En la intimidad de su despacho en Balcarce 50, el Presidente reveló su estrategia sanitaria para frenar una posible segunda ola de COVID-19, pronosticó el futuro político de su antecesor y analizó las perspectivas del mercado financiero para los próximos días
Alberto Fernández habla por teléfono con Benjamín Netanyahu como si fueran amigos desde la adolescencia. El Presidente y el premier israelí dialogan sobre política exterior y las consecuencias sanitarias y económicas que causa el COVID-19. Hace un mes, Netanyahu adelantó a su colega argentino que había dispuesto cerrar las principales ciudades de Israel y le aconsejó muchísimo cuidado con el rebrote del coronavirus por sus consecuencias vinculadas a la muerte masiva, a los contagios detectados y a sus implicancias psicológicas en la población.
“Eso me ayudó. Mucho. Me sirvió a entender qué venía y a tomar las precauciones del caso”, explicó Alberto Fernández en la intimidad de su despacho presidencial. Sucedió el viernes a la noche, antes de que volara desde el helipuerto de la Casa Rosada hasta el parque de la quinta de Olivos.
-¿Qué piensa hacer para enfrentar a la posible segunda ola de la pandemia?-, le preguntaron al Presidente.
Alberto Fernández completó su primer pocillo de café, y contestó sin dudar: “Vamos a tener la vacuna”.
-¿De dónde vendrá la vacuna?-, insistieron a su lado.
-Tenemos conversaciones con varios países en el mundo. Lo importante es que llegará. Creo que en marzo-, aseguró el Presidente.
Alberto Fernández no quiere dar detalles, pero pareciera que recuperó el diálogo vía chat con Horacio Rodríguez Larreta. Todo se rompió cuando podó de manera unilateral la coparticipación federal porteña, y ahora habría habido un nuevo acercamiento con el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
“No necesito intermediarios. Habló por acá”, dijo el Presidente señalando a su celular que nunca para de iluminarse por los mensajes que recibe vía WhatsApp y Telegram.
–Rodríguez Larreta sigue molesto. Le avisaron un minuto antes del anuncio el recorte de la coparticipación federal…-, le recordaron a Alberto Fernández.
-Horacio sabía. Además, la última vez que estuvimos juntos en Olivos hablamos bien de lo que pasó.
-¿Y cómo quedaron?
-Muy bien. Cada uno sabe qué tiene que hacer.
La actitud respetuosa con Rodríguez Larreta contrasta cuando refiere a Mauricio Macri. Siempre actúa de idéntica manera cuando inicia un comentario sobre su antecesor en Balcarce 50: se pone tenso, muerde los labios y no tiene contemplación política.
“Ya fue. No tiene futuro”, pronosticó al comentar el último tuit de Macri instando al diálogo político.
-¿La convocatoria de diálogo no incluye al ex presidente?-, le plantearon al jefe de Estado.
-Condiciona la agenda, así no se empieza un diálogo. Es el pasado-, replicó Alberto Fernández antes de pedir su segundo café, negro y corto.
Se trata de un reflejo condicionado por la política y el trato personal. Cada vez que se refiere a Martín Guzmán, el Presidente sonríe con afecto y respeto profesional. “Martín”, como lo llama en confianza, es uno de sus ministros más ponderados y pareciera que no está en el index CFK que se titula “Funcionarios que no funcionan”.
Alberto Fernández confía en Guzmán y asegura que la caída de la cotización del dólar Contado con Liqui (CCL) y del dólar Blue responde a una estrategia diseñada en la cartera de Hacienda y el Banco Central liderado por Miguel Pesce. Todavía hay tensión entre Guzmán y Pesce, pero el Presidente bascula los egos y apuesta a un pax sine die en los mercados financieros.
-¿La caída de la cotización del CCL y del blue provocó un veranito?-, preguntaron al jefe de Estado.
Ya era noche profunda, y aún quedaba pendiente una reunión del gabinete económico en las oficinas de Santiago Cafiero. Guzmán y Cecilia Todesca, entre otros funcionarios, esperaban por Cafiero para cerrar una semana que otra vez se pareció a una montaña rusa.
“No es un veranito. Tenemos una estrategia, y se está cumpliendo…”, contestó Alberto Fernández.
-¿No cree que la gente comprará dólares cuando cobre su sueldo de octubre?-, le comentaron al Presidente cuando la charla agonizaba.
-Va a estar bien. Es día a día. Pero va a estar bien: tenemos los recursos para reaccionar para evitar una devaluación forzada. No voy a devaluar, eso sería una catástrofe.
Fue su último comentario. Saludó con un puño cerrado y se quedó charlando con Cafiero, su amigo y jefe de Gabinete.(FUENTE:INFOBAE/ Por Román Lejtman)