No pocas veces desde estas páginas hemos puesto de relieve la peligrosidad que significa la presencia de perros en las calles, en varios puntos de la ciudad, que atacan en forma amenazadora a ciclistas y transeúntes. En algunos casos sólo salen a “torear”; en otros la situación es más grave y en algunos causan mordeduras o rotura de ropa. Bien saben de esto los carteros y repartidores que hacen su trabajo a pie o en bicicleta en toda la ciudad.
Es destacable el esfuerzo de algunos vecinos que a través de una agrupación “Narices Frías” procuran fundamentalmente la salud de perros en estado abandono. Pero la población canina crece y las autoridades deberían implementar las medidas que estos animales necesitan.
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