Tensión política y hartazgo social: el detrás de escena del cambio de formato en el anuncio de extensión de la cuarentena

Por qué se demoró el mensaje presidencial. Los contactos cruzados. La negociación de Olivos

Se decidió todo a último momento. Cuando Alberto Fernández, Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof se encontraron al mediodía en la oficina del Presidente en Olivos, la primero reunión tripartita de la semana, todavía faltaban varias tuercas que ajustar antes de anunciar la extensión de la cuarentena.
El alza de casos de los últimos días, los brotes en el interior del país, la tensión política entre el oficialismo y la oposición, el hartazgo social de un aislamiento prolongado y la necesidad del Gobierno de cambiar la agenda sanitaria para enfocarse en los problemas reales de la economía alteraron la víspera del anuncio que, hasta ahora, había funcionado con mejor sincronización entre la Casa Rosada, La Plata y Uspallata. La gestión de la crisis pende siempre de un hilo.
El jueves por la noche, los jefes de Gabinete de Nación, Ciudad y Provincia y los ministros de Salud de las tres administraciones no pudieron terminar de ponerse de acuerdo en cómo extender el confinamiento por un aumento de contagios con el que no contaban en ninguno de los equipos de salud de las jurisdicciones, y dejaron el acuerdo final para el Presidente, el gobernador y el jefe de Gobierno. “Se define todo mañana”, explicaron en la noche del jueves a este medio los funcionarios porteños que dejaban la Casa Rosada minutos antes de las 21. Con cara de pocos amigos.
Fernández, Kicillof y Rodríguez Larreta no se vieron previamente el jueves, a diferencia de las últimas vísperas. Una foto inconveniente, en especial para el jefe de la Ciudad, en medio del tratamiento del controvertido proyecto de ley de reforma judicial, que tuvo media sanción por la hegemonía parlamentaria de Cristina Kirchner.
Lo cierto es que nadie esperaba el aumento de casos. Más bien, todo lo contrario.
Según altas fuentes porteñas, Rodríguez Larreta llevó a la mesa de Olivos la solicitud del permiso para que las empleadas domésticas con domicilio en la capital pudieran empezar a trabajar como carta de negociación para obtener el visto bueno para la construcción y la habilitación de mesas al aire libre para los locales gastronómicos. “Nos llevamos lo que fuimos a buscar”, contestaron desde Uspallata pasado el mediodía, mientras el Presidente se subía al helicóptero que lo llevaría a Santa Fe.
El rechazo de la Casa Rosada y del ministro Nicolás Trotta al protocolo para la apertura de escuelas para los menores con problemas de conectividad durante estos meses corre por un carril paralelo. El jefe de Gobierno volvió a insistir este viernes durante su anuncio en la necesidad de “encontrar un punto de acuerdo”. En la quinta presidencial juran que el jefe de Gobierno sabía de antemano del rechazo al protocolo presentado.
En los papeles, Rodríguez Larreta tenía que hablar después del Presidente. A media mañana, entre los tres gobiernos se había decidido que, esta vez, no habría mensaje compartido en Olivos. Si no una grabación del jefe de Estado, de pocos minutos, centrada no solo en el Área Metropolitana, por la necesidad sanitaria del interior, plagado de nuevos brotes, y porque en el AMBA no había nada para innovar.
Entre el miércoles y jueves, la puesta en escena había sido motivo de conversación entre las segundas líneas del Gobierno porteño y la Casa Rosada. Hablaron, algunos de los funcionarios del entorno presidencial y del jefe de Gobierno, de la posibilidad de innovar. De correrse del montaje de Olivos de los últimos mensajes.
Entre Olivos y la sede de Uspallata hablan mucho más de lo que se cree. La administración de la cuarentena es solo uno de los ejes de negociación entre ambas jurisdicciones.
“Hace un mes y medio, el 93% de los nuevos casos estaban en el AMBA. Ahora, en las provincias ese porcentaje se multiplicó por cinco: hoy representa el 37% del total de casos”, explicó Alberto Fernández en su mensaje de poco más de cinco minutos, cuya edición demoró varias horas. “La demora es el aval presidencial arriba del helicóptero”, justificaron en el entorno del Presidente. A veces, las estrategias políticas y de comunicación oficial se sobreestiman más de lo que se debería. Cuando empezaba a caer el sol, Felipe Miguel, el jefe de Gabinete de la Ciudad, telefoneó sin éxito a Santiago Cafiero para saber los motivos de la demora. Lo mismo Diego Santilli con Julio Vitobello.
Se decidió, entonces, que el primero en hablar fuera el jefe de Gobierno.
Rodríguez Larreta, que mantiene desde hace meses un equilibrio delicado entre el núcleo duro de la oposición y la Casa Rosada, con un vínculo directo y de conveniencia mutua con el Presidente, sabe a la perfección que a Alberto Fernández le molesta cuando habla de la “restricción de las libertades” a causa de la pandemia.
El jefe de Gobierno lo mencionó en dos oportunidades. “En forma gradual y muy cuidada estamos recuperando las libertades que la pandemia está restringiendo en el mundo entero”, machacó primero. “(La pandemia) Restringió libertades”, repitió minutos más tarde.
El último anuncio tripartito en Olivos, cuando subrayó ese concepto, el jefe de Estado anotó en un papel y, sobre el final de la puesta en escena, devolvió la gentileza: “Algunos comentarios finales… nosotros nunca restringimos libertades, solo cuidamos la salud de la gente”.
Desde hace días, entre Olivos y la Casa Rosada están abocados a la preparación de los anuncios económicos de la próxima semana. Fernández esperaba, para esa altura de la cuarentena, empezar a dejar atrás la agenda sanitaria. La decisión de extender la cuarentena por tres semanas, y no por dos, es consecuencia de esa necesidad política de dar vuelta la página. Y de prolongar la toma de decisiones: hace tiempo que el Gobierno quería ampliar lo más posible los anuncios. Incluso se había barajado la posibilidad de separar por un mes los anuncios.
El Presidente, incluso, se guardó en su discurso grabado de poco más de cinco minutos y varias horas de edición el anuncio de la posibilidad la autorización de “los encuentros de hasta 10 personas al aire libre” en todo el país, que se dan de hecho, y desde hace tiempo, en la Ciudad, el Gran Buenos Aires y casi toda la Argentina. (Infobae – Por Federico Mayol)