Casa Rosada el lunes pasado, el jefe de Gabinete bonaerense, Carlos Bianco y el ministro de Salud, Daniel Gollán, le contaron a sus pares porteños Felipe Miguel y Fernando Quirós lo que estaban a punto de hacer. Santiago Cafiero estuvo presente en esa ocasión, como representante de la presidencia.
Esa trama encierra algunas claves importantes. 1) Kicillof decidió avanzar con el anuncio porque, aseguran en su entorno, le pidió varias veces a Ginés González García presionar para que la carga fuese más rápida, sin conseguirlo. Entendieron que el anuncio no podía retrasarse porque una filtración de la incongruencia, aunque había sido mencionada por Gollán y su segundo Nicolás Kreplak hace semanas, podía dar lugar a suspicacias. El horizonte era una crisis política.
Eso no quiere decir que la novedad haya caído simpática en Olivos. Es que ahora podría haber un efecto “cadena” que obligue a blanqueos de otras s provincias. Eso, a su vez, podría hacer que aumente el número de casos –y la tasa de mortalidad- a nivel país. Doble costo: nuevos cuestionamientos a la cuarentena y gobernadores molestos. Algo de eso, dicen, advirtió Quirós en la reunión del lunes, donde habría revelado incluso el porcentaje –alto- de atraso en CABA.
Sobre mojado
Más allá de esas derivaciones nacionales, el episodio de los fallecimientos provocó una andanada de críticas domésticas contra Kicillof, de las que no participaron intendentes pero sí legisladores y referentes nacionales de UCR y PRO. La avanzada institucional más fuerte la protagonizó el presidente del bloque de Senadores de Juntos por el Cambio, Roberto Costa, que presentó un pedido para que Gollán se presente en la Legislatura a informar lo ocurrido.
Es significativo que eso ocurra al cabo de una semana en la que los alcaldes PRO del Conurbano, en coordinación con el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, le plantearan a Kicillof el desafío de abrir algunas escuelas para avanzar en la provincia con la misma modalidad de clases presenciales que empuja la CABA. En medio de eso, Larreta visitó La Plata, una presentica que fue leída en Juntos por el Cambio como un inicio de recorridas territoriales en clave electoral.
Los intendentes tocaron un punto neurálgico, como evidencia el tono de Kicillof, que en un zoom les pidió que no se comuniquen con él por los diarios ni se hagan los “pícaros”. La respuesta del gobernador es por ahora negativa. Tal vez verse obligado a calzarse ese traje de dureza sea lo que haya molestado más. Es que el gobernador había pedido a su gabinete que a mediados de agosto hubiese algo de “presencialidad” en las escuelas del interior, y no lo consiguió, por el aumento de casos en esa distritos combinado con una férrea negativa gremial.
En paralelo a esa batalla, Kicillof logró un armisticio con Miguel Lunghi, el alcalde de Tandil que se había “bajado” del sistema de fases. Derivas opositoras: a Lunghi no lo apoyaron sus pares radicales. En cambio, varios trabajan en otra idea, que coordina Miguel Fernández, de Trenque Lauquen, para dotarse de nuevas herramientas de gestión del Covid. Fernández ya habló con funcionarios bonaerenses. El tono político ahí es otro, mucho menos confrontativo. (DIB)