Dados los acontecimientos recientes en relación al crematorio de la ciudad de Chascomús, quiero compartir los hechos que no se conocen, por los cuales el lugar está clausurado.
Mi papá, Félix Goldsztein, fallece el 21 de junio de 2016. Al día siguiente, a primera hora, contratamos el servicio de cremación, el cual se lleva a cabo, teóricamente, el mismo día, entregándonos por la tarde una urna con cenizas.
El día 27 de junio, la jefa del departamento del cementerio municipal realiza la denuncia ante la UFI descentralizada Nro. 9 de Chascomús por irregularidades en el crematorio y olores a cuerpos en descomposición.
A raíz de esta denuncia, el 28 de junio se produce el allanamiento del crematorio por parte de la Fiscalía. En ese procedimiento encuentran varios cuerpos, entre ellos el de mi papá. Toman fotografías de los cuerpos. Pero los dejan ahí.
El 1 de julio de 2016 la Fiscalía cita a mi mamá, quien va acompañada por uno de mis hermanos, sin saber el motivo. Es ahí donde nos comunican la situación y nos hacen reconocer fotográficamente -sin ninguna preparación previa- el cuerpo de mi padre.
A partir de ese momento no tuvimos más información, ni respuestas. Nos sentimos totalmente desamparados por la justicia y el Estado. Para poder reclamar por el paradero del cuerpo de mi papá tuvimos que contratar un abogado.
El 19 de agosto por pedido nuestro logramos hacer un nuevo allanamiento en busca de los cuerpos o restos, pero ya no se encontró ni cuerpos, ni restos o cenizas. Los cuerpos pasaron a estar desaparecidos porque fueron dejados en el crematorio y nadie constató que se hizo con ellos.
El 28 de junio la Municipalidad de Chascomús inhabilita el crematorio. Aún así, este sigue funcionando sin control alguno.
La Fiscalía cita a Machado a declarar, pero él se niega. Nunca nos informa qué hizo con los cuerpos.
El crematorio no posee cámara de frío ni tampoco tiene gas natural, por lo tanto funciona con un zepelin. En la declaración del gerente de servicios de la cooperativa de usuarios de electricidad y de consumo de Castelli Limitada, éste testifica ser el proveedor de gas. Cuenta que desde que colocaron el zepelin en el crematorio, el 27 de mayo de 2015 -sin ser informados acerca del uso que le darían- tienen irregularidades con el pago. Entiendo que el crematorio no siempre tenía gas, siendo este uno de los motivos por el que no cremaban.
En otras declaraciones los trabajadores del cementerio cuentan que durante varias semanas Machado tuvo problemas con el horno, que no eran solucionados. Y que hablaba de cómo podría descartar los cuerpos, si mediante una fosa común, o sacándolos en camioneta del recinto. Y pedía ayuda, a estos mismos trabajadores para ello.
Podría seguir contando un montón de irregularidades y atrocidades más. Todas ellas figuran en el expediente.
Entiendo que es fundamental contar con un crematorio en la ciudad, sobre todo en este momento de pandemia, pero es necesario que estén garantizadas las condiciones de seguridad, higiene y respeto para los muertos, las familias y su dolor. Me cuesta creer que los mismos funcionarios públicos puedan llevar esto acabo, ya que fueron ellos los que permitieron que Ernesto Machado, por acción u omisión, haga semejante horror. No controlaron ni regularon el crematorio, dejaron desamparadas a las familias damnificadas e hicieron todo lo posible para evitarnos. Solamente me atendió un funcionario el día que fui con un abogado, cuando ellos tienen la obligación de atender e informar a los ciudadanos siempre.
En abril de este año iba a ser el juicio penal, oral y público el cual, por motivos obvios, se pospuso. La justicia no logró dar con el paradero de Machado para notificarlo del juicio civil, pero sin embargo él manda una carta de descargo al diario impunemente.
A casi cuatro años ya de esto, seguimos esperando justicia y verdad.
Ramiro Goldsztein