El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación realizó un balance del año marcado por la pandemia y todo lo que ella puso en movimiento en el mundo de la ciencia y la investigación.
La visibilización del trabajo del día a día de la ciencia, la velocidad en el financiamiento de las investigaciones por parte de los gobiernos, la mejora de la interacción entre la academia y la industria son sólo algunas de las marcas que dejó la pandemia para el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza, quien realizó con Télam un balance de este 2020.
Doctor en bioquímica, investigador del Conicet, donde ejerció como presidente entre 2012 y 2015, y exdiputado nacional, Salvarezza asumió la cartera científica el 10 de diciembre de 2019, unos meses antes de que se declarara la pandemia por coronavirus.
En este año donde el sistema científico-tecnológico se puso a prueba, Salvarezza dialogó con esta agencia sobre las enseñanzas que dejó la pandemia en el sector a nivel mundial y nacional y los desafíos que enfrenta Argentina.
Télam: ¿La pandemia cambió la forma de hacer ciencia?
Roberto Salvarezza: La ciencia siempre trabaja sobre el mediano y largo plazo porque tiene que tomar una serie de recaudos para validar sus resultados; lo que vimos en la pandemia es la entrecasa de la ciencia porque en virtud de la necesidad de dar respuestas tuvo que mostrar el día a día; una muestra de ello es que conocimos los resultados de la eficacia de las vacunas antes de que se publicaran en revistas científicas con revisión de pares.
Esto fue bueno en muchísimos casos, por ejemplo, los primeros que alertaron que el virus se transmitía en aerosoles (partículas invisibles que emitimos al hablar o respirar) lo hicieron antes de que los estudios llegaran a ser publicados para que la gente se protegiera, y fue muy positivo.
También sucedió con las vacunas; normalmente las fases se realizan en forma secuencial.
En el ámbito sanitario, Argentina queda con una infraestructura instalada muy superior a la que había antes de la pandemia.
Hoy, las fases se condensaron y mientras los laboratorios realizan la fase 3 van enviando a los entes reguladores los resultados en tiempo real para ganar tiempo y ni bien se termine esa fase, los datos ya estén analizados.
T: ¿Cuáles de estas transformaciones quedarán como aprendizaje?
R.S.: Los gobiernos financiaron a la ciencia con una velocidad que no habíamos visto nunca. En Argentina, donde las convocatorias a proyectos de investigación suelen ser anuales -se abre la convocatoria y al año siguiente se tienen los resultados- en este caso se trabajó a contrarreloj y en dos meses ya se estaban firmando los contratos para transferir fondos.
En el ámbito sanitario, Argentina queda con una infraestructura instalada muy superior a la que había antes de la pandemia
Parte de ese equipamiento provino de nuestro sistema científico-tecnológico, por ejemplo, en el caso de Tecme (la empresa que fabrica respiradores) tuvo que triplicar la producción para lo cual amplió la planta.
También dejó instaladas empresas de base tecnológica que cambiaron su perfil como la textil, que se asoció con investigadores para producir materiales con protección antiviral, antibacteriana y antifúngica para hacer barbijos.
También está el caso de los kits de diagnóstico donde los investigadores desarrollaron un prototipo y se asociaron a empresas de base tecnológica y hoy hay más de un millón y medio de kits hechos en el país.
Todo esto nació de la interacción entre la academia y el sector productivo, ese vínculo se mejoró notablemente y queda como una capacidad instalada.
En el mismo sentido, otra enseñanza es la asociación público-privada, sobre todo en Argentina, que tenía menos experiencia, durante este año se logró rápidamente vincular al sector académico, el que genera la tecnología e innovación, con el sector privado que permitió escalar la producción.
T: ¿Cuáles fueron los aportes de la ciencia argentina al mundo?
R.S.: El país desarrolló capacidades en sectores neurálgicos como diagnóstico, elementos de protección, fármacos e informática.
En los diagnósticos desarrollamos kits serológicos y de diagnósticos de virus; en relación a los elementos de protección es muy variado, va desde los barbijos a máscaras para cubrir o textiles inteligentes, entre otros.
En relación a los fármacos, tenemos el desarrollo del suero equino hiperinmune; también están los anticuerpos de llama que se están estudiando.
Existen, además, dos proyectos de vacunas que están en fase 1 de investigación.
También en términos de desarrollo de la informática: la aplicación CuidAr se desarrolló en Argentina en muy poco tiempo en el sistema de ciencia.
T: ¿Cómo encontró la pandemia a la ciencia en Argentina?
R.S.: La ciencia venía golpeada de los últimos cuatro años. Nosotros habíamos realizado una inversión en 2015 y esa inversión terminó en 2019 con mil millones de dólares menos, también se perdieron recursos humanos; teníamos tres investigadores cada mil habitantes de población económicamente activa y terminamos con 2,5.
Sin embargo, la potencia del sistema científico permitió dar respuesta rápida ante la pandemia, aún con esos cuatro años de retroceso. El compromiso y la solidaridad de las científicas y científicos jugó un rol muy importante.
T: ¿Qué desafíos tiene el sector a nivel nacional en términos de presupuesto y objetivos?
R.S.: Este año empezamos a recuperar presupuesto respecto a 2019; en 2015 teníamos el 0,35% del PBI, en 2019 terminamos en el 0,24% y hoy estamos en el 0,26%.
Tenemos la propuesta de la Ley de Financiamiento de la Ciencia que tiene el apoyo de todos los bloques y que nos da una perspectiva de incremento presupuestario para 2030 de llegar al 0,9 % del PBI, lo que nos da un horizonte de previsibilidad.
Por otro lado, hay que seguir trabajando en la idea de que además de hacer ciencia de calidad y excelencia, algo que se tiene en Argentina, tenemos que utilizarla para resolver los problemas que tiene nuestra sociedad.
De la misma manera que se hizo frente a la pandemia, tenemos el desafío de tener una ciencia que trabaje contra el hambre y la pobreza, que vuelque innovación y conocimiento en la producción para volver a las PyMEs más competitivas.
Otro desafío es el cuidado del medio ambiente donde, como ciencia, tenemos que dar soluciones frente a estas problemáticas.
Tenemos que seguir trabajando para que la ciencia sea un elemento de transformación y de desarrollo de la sociedad. (Fuente: Télam)