EL resultado nacional, con balotaje o no? El extraño cierre de MIlei y su capacidad de procesar una eventual frustración. Massa, un candidato que sobrevive a sus propios índices y es el mayor acierto de Cristina, aunque puede abrir el postkirchnerismo. ¿La levantada de Bullrich alcanza o no? Las razones de favoritismo de Kicillof.
Por Andrés Lavaselli
Después de unas PASO en las que el gran vuelco del voto que transformó a Javier Milei en la estrella política del momento se produjo en la última semana, nadie en el mundo de la política ni en el de la consultoría, se anima a arriesgar un pronóstico contundente. Más bien, las presunciones se organizan en torno a un puñado de interrogantes: 1) ¿Hay chances de que Milei gane en primera vuelta?; 2) ¿El mejor foco que parece haber logrado Patricia Bullrich en el último tramo de la campaña puede colocarla en un eventual ballotage? 3) ¿Puede Axel Kicillof perder después de ganar las PASO, a raíz de los escándalos que tachonaron la última parte de la campaña?
En ese mar de dudas, hay una certeza que nadie niega: la elevación de Sergio Massa a candidato expone al kirchnerismo a quedar relegado en un cambio de era en el peronismo. Pero fue la jugada más racional de Cristina Kirchner. Aunque muchos le critican su repliegue post atentado, la designación del líder de Frente Renovador como representante de Unión por la Patria parece un acierto incuestionable. Más allá de cómo termine la elección es difícil imaginar otro candidato oficialista que permanezca con chances con una inflación volando al 138% anual y el dólar “blue” que por momentos parece dispararse sin techo. Eso, siendo el ministro de Economía.
El consenso que susurran en voz baja los consultores, de todos modos, indica que la hiperactividad de Massa no alcanza para evitar un triunfo de Milei en primera vuelta. Aunque las medidas de “reparación” le mejoraron el perfil al candidato, el líder de La Libertad Avanza parece tener allanado el camino a un triunfo el domingo. Sin embargo, cierto “estancamiento” siembra dudas en la mayoría de los actores respecto de la posibilidad de un triunfo en primera vuelta, algo qué el mismo agitó ayer en su extraño acto de cierre en el que cedió la palabra conceptual a Alberto Benegas Lynch (h), el “prócer” liberal que ni siquiera es candidato y desató un innecesario conflicto con El Vaticano.
¿Y Bullrich? La candidata de JxC tardó el reponerse del golpe que significó ser superada por Milei en unas PASO a las que su fuerza política llegó como favorita. Además, las ambigüedades de Mauricio Macri, el líder que la impulsó para ganar la interna a Horacio Rodríguez Larreta, coqueteó durante días con Milei. Eso tampoco la ayudó. Pero después, Bullrich mejoró: enfocó su discurso no solo en la corrupción kirchnerista sino también en las inconsistencias de Milei y ordenó su campaña con la incorporación de Macri y de Larreta. Por eso en su entorno hablan de una remontada. Su problema parece ser que no retiene todos los votos de su ex rival interno. Eso la dejaría fuera de la segunda vuelta.
Por eso, aunque la posibilidad de un cisne negro siempre está vigente en la política argentina, mientras ajustan la maquinaria para el domingo, en la política ya empiezan a mirar cómo sería un balotaje. Algunas preguntas que se hacen: ¿qué tan preparados para procesar la frustración de no ganar en primera vuelta están los líderes de LLA, especialmente el propio Milei, después de agitar tanto esa posibilidad? ¿Cómo puede afectar eso al ánimo de su electorado? Si es Massa el rival: dónde irán los votos de la UCR: uno de sus líderes bonaerenses, Maximiliano Abad, dijo que no puede haber indefiniciones. La cuestión es que estarán enfrentando a un dirigente que dijo que todas las mañanas le pegaba trompadas a una imagen de Raúl Alfonsín ¿Y peronistas como Emilio Monzó qué harán? El propio Larreta parece formateado mucho más para la Unidad Nacional que promete Massa que para el extremismo liberal de Milei. En definitiva: si hay segunda vuelta, puede ser el primer paso para un reordenamiento del espectro político, que comience por lo electoral pero que puede ir más allá, con una desestructuración de JxC y un reordenamiento de otros dos polos, uno en torno a Milei y otro en derredor de Massa.
Hay también otros factores que pueden incidir en los resultados: el nivel de votantes es el más mirado. Pero no es lo mismo que sector se incorpora: aunque la tendencia es que los nuevos electores sean opositores, el oficialismo hizo un trabajo hormiga para buscar a los desencantados con el gobierno de Alberto Fernández. Si los que llegan tienen entre 40 y 50 años, serán favorecidos. Pero si se suman adultos mayores, el beneficio será para Bullrich, mientras que entre los jóvenes prima Milei.
La elección bonaerense, que se define el domingo, se debate entre dos cuestiones. Por un lado, está la performance de Bullrich, que no le aporta mucho a un candidato con poco carisma, como Néstor Grindetti. El juego de intendentes como Valenzuela (Tres de Febrero) que lanzó un spot que llama a votar por él más allá de la preferencia nacional o Garro (La Plata) y Montenegro (Mar del Plata), que reparten su boleta junto a la de Milei agregan serias dudas al alcance de su recuperación. En Bahía Blanca directamente dan por hecha una derrota de JxC. El otro tema es la dificultad para Píparo de remontar los algo más de 12 puntos de luz que le sacó Kicillof en octubre. Esa distancia parece haberse acortado, pero la escasa penetración real en la intención de voto de escándalos como el de Insaurralde o el de “Chocolate” Rigau, que manchan a sus protagonistas pero no parecen impactar en el gobernador, mantienen a la reelección como la opción más factible. (DIB) AL