Son los principales contendientes de la pelea por determinar el perfil de la coalición opositora para las próximas elecciones. Los recelos internos, las fotos de la división y los cortocircuitos de dos personalidades distintas. Horacio Rodríguez Larreta, en el medio. El papel de la UCR
Aunque Juntos por el Cambio salió indemne del primer año en que gobernó Alberto Fernández, la gran pregunta es cómo afrontará el duro desafío que se perfila para 2021: amalgamar sus diferencias internas para presentarle al electorado una propuesta sólida que le permita ganar las elecciones legislativas. No será fácil: 2020 terminó con una tregua entre el sector duro y el dialoguista de la coalición opositora, pero están todas las condiciones dadas para que terminen chocando dos estilos, dos personalidades y dos formas de hacer política encarnadas en Mauricio Macri y Elisa Carrió.
Esa es acaso la verdadera batalla de fondo en la principal fuerza de la oposición: si bien el ex presidente mantiene una mirada distinta de Horacio Rodríguez Larreta sobre la estrategia para enfrentar al Gobierno, tiene una relación de muchísimos años en la que es difícil imaginar una ruptura. No sucede lo mismo con la fundadora de la Coalición Cívica (CC), que ya explicitó que “Macri ya fue” y suele posar con moderados de JxC como el jefe de Gobierno porteño y María Eugenia Vidal. Ese fue el último aporte a su relación con él, después de muchos años de haberlo criticado ferozmente hasta que el milagro pacificador de la política la hizo acercarse a él para formar Cambiemos.
Si alguna imagen faltaba para el álbum de la división opositora fue la del último cumpleaños de Carrió, el sábado pasado en su casa de Capilla del Señor. Con “halcones” de JxC como Macri y Patricia Bullrich excluidos de la lista de 70 invitados, la anfitriona convirtió un festejo privado en un hecho político gracias a la difusión en las redes de las fotos de una “paloma” como Rodríguez Larreta en su fiesta.
Además de sentenciar con enojo que “Macri ya fue”, la ex diputada reveló que el ex presidente le había faltado el respeto al decirle en una conversación telefónica que “sólo servía para denunciar”. La fractura parecía inevitable, pero el ex presidente tuvo un gesto inesperado: publicó en Twitter un mensaje de solidaridad con Carrió por “la persecución judicial” que sufre por parte del kirchnerismo, en el que la apoyó y destacó “la valentía” con la que “se atrevió a denunciar actos de corrupción”. Ese fue el germen de otra llamada en la que pudieron aclarar algunas sus diferencias.
Así se explica que desde mediados de noviembre, cuando cuestionó en severos términos al fundador del PRO, Carrió no haya atacado más a Macri y que sus dardos se concentraran en el Gobierno, sobre todo en Cristina Kirchner, aunque un mes después volvió a patear las estanterías de Juntos por el Cambio al anunciar sorpresivamente que en las próximas elecciones será candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires.
¿Fue un mensaje para Macri? ¿Una forma de condicionar el resto de las candidaturas? ¿Una señal de que no dejará sola a Vidal si la ex gobernadora decide volver desde una postulación bonaerense? En la Coalición Cívica explican que Carrió está muy preocupada por los signos de deterioro institucional que provoca la Vicepresidenta y que para poner límites hay que jugar a fondo con las mejores figuras en la madre de todas las batallas políticas argentinas, la provincia de Buenos Aires.
En esa visión no está incluido Emilio Monzó, a quien Carrió acusó de haber “entregado” la elección bonaerense en 2019 para que pierda Vidal. El ex titular de la Cámara de Diputados, más diplomático, también la puso en la mira cuando consideró que Juntos por el Cambio debía ser una orquesta y que no ayudaban quienes actuaban como “solistas”, en referencia a la fundadora de la CC.
Ese intercambio de “gentilezas” complica a Rodríguez Larreta, que con la actitud de un monje zen habla con todos en la oposición y quiere rescatar a Monzó porque lo considera valioso para la pelea en la provincia de Buenos Aires. El jefe de Gobierno ya se dio cuenta de que Carrió no forma parte del ala dialoguista de Juntos por el Cambio sino que predomina en ella la idea de que para reconquistar votos hay que ofrecer candidatos que no se hayan quemado en la hoguera de la gestión de Macri, incluido el propio el presidente, claro está, con quien la relación siempre tuvo altibajos.
