La inminente inmunización de la población infantojuvenil en la Argentina
La llegada de las 3,5 millones de Moderna aceleró los planes: en agosto podría comenzar la vacunación en esa franja etaria. Los detalles acerca del proceso, las dosis que podrían utilizarse y las experiencias que reporta el mundo.
Tras la donación por parte de Estados Unidos de 3,5 millones de dosis de Moderna y según el cálculo de analistas de datos, si la FDA (ente regulador en EE.UU.) aprobase su aplicación en personas de 12 a 17 años, esa cantidad alcanzaría para inocular una dosis al 82 por ciento de dicha franja etaria en Argentina. Si Anmat, por su parte, autorizara el uso de emergencia en territorio doméstico, de hecho, se podría comenzar a inmunizarlos el próximo mes. A la fecha, en el mundo solo se aplican las fórmulas de Pfizer y Sinopharm en menores de 18 años, pero el abanico de posibilidades podría abrirse en breve con la autorización de otras tecnologías. A continuación, funcionarios y especialistas en vacunas ofrecen sus perspectivas sobre lo que podría ocurrir con la campaña en el país, precisan las características que deberían tener las dosis en caso de ser aplicadas en poblaciones de niños y adolescentes, al tiempo que rescatan las experiencias que reporta el mundo.
En Argentina, según se estima, viven entre 13 y 15 millones de personas menores de 18 años. Los primeros en recibirlas serían aquellos que presentan alguna comorbilidad o patología de base. El analista de datos Santiago Olszevicki calcula que la cantidad de vacunas Moderna recibidas de Estados Unidos podría inocular con uina dosis a ocho de cada diez adolescentes de 12 a 17 años.
“Estamos conversando para definir cuál será la estrategia que utilizaremos desde Salud para avanzar con la vacunación de niños, niñas y adolescentes”, señala Juan Manuel Castelli, subsecretario de Estrategias Sanitarias del Ministerio de Salud a nivel nacional. Luego continúa con la descripción de las fórmulas vacunales que estarían en condiciones de ser inyectadas: “En China, Sinopharm está aprobada con una autorización de emergencia para personas de 3 a 17 años, por lo cual, sería una de las opciones que incluiría a los menores de 12 años. Este dato no es menor porque Pfizer, por caso, está siendo aplicada en Estados Unidos, en adolescentes de 12 a 17. La mayoría de los laboratorios avanza con los estudios en poblaciones menores de 12 años, pero aún no hay nada concluido. Con lo cual, las vacunas destinadas al segmento que va desde los seis meses a esa edad está por aprobarse en el mundo”.
Como relata Castelli, China inmuniza a los menores de 12 años con Sinopharm, una tecnología que opera con virus inactivado y que, por este motivo, tiene un perfil de seguridad –a priori– más robusto que las sustancias conformadas con base en ARN, como puede ser Pfizer o Moderna. Sin embargo, todo está por probarse y el gobierno avanza en ambos frentes. De manera reciente, Argentina compró 24 millones de dosis de la Sinopharm y ya se avaló el DNU que habilita la adquisición de las dosis de Pfizer. Además de estas opciones no se descarta la alternativa cubana. “Nosotros seguimos de cerca todos los desarrollos. La vacuna pediátrica en Cuba está siendo probada y adaptada para su uso en los más pequeños. No obstante, hasta fines de agosto no tendremos noticias de la isla en este sentido”, sostiene el funcionario de Salud.
A mediados de mes, Cuba inició un estudio para inmunizar a niños y adolescentes frente a la covid con una combinación de dos de sus candidatos vacunales. Del ensayo participan 350 niños de entre 3 y 18 años de La Habana, con autorización de sus padres, quienes recibirán dos dosis de Soberana 2 y una tercera de Soberana Plus, separadas por intervalos de 28 días. De aquí, el diálogo que Alberto Fernández y su equipo de asesores mantiene con las autoridades de la isla para, en el futuro cercano, obtener esta tecnología apta para población pediátrica. En mayo, Moderna hizo lo propio y anunció que su tecnología era segura y eficaz, y que estaba en condiciones de ser aplicada a partir de los 12. Aunque aún no comenzó a ser utilizada para tal grupo, el gobierno se adelanta y firmó un acuerdo para recibir 20 millones de dosis de esta tecnología a partir de 2022.
En este marco, en la medida en que las vacunas estén disponibles y siempre y cuando sean autorizadas por la entidad regulatoria (Anmat) para estas franjas etarias, se podría avanzar, en primera instancia con los adolescentes (12 a 18 años) y luego con la población pediátrica (menores de 12). Y, en este sentido, de los adolescentes, los primeros y las primeras que recibirán sus vacunas serán aquellos que conformen los grupos de riesgo. Se calcula que en Argentina, aproximadamente, hay 300 mil menores de 18 años con comorbilidades. Desde esta perspectiva, Castelli plantea: “Esa cifra la podríamos completar en un solo día y luego avanzar con el resto. No es un tema de cantidad, sino de generar un criterio adecuado para poder avanzar con estas poblaciones. Cuando los contratos estén cerrados, las vacunas disponibles y autorizadas por la autoridad regulatoria, haremos las evaluaciones correspondientes con la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn) y enviaremos las citaciones”.
