Desde la tribuna Alfonsín interrumpía sus discursos ante una emergencia solicitando un médico. Hoy el mundo necesita un médico a la izquierda de cara al porvenir
Tipifican Reagan y Thatcher en los ’80 un nuevo mundo, empieza a agotarse el proyecto común compartido apuntando al debilitamiento o destrucción del estado de bienestar. Su propuesta del derrame significa menos impuestos para los ricos y ajuste en las políticas sociales, de salud y educación. Traduce la derecha su potencia en el mensaje, para ello financian y trabajan sus think tank. Aparecen y proliferan los paraísos o guaridas fiscales, desde tax haven -refugio fiscal- a tax heaven – un cielo para sus impuestos «paraíso fiscal»- y el impuesto a la herencia en las grandes fortunas pasa a denominase «impuesto a la muerte», quién quiere además de morir tener que pagar impuestos.
De acuerdo a Oxfam en un informe de enero de 2020 los 2.153 millonarios que hay en el mundo poseen más riqueza que 4.600 millones de personas. Robert Nozick plantea el tipo de ideas que construyen un ordenamiento del derecho en defensa del privilegio y en detrimento del valor de justicia.
Mientras vivíamos en un mundo de incertidumbres aparece una pandemia que cuestiona nuestra forma de vida. Un virus que pone a prueba la fortaleza de nuestros sistemas democráticos, pero también a un sistema vertical y autoritario como China.
Gobernantes que buscaron respuestas simples pretendiendo preservar la economía y sus territorios hoy tienen miles de muertos y no pudieron evitar millones de desocupados y una caída estrepitosa de su PBI.
Absorta y agazapada para no perder poder, privilegios y riquezas las derechas se quedaron sin respuestas. Urge repensar ideas e instrumentos para actuar en la post pandemia, hay quienes plantean ceder nuestra autoridad a los algoritmos confiando en ellos para que decidan nuestro destino.
Frente a ello, debe definir nuestro futuro la política como la ética de lo colectivo. Detrás de cada modo y articulación de política pública existe una determinada perspectiva teórica.
Requiere la crisis respuestas que no da el pensamiento único de los ’80, debemos pensar el futuro convocando científicos y expertos de muy distintas disciplinas.
Priorizando otras razones morales e intelectuales, diseñando nuevas formas de acumulación política y social para que la correlación de fuerzas favorezca a las grandes mayorías.
Décadas de pregonar un Estado ausente o desertor hoy se reclama un Estado presente. Años de ajuste de la salud pública, – Bernie Sanders y Elizabeth Warren lo hicieron hincapié en sus campañas- , hoy se exigen mayores presupuestos y recursos. Premio Nobel Robert J. Shiller dice: “necesitamos una nueva economía de los cuidados que integre los sistemas nacionales de salud pública y privada”.
Gobiernos denostando la inversión en ciencia y tecnología ahora miran para otro lado. Quienes ridiculizaron los efectos del cambio climático saben que será prioridad en la agenda futura. Se impulsan subsidios a las pequeñas y medianas empresas, mientras las grandes se colocan en la fila. Multiplican todos los países la ayuda social –comedores, vales de comida, etc-. Muestran sus tenazas clientelares países pobres y en EEUU los cheques para los más humildes llevan la firma del presidente Trump.
Quedan atrás los días de reducción de impuestos para favorecer a los más ricos. Ante la angustia de los pequeños y medianos comerciantes se otorgan créditos a tasas preferenciales.
Aquella vieja propuesta de un ingreso ciudadano básico vuelve a ser debatida. Deja de ser una mala palabra la emisión monetaria y los ortodoxos económicos la piden en voz baja y con vergüenza.
Justificado el intervencionismo estatal en la economía el presidente Trump invoca la “ley de producción de Defensa”-promulgada en 1950 guerra de Corea-, ley que permite intervenir en las empresas para que produzcan materiales esenciales para combatir el coronavirus.
Vuelve a considerarse importante el desarrollo industrial en sectores estratégicos. Se habla desde los estados nacionales de independencia agrícola, sanitaria y farmacéutica, industrial y tecnológica.
Italia y Francia discuten modificar sus legislaciones para evitar la desnacionalización de sus principales empresas. Reaparecen los controles de capitales y se limita la remisión al exterior de utilidades de las empresas.
Prestigiosos expertos internacionales plantean el no pago de las deudas para países o fuertes reducciones de capital e intereses.
Países como Portugal limitan a cero las ganancias de los bancos por un tiempo, y otros países discuten impuestos extraordinarios a las grandes fortunas. Reafirma su autoridad el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) ante el pronunciamiento del Tribunal Constitucional de Alemania a cuenta del programa de compra de deuda pública. Se reclama mayor y direccionado intervencionismo del Tesoro de EEUU y del Banco Central Europeo. Piden ayuda o sostenimiento del precio del barril las petroleras. Surge la importancia del desarrollo de las nuevas tecnologías (TIC) y su declaración como un servicio público esencial. Grupos ecologistas reclaman un “Green New Deal”. Se acabó el laisse faire laisse passer, exigencia imperiosa es lo público y lo común.
Militar por una sociedad de iguales es un desafío de los sectores progresistas, fortaleciendo la interrelación entre Estado y la sociedad. La igualdad además de instituciones que la instrumenten, requiere un ethos social que la honre.
Toda una epopeya fue para los argentinos la recuperación democrática. Desde la tribuna Alfonsín interrumpía sus discursos ante una emergencia solicitando un médico. Hoy el mundo necesita un médico a la izquierda de cara al porvenir.
Pedro Calvo – Diputado Nacional (MC) Profesor Principios de DDHH y Derecho Constitucional UBA