ras semanas de descanso, que incluyeron un viaje en pareja por París y por las playas de Pinamar, María Eugenia Vidal se metió de lleno en la actividad política y en territorio bonaerense. Ayer, como estaba previsto, convocó a sus legisladores a una convulsionada San Nicolás, y les pidió que sean una “oposición constructiva”.
El contexto no fue el mejor. Los domicilios del intendente local, Manuel Passaglia, de Juntos por el Cambio, y de su padre, Imael, exfuncionario de Vidal, estaban siendo allanados por la Justicia Federal, junto a varias otras propiedades de Ramallo, San Pedro y la Capital Federal, en una causa que los tiene en la mira por presunto enriquecimiento ilícito.
Ajena a esa circunstancia, Vidal convocó a una nutrida tropa de legisladores junto a su ex ministro de Economía, Hernán Lacunza, quien brindó un “informe detallado de la situación de la Provincia y de la Nación”, según informaron voceros del encuentro.
El jefe del bloque en el Senado, Roberto Costa, contó en las redes sociales que en San Nicolás se diagramó “la agenda legislativa” para este año y abogó por que “el nuevo ciclo nos encuentre a la altura de lo que la Provincia necesita de una coalición opositora como la nuestra”.
Por su parte, Maximiliano Abad, el jefe del bloque de Diputados, dijo que la cumbre permite “reforzar vínculos y generar una confianza sólida que no nos desvíe de los objetivos comunes, comprendiendo el valor estratégico de la unidad de Juntos por el Cambio”.
Vidal también brindó declaraciones. Dijo que hay que darle “tiempo” al gobierno de Kicillof y que su espacio no está “para ser obstruccionismo”. Por eso, adelantó, analizará las propuestas del Gobierno “caso por caso”. “Nosotros no descalificamos a las personas. Opinamos o criticamos pero con altura, respeto y propuestas”, concluyó.
Son señales positivas para Axel Kicillof, que ya dio muestras de que prefiere una interlocución