Por Andrés Lavaselli
El plan de ajuste que el gobierno nacional acaba de lanzar para intentar estabilizar la economía –bajar la inflación y contener una corrida bancaria y financiera que ya lleva semanas- implica la última chance en la dramática carrera por sostenerse en su cargo que libra Martín Guzmán, el ministro que se convirtió en emblema del poder interno de Alberto Fernández. Pero a la vez implicó el ingreso de Daniel Scioli al gabinete, una novedad a la que desde la Provincia le atribuyen un potencial político del primer orden.
En rigor, el paquete, que en lo esencial consiste en un aumento de tarifas que incluye la famosa “segmentación” combinada con suba de tasas de interés y restricción al acceso de los empresarios a los dólares para la importación no termina de despejar una incógnita esencial: hacia dónde va, en el fondo, el gobierno en materia económica. La dificultad es, como desde hace dos años, que en el oficialismo conviven dos proyectos, uno que encarnan Fernández y Guzmán y otro que apadrina Cristina Kirchner, líderes que volverán a hablar por separado el lunes en dos discursos que en este contexto cobrarán especial significación.
En principio, los anuncios económicos implicaronun rebalanceo de internas: Guzmán le ganó a Pesce la pelea por subir la tasa, en un momento en que el presidente del Banco Central es apuntado por haber incumplido la meta de acumular reservas mientras habilitaba una sangría de dólares que muchos empresarios usaron para adelantar stocks de insumos a bajo costo relativo. Sergio Massa, que no quiere para él o un delgado suyo el manejo económico si no retiene todo el poder en el área, fue compensado con el control de la aduana para resarcirlo por el ingreso de su enemigo Scioli al gabinete.
Para el escenario bonaerense, esta última es la principal novedad, por tres motivos esenciales. 1) De arranque Scioli acordó con Kicillof, el primer dirigente no nacional al que visitó tras asumir, una lógica de acumulación política que “sume para acumular en la Provincia”. Esto es, un trabajo coordinado en materia de programas y anuncios, lógica inversa a la que existía, cuentan, en la época de Matías Kulfas. 2) Con un Fernández muy desgastado, es inevitable que Scioli se sume al lote de presidenciales (junto a Capitanich, De Pedro, Massa) por lo de movida hay un reconocimiento de Kicillof como el hombre en la PBA y una retribución al ex motonauta como parte del lote de aspirantes.
El tercer motivo, cuentan en la provincia, es el más importante, pero a la vez el más intangible: la presencia de Scioli en el escenario abre expectativas nuevas al interior del oficialismo. Aunque no está exento del golpe que la inflación le viene pegando a la imagen de todos los dirigentes oficialistas, el exembajador tiene probado oficio en salir indemne de escenarios que “incendian” a otros dirigentes. Lo demuestra, entre otras cosas, su resistencia a los ataques del kirchnerismo cuando ocupaba el sillón que ahora ocupa Kicillof.
“Nos ayuda a sacarnos de encima la idea de que está perdida la elección nacional”, dicen en La Plata, contagiados de “optimismo, buena onda, fe y esperanza”, el mantra que resume el rap sciolista desde siempre. No conviene perder de vista que para un Gobernador que aspira a la reelección el efecto arrastre nacional siempre es importante. El componente motivador, además, se derrama a intendentes y gobernadores, de histórica buena relación con Scioli. Hasta La Cámpora, que en 2015 asistió a su entronización como candidato con, por decirlo suave, poco entusiasmo, ahora lo llama “compañero” en público.
De todos modos, esos planes son -en la Gobernación lo admiten- cosa del mediano plazo. Antes, el reloj marca un tic tac dramático que vence a fin de mes, cuando Guzmán deba probar que puede refinanciar nada menos que $500 mil millones de deuda. Todo el oficialismo contiene la respiración ante ese desafío. El otro será aplicar la segmentación de tarifas, la pelea que Guzmán, por ahora, le gana al camporismo. Aunque, como todos, coinciden con la justicia de la “idea”, en la Gobernación son muy escépticos con su concreción: creen que se optó por el modelo más difícil de llevar a la práctica. Además, hay incertidumbre respecto de si ese esquema requerirá de regulaciones normativas adicionales que deban ser aplicadas por la administración bonaerense.
Mientras, la oposición intenta correr hacia el lado opuesto de la crisis y despegarse de posiciones como la del supermercadista Miguel Braun o las del libertario Javier Milei, cuyos excesos verbales se reflejan ya en las encuestas. Las predicciones pesimistas que ante inversores hicieron de economistas como Laspina, Lacunza y el financista Caputo, sin embargo, mezcla en el barro a Juntos. Con todo, la interna es allí lo que prima: ahora, ese péndulo oscila hacia Horacio Rodríguez Larreta, que se endurece y exige alineamientos explícitos para contrarrestar la embestida de Mauricio Macri//Vidal/Ritondo y confirma a Diego Santilli como su único candidato en PBA. (DIB) AL