Mauricio Macri ya no solo utiliza el concepto de «indecisos» para describir a los electores que pueden empujar su victoria presidencial ante la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner. Ahora también estudia el comportamiento del denominado «voto estacionado», un nuevo concepto de la sociología electoral que acuñó Marcos Peña después de leer, estudiar y analizar decenas de encuestas que aterrizan en su despacho de la Casa Rosada.
El «voto estacionado» implica una superación académica del «voto indeciso», que en su propio nombre está escrito el alcance de su significado. En este contexto, el voto «indeciso» se «estaciona» a la espera de ir hacia el candidato que satisfaga mejor sus expectativas y sus sueños.
Peña considera que el «voto indeciso» mutará a «estacionado» en Juntos por el Cambio cuando no queden dudas del mejoramiento económico y cuando sea «evidente» la presunta mediocridad de Fernández (Alberto) como candidato presidencial del Frente de Todos.
La posición de Fernández respecto a las Leliqs, los bancos y los empresarios, la comparación que hizo Cristina Kirchner entre Argentina y Venezuela, y la mención apologética del asesino Barreda ejecutada por Aníbal Fernández son hechos de la campaña electoral que, desde la perspectiva del Gobierno, contribuyen a pasar del «voto indeciso» al «voto estacionado».
A contrario sensu, la flexibilidad de los mercados ante las declaraciones de Fernández, el apoyo de los empresarios al Gobierno y la ratificación institucional del Fondo Monetario Internacional (FMI) respecto al modelo económico de la Argentina, implican para la Casa Rosada un respaldo económico/político que aceleraría también la transición del «voto indeciso» al «voto estacionado».