Uno de los territorios decisivos para la campaña de inmunización es la provincia de Buenos Aires. Desde aquí, Daniel Gollan, el ministro de Salud bonaerense apunta: “En la provincia vamos a arrancar a inmunizar a menores de 18 años cuando la CoNaIn y el ministerio de Salud lo establezcan. Hay, al menos, tres vacunas cursando ensayos clínicos de fase 3 para niños y adolescentes, entre las cuales se halla la de Sinopharm”. Después completa: “Si eventualmente se decidiera comenzar a inmunizar a esta franja etaria podríamos utilizar esas vacunas y sumar las Pfizer, si es que se concreta su arribo. En una situación ideal, si se habilita la posibilidad hacia fines de julio, a principios de agosto los menores de 18 con comorbilidades y luego el resto ya podrían empezar a vacunarse”.
En la provincia de Buenos Aires hay, aproximadamente, 4.800.000 personas menores de 18 años. El orden de la vacunación en territorio provincial dependerá de los parámetros establecidos en los ensayos clínicos de cada fórmula vacunal: mientras la Pfizer y la Moderna pueden ser empleada a partir de los 12 años, la Sinopharm ya se aplica en China desde los tres. “Hay que tener en cuenta que cuanto más bajás en la edad, luego se vuelve necesario adecuar las dosis”. Con “adecuar las dosis”, Gollan refiere a la concentración, a la cantidad de sustancia activa que recibe cada persona y ello, como se podrá advertir, no constituye un detalle menor.
¿Requieren vacunas específicas?
De acuerdo a la experiencia internacional, los adolescentes están recibiendo las mismas vacunas que utilizan en adultos. No obstante, esta situación podría cambiar para la población menor de 12 años. “Pfizer está inoculando en adolescentes las dosis ya establecidas para adultos. Moderna, en sus ensayos, empleó las mismas vacunas también. Lo que se plantea en muchos casos para las poblaciones pediátricas es utilizar una dosis menor para disminuir la reactogenicidad, es decir, las reacciones que se experimentan al inocular la dosis”, advierte Castelli. Al respecto, Gollan explica: “Esto es así, fundamentalmente, por dos razones: por la contextura de los chicos, pero sobre todo por las características que adquiere el sistema inmune. Cuanto más joven, más hiperactivas tienden a ser las defensas, es decir, reaccionan más. Por ello es que son tan fundamentales las pruebas clínicas, para mensurar las cantidades de acuerdo a cada grupo etario”.
Sobre ello propone su punto de vista Florencia Cahn, médica (UBA) y presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología. “A la fecha, Pfizer utiliza la misma dosis para adolescentes y adultos, con lo cual, no cuenta con una dosis pediátrica. Y para Sinopharm, se prevé lo mismo también. Contamos con la referencia de la vacuna antigripal: hay marcas que brindan la misma concentración para niños y adultos, mientras que hay otras que, en su formulación pediátrica, utilizan la mitad. A partir de los tres años de vida suele ser la misma cantidad de sustancia activa para todos por igual”, subraya la experta.
Más allá de la dosis que se emplee, resulta medular comprender por qué sería fundamental la inmunización de los niños y adolescentes. Una de las razones más importantes es que, además de ser posibles portadores del Sars CoV-2, también lo transmiten. Bajo esta premisa, Gollan comparte su postura: “La primera etapa de la vacunación tenía el objetivo de bajar la tasa de mortalidad. Y la realidad indica que en los chicos y adolescentes menores de 18 esa tasa es ínfima con respecto a los adultos. Por ello, el foco estuvo colocado en la población que podía afrontar casos graves y fallecimientos. El segundo paso que buscamos dar es intentar cortar las líneas de contagio; para ello, necesitamos avanzar sobre la mayor cantidad de población posible y restringir así la circulación”.
La inmunización de los menores de 18 años es fundamental si el objetivo de Argentina es alcanzar la inmunidad de rebaño, es decir, inocular entre el 60 por ciento y 70 por ciento de la sociedad. Si bien su tránsito por la covid no suele ser grave, algunos exhiben cuadros complicados y luego experimentan secuelas. Una de las más comunes es la enfermedad de Kawasaki, que se caracteriza por una inflamación de las arterias del organismo que perjudica a los órganos principales, como riñones, corazón, hígado y cerebro. Es multisistémica y multiorgánica y, si bien tiene baja mortalidad (fallecen tres pacientes de cada 100 mil), los chicos deben estar internados y recibir corticoides, con lo cual, se vuelve una situación que los invalida y les impide seguir con su rutina.
