Texto de Miguel Otegui
Hasta nuestra mesa de redacción llegó una nota del concejal (mc) Miguel Angel Otegui, recordando la figura del dirigente peronista, que fuera Diputado Provincial, Rubén Bricio, recientemente fallecido, y que a continuación publicamos.
“Días atrás cayó como un rayo la noticia que mi amigo y compañero Polo Barrera me hacía llegar «murió Pepe Bricio».
Minutos después su hijo Martín me anunciaba murió papá.
A ellos, al pueblo de Chascomús, a mis compañeros peronistas les quiero decir, están equivocados: el petiso Bricio vive.
Vive porque están vigentes sus convicciones y hoy que la patria, la Nación Argentina misma agoniza, sus verdades están más vigentes que nunca.
Vive además en los que siendo pibes abrazamos la causa de Perón con su noble predicamento, en palabras y hechos, y dando testimonio de lo que es un hombre de su talla no dejaremos que muera.
Muchos de esos pibes muchachones jóvenes, algunos descarriados otros desorientados, somos hombres de bien, y en esa historia tuvo que ver y esta mi querido amigo y maestro Rubén Omar Bricio.
Sin golpes bajos, sin aprovechamiento político, quiero dejar mi mensaje, que rescatando a este pequeño gigante para la historia de oro del Movimiento Peronista
Y escribo con una gran carga emotiva que surge del recuerdo, de haberme encontrado siendo un adolescente de apenas 13 años que nunca había salido de su cuadra, una calle de los fondos del barrio el Tero de Lezama, e ingresaba a la escuela secundaria, la ENET N° 1 de Chascomús donde él era preceptor.
Y ceo que percibió por la humanidad que lo conformaba, que yo estaba muy solo en un lugar que sin ser inhóspito me resultaba desconocido.
No voy a entrar en detalles de lo que fue para mi desde aquel entonces porque no quiero personalizar la presente pero si dar testimonio de su solidaridad y humanidad para conmigo.
Se venían los años setenta y el General Perón anunciaba su retorno con todo lo que ello significaba como mensaje de esperanza y unidad para nuestra patria, y Pepe Bricio era símbolo de Peronismo, era un panfleto caminando, para aquellos tiempos y sin ofender, era como estar excomulgado.
Aquí se pone al frente de los jóvenes peronistas, con una voluntad única, jovial pero de convicciones y palabras firmes.
Ezeiza lo golpeó con la muerte de su amigo Rogelio Cuesta, pero nunca lo doblegó.
La tiranía los arrancó de los brazos de su familia, lo torturó, lo flageló de la peor manera, pero a su regreso, a sus pibes jamás nos trasmitió una queja. En silencio del que solo tienen los grandes, guardó por tiempo el infierno vivido.
Pero como no era indiferente al dolor ajeno, salvo vidas dentro de aquellas mazmorras.
La democracia cristalizó magramente sus aspiraciones como dirigente en corto periodo como legislador.
Pero allí también hizo notar que sus convicciones eran irrenunciables.
Vivió siempre en la misma casa con su mismo estilo, hasta que su cuerpo partió, con Raquel, Evita, Rubito y Martín, su familia.
Claro al momento de afirmar convicciones peronistas, cuando algunos imberbes pretendían quedarse con nuestro movimiento.
Quiera Dios que estas deshilachadas y sentidas palabras desempolven la memoria de algunos para que puedan diferenciar lo que es un peronista de los que se dicen serlo y nos han robado hasta la esperanza.
A mis compañeros de toda la vida los exhorto a no olvidar al pequeño gran hombre emular su lucha en un momento difícil para la Patria porque necesitamos sangre de esta estirpe valiente, para volver hacer una argentina grande con un pueblo feliz, bajo el único amparo de la azul y blanca”.
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