“Carrió es Carrió”, afirman en su entorno ante la pregunta para intentar entender algunos de sus últimos movimientos, en donde siempre se impone su sello personal: dice lo que se le antoja sin importar las consecuencias. Después de todo, es una de las aristas de su fama de insobornable que la aleja de la política convencional (y centrifuga muchos aliados).
Desde la vereda del PRO también podrían decir que “Macri es Macri”. El ex presidente reapareció públicamente en una entrevista televisiva luego de un largo silencio tras haber dejado el poder. Envió señales de buena voluntad hacia los moderados como Rodríguez Larreta, aun cuando desde ese sector de la oposición decían en la intimidad que preferían que se retirara de la política activa.
La imagen del jefe de Gobierno creció con su espíritu de colaboración durante la pandemia y para algunos dirigentes eso bastaba para jubilar a Macri y encumbrar a Rodríguez Larreta. Ese juego se estrelló contra los zigzagueos de Alberto Fernández que, presión kirchnerista de por medio, pasó de considerarlo “amigo” a manotearle fondos a la “enemiga” Ciudad de Buenos Aires, sin escalas.
El alcalde porteño se vio obligado a endurecerse y allí sintonizó espiritualmente con un duro como Macri, recostado en su intransigencia ante el Gobierno y en alinearse con la gente que salió a la calle por múltiples reclamos en los banderazos, gran parte de la cual integró ese 41% que lo había votado en 2019.
Lo que terminó de enfrentar a Carrió y Macri fue la elección del procurador general de la Nación. La jefa política de la Coalición Cívica, preocupada por la “debilidad” del jefe del Estado ante la ofensiva de Cristina Kirchner, explicitó su apoyo a Daniel Rafecas, el candidato de Alberto Fernández, como una forma de evitar la pérdida de poder presidencial y el deterioro institucional. Para Macri, Bullrich y los duros de JxC, se trataba de una disputa ajena en el oficialismo y no había que meterse.
En ese clima se llegó a la traumática charla telefónica entre Macri y Carrió, mientras la ex diputada diseñó esa postal rupturista que representó la reunión cumbre con Rodríguez Larreta y Vidal en su chacra de Capilla del Señor justo cuando el caso Rafecas dividía las aguas en JxC y tampoco había acuerdo en sus filas ante la fugaz propuesta de Cristina Kirchner, en su primera carta pública, de llamar al diálogo político para una agenda de temas en común en medio de la crisis económica.
La profundización de la guerra declarada por el Gobierno, ya sin matices internos, contra la Ciudad de Buenos Aires ayudó a que “halcones” y “palomas” se atrincheraran en un mismo nido, hasta tal punto que la ofensiva oficial contribuyó a que Macri y Rodríguez Larreta se reunieran con el resto de la plana mayor del PRO, en Vicente López, para superar diferencias y diseñar estrategias conjuntas.
La tregua en la fuerza macrista pareció ser respondida por Carrió con el anuncio de su candidatura en 2021 y la revelación de que no descarta competir por la gobernación bonaerense en 2023. A su vez, la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, quizá cansada de ese vals desacompasado que bailan duros y dialoguistas en Juntos por el Cambio, sorprendió con su propuesta de realizar elecciones internas en Juntos por el Cambio para “dar la pelea por las ideas” más que por candidaturas personales.
En este escenario tendrá mucho peso la UCR, cuya estructura a nivel nacional tiene una importancia clave para el crecimiento electoral de la oposición, con tres gobernaciones como las de Mendoza, Corrientes y Jujuy, y que está presidido por un dirigente como Alfredo Cornejo, a quien coinciden en elogiar los otros socios de la coalición.
Ya se perfila el primer gran desafío que tendrá por delante Juntos por el Cambio en 2021. En las PASO que querían suspender Alberto Fernández y los gobernadores, pero no el kirchnerismo, se someterán al veredicto del voto unos y otros, “halcones” y “palomas”, duros y dialoguistas. No sólo se elegirá de qué forma la principal fuerza opositora intentará ganarle al Gobierno en las elecciones legislativas. También, en el fondo, estará en juego de qué lado está la gente entre Macri y Carrió. (Fuente: Infobae)