El pasado sábado, miles de personas se congregaron en la Basílica de Luján en una misa con la consigna “Pan, Paz y Trabajo”, el eslogan que hoy aglutina a un sector para nada despreciable del sindicalismo y el Campo Popular.
Entre los rostros más destacados, se encontraron Pablo Moyano –actualmente en un conflicto judicial que amenaza con su detención- y otros mandatarios del peronismo, como Verónica Magario (La Matanza), Felipe Solá (actualmente alejado del Frente Renovador) y Daniel Arroyo.
La relación entre la Iglesia Católica y referentes de la oposición incomodó al gobierno de Cambiemos y hasta sembró la duda de si el acto tuvo el aval o no del Papa Francisco.
El hecho, es que algunos no pudieron contenerse y salieron a criticar el posicionamiento claro de la Iglesia. Uno de ellos fue el senador nacional Esteban Bullrich (Cambiemos), quien sinceró que le “cayó mal” y que cree que aquel hecho “divide”.
«Me cayó mal. Me parece que hay que ser muy conscientes de los gestos que uno hace. Y este no me pareció un gesto que ayude a buscar lo que la mayoría de los obispos quiere, que es la paz social. Creo que esto divide», disparó Bullrich, que así sembró una pequeña crisis entre la relación del gobierno y la Iglesia.
Con mayor dureza, el ex ministro de Educación sostuvo que “la división y la protección de corruptos no va en ese camino». De todas formas, esta práctica viene siendo apoyada por otros sectores de la Iglesia, como el Arzobispo platense Víctor «Tucho» Fernández, quien hace dos semanas convocó a una misa en la que participaron varios sectores del sindicalismo combativo.
Sin embargo, el senador oficialista no reparó en los motivos centrales de la convocatoria y alguno de los discursos que dieron las autoridades eclesiásticas sobre la dura situación económica y social que se vive en el país.
«La gente no la está pasando bien y quiere que los que robaron estén presos y devuelvan lo que se robaron. En la Argentina se robó mucho, políticos y sindicalistas», dijo.
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