Cahn enfatiza en el beneficio individual y colectivo de la campaña de vacunación contra la Covid. “Las estrategias de inmunización se piensan con un beneficio individual que proteja a quien recibe su dosis, así como también un beneficio indirecto de quienes los rodean. De manera que hay un aspecto positivo para los niños, niñas y adolescentes que se inmunizan frente al Sars CoV-2 y, sobre todo, para aquellos que tienen una condición de riesgo que los expone a desarrollar una forma grave de la enfermedad. Me refiero a diabéticos, obesos, personas con enfermedades pulmonares y cardíacas crónicas”. Y remata: “Al mismo tiempo, si se tiene al 70 por ciento de la población vacunada es posible disminuir la circulación viral y proteger a aquellos que, o bien no están vacunados, o bien, sí lo están pero tal vez no respondieron de forma adecuada a la vacuna”. De esta manera, no solo descenderán las hospitalizaciones y la mortalidad, como ya se está advirtiendo, sino también el número de casos por el descenso del ritmo de la propagación viral.
Lo que hace el mundo
En el mundo, solo 10 países vacunan a adolescentes y 15 tienen autorizada la vacunación para esas edades. Los rumbos adquiridos son distintos en las diversas naciones y Argentina, mientras avanza en la inmunización con la primera dosis de toda su población y completa los esquemas de aquellas personas que ya recibieron la primera, evalúa cuál será el camino más adecuado. “Francia inmuniza a adolescentes con la autorización de los padres. Alemania solo vacuna a los adolescentes con comorbilidades. En Estados Unidos inmunizan a partir de los 12 sin distinción. Aquí se ve claramente cómo interfiere la política porque la vacuna que aplican es Pfizer (compañía estadounidense)/BioNTech (compañía alemana), y cada quien realiza una aplicación según sus criterios”, ejemplifica Castelli.
Alemania escogió esta vía porque, mientras tanto, reúne más información acerca del perfil de seguridad que puede ocasionar esta opción vacunal en los menores de 18 años. Lo cierto es que ninguna vacuna está exenta de causar efectos adversos, y aquellas basadas en tecnología con ARN (como es el caso de Pfizer) han reportado muy pocos casos de miocarditis y pericarditis leves en adolescentes. “En adolescentes y pequeños se debe evaluar más que en cualquier otra población el riesgo y el beneficio. Las vacunas seguras deben ser muy seguras ya que de contraer covid, sabemos que los más pequeños desarrollan cuadros muy leves. Hasta ahora, de acuerdo a la inmunización de adolescentes en otras naciones, los beneficios son mucho más significativos que los riesgos. Desde el Ministerio de Salud somos muy cautos y todas las decisiones que tomamos son en función de la evidencia científica disponible”, relata Castelli. En España, el cálculo que hacen es que se reportan unos 43 casos de miocarditis leves por cada millón de vacunados.
Esta pandemia ha puesto en superficie que las decisiones estatales se toman desde una perspectiva de salud pública, es decir, desde una óptica colectiva y no individual. “La ecuación es sencilla: donde hay vacunas, disminuye la cantidad de contagios registrados en todos los grupos poblacionales. Con la variante Delta, las vacunas pierden un poquito de efectividad en prevenir las infecciones, pero siguen siendo muy buenas para evitar casos graves y fallecimientos”, comenta Gollan. Y continúa con su razonamiento: “En Gran Bretaña se observa con muchísima claridad que cuando se produjo la segunda ola en diciembre, a partir de la variante británica, tenían un promedio de 27 mil casos diarios y 460 muertes. Hoy tienen más o menos la misma cantidad de contagios, pero menos de 50 muertes”.
El problema que afrontan muchos países desarrollados y que, en menor grado, también afrontará Argentina será convencer a aquellas familias que, por falta de información, miedos y otras razones/emociones, deciden de antemano que no inmunizarán a los menores cuando les llegue el turno. Para ello, Cahn comparte su perspectiva. “El mensaje que puedo dar es muy similar al que solemos dar con otras vacunas. Frente a una persona que no quiere inmunizarse o no quiere vacunar a sus hijos, hay que tener empatía y escucha. El mundo no se divide en provacunas y antivacunas; por el contrario, es mucho más complejo”. Y por último reconoce: “Hay mucha gente que tiene dudas genuinas y lo que hay que hacer es tratar de escuchar, despejar sus confusiones y explicar que son seguras y eficaces. Necesitamos desarrollar más empatía y ello comienza por culpabilizar menos”.
FUENTE: PAGINA 12 /Por Pablo Esteban