La instalación pública del debate sobre la reapertura de las escuelas se transformó en la segunda crisis por delegación nacional que tiene que afrontar Axel Kicillof en menos de 10 días. Pero esta vez, a diferencia de lo que ocurrió con el cierre nocturno, el gobernador ensayará una respuesta propia, no consensuada con los intendentes: confirmará la presencialidad, tal como hizo con la continuidad de la temporada de verano.
Existe una doble razón para la confianza de Kicillof en poder reabrir las escuelas el 1 de marzo. 1) Su ministro de Salud, Daniel Gollan, le acercó un análisis según el cual la curva de ascensos de casos se está estabilizando. “El problema fueron las fiestas, no lo que ocurre en la costa”, es la síntesis de ese diagnóstico. 2) Confía en que en dos semanas llegarán 2 millones de dosis de Sputnik-V, con lo que podrán avanzar en la inmunización de 400 mil docentes y auxiliares.
El último punto es crítico, porque depende de decisiones de Vladimir Putin, sobre las que Kicillof no tiene injerencia. Con todo, el gobernador ya tomó alguna precaución por si el ritmo del suministro se ralentiza, algo que parece estar ocurriendo a escala global. Para eso abrió un diálogo con los gremios en el que se explora la posibilidad de reabrir las escuelas habiendo aplicado solo la primera dosis de la vacuna rusa, que otorga por si sola una inmunidad del orden del 60%.
De todos modos, Kicillof es precavido: sabe que ningún país tiene resuelta del todo la cuestión de las clases. Se apoya incluso en datos personales: su hermano, que vive en Nueva York hace años, le contó cómo sus sobrinos retornaron a la escuela, después volvieron a cerrarlas y ahora van días salteados. Las idas y vueltas también son muy malas, dijo hace unas horas Adriana Puiggrós, que fue ministra de un gobierno peronista en la Provincia.
En el fondo, lo que teme el gobernador es un adelantamiento de la segunda ola –no este rebrote- que lo obligue a restringir la movilidad. Es la medida de fondo que no quiso tomar para la costa, en parte porque no estaba nada seguro de poder garantizar su aplicación sin el respaldo del presidente ni de los intendentes. “En adelante, la batalla no será por los contagios, sino porque la vacuna reduzca la mortalidad”, se atajan en su entorno.
El aborto también
El vínculo entre medicina y política no se reduce, por otra parte, a la cuestión del Covid, aunque algunos protagonistas se repiten. Gollan, por caso, trabaja para que la Provincia produzca, en su laboratorio público el misoprostol, la droga que se usa en la enorme mayoría de los abortos previos a la 14 semanas de embarazo, que estarán legalizados a partir del domingo próximo en el país.
Por ahora le comprarán al laboratorio público de Santa Fe, pero cree que producirlo en Buenos aires sería la profundización lógica de una política que comenzó en marzo, cuando Provincia reinstauró el protocolo de aborto no punible que María Eugenia Vidal había dado de baja a instancias del ultraconservador arzobispo (ahora emérito) Héctor Aguer. Por esa vía, el año que pasó se practicaron unos 9 mil abortos en PBA. Es curioso: pese a esos antecedentes, cuando se pregunta por las dificultades para avanzar con el misoprostol, en La Plata no mencionan a la Iglesia, sino al ministerio de Salud nacional.
¿Convendrá recordar que Kicillof abrió la negociación con Gamaleya porque temía que el vínculo de Ginés González García con Hugo Sigman, el dueño de mAbxience, el laboratorio que produce localmente la vacuna de Astra Zénecca, dejara al país sin alternativas? El misoprostol es fabricados por otras dos firmas, Beta y Domínguez, pero en la provincia recelan igual de Nación: “el problema es el modelo”, dicen. Todo ocurre, además, es un contexto especial: desde que Gollan es mencionado como eventual reemplazo de González García, comenzaron a aparecer denuncias de corrupción en su contra, algunas en webs cercanas a los servicios de inteligencia.
Otra frecuencia
La reacción de Nicolás Trotta a la carta de Mauricio Macri sobre la vuelta a las escuelas le dio aire a la oposición para presionar a Kicillof para que defina ese tema. Pero a Juntos por el Cambio comienza a agitarlo, en realidad la cuestión electoral. La prolongada indefinición de Vidal es el dato que hay que mirar, porque en su ausencia ganan credibilidad posibilidades que hasta hace poco eran meras conjeturas.
La principal es la irrupción bonaerense de Elisa Carrió, que no solo acepta encabezar lista de diputados este año, sino que hasta se plantó en la interna radical. Lo hizo a favor del oficialismo. O, lo que es lo mismo, contra Gustavo Posse, con el que trabaja además de Martín Lousteau, Emilio Monzó. Es decir, alguien que puede abrir puertas hacia ciertos sectores peronistas. Es cierto que también confirmó que quiere jugar un delegado de Vidal, Cristian Ritondo. Pero hay que ver si está dispuesto a arriesgarse este año.
Patricia Bullrich, alter ego de Mauricio Macri en este juego, estrenó aliada bonaerense: la diputada Carolina Piparo. Con su marido preso por el escándalo del atropello de fin de año, muchos creían que terminaba su carrera. Pero en su entorno dicen que tal vez se repotencie. ¿Tanto como para encabezar una boleta nacional? (DIB) Por Andrés Lavaselli