Tito Ursino, Hombre de dos reinos

Publicado en El Heraldo, Diciembre de 2015
De soldado de Manuel I a Ministro de la Corte de Julio I

En el hogar de Eugenio Ursino y María Josefa Cerimele, ambos con raíces italianas nacía u niño que lo llamarían Silvio Alberto, sin pensar que para todos con el correr del tiempo sería “Tito”.
Su niñez se desarrolló en la casa de Cámer y Lamadrid muy cerca de la de sus abuelos maternos, ya la pelota de fútbol rondaba por su cabeza, desde muy joven se le despertó la disciplina del trabajo, ingresó a la imprenta Guerra y aprendió el oficio, ganaba $5. Al año pasó al Diario “El Imparcial” de Catalino y Perojo, para luego pasar a la imprenta Tieri de la calle Yrigoyen y Soler. Pasaba el tiempo y Tito en su afán de progresar ingresa como cadete en la Gran Tienda Casa Boo, ubicada en Libres del Sur y Soler, ya a los 16 años se constituye como mensajero del correo de Chascomús pasando por todos los lugares y con 41 años de servicio se jubila.
Su vida transitaba entre el trabajo, el deporte y los amigos del Café del Bar National donde se reunían todos aquellos que defendían los colores del Club Atlético Chascomús y que utilizaban el bar como sede.
Por ese entonces los parroquianos se dividían en dos sectores, en uno los mayores que jugaban a los naipes mientras disfrutaban de importantes copetines durante largas horas, y en otro sector los menores en cuyo núcleo estaba Tito Ursino que ya festejaba los títulos de Campeones en el fútbol de 4º división del club de sus amores, año 1947-1948.
En estos días el ingenio sensacional de Angel Canatelli hace que se constituya bajo las paredes del viejo Bar National lo que denominarían “El Reino de la Amistad” con su Rey Manuel I Rey de Copas, pero este rey necesitaba una custodia de soldados, recayendo las designaciones de tan alta responsabilidad en los parroquianos Anibal Fourquet como Jefe y Capitán, Arnaldo Catalano, Carlos Arrinda, Miro Onnainty, Héctor Valdez, Carlos Mendiburu, Norterto Etchegoyen, Delfor de Castro, Martín Etchegoyen, el inglés Barlochi y Silvio Tito Ursino.
Y llegó el día del Primer desfile Octubre de 1947, Tito y sus camaradas constituidos en la Panadería de Vallina (hoy Selecta) inauguraban orgullosos los uniformes y sus armas, encolumnados en cinco de cada lado, encabezados por la banda que dirigía el maestro “Manga corta”, llegando hasta las puertas del antiguo Bar National donde reciben al Rey Manuel I que sale ovacionado por la concurrencia, en su litera escoltado por su custodia y los miembros de su corte, comenzando el desfile hasta el “Reloj de los Italianos”, circunvalan el mismo y regresan entre los gritos de la concurrencia que dicen “Viva el Rey” y cuyos soldados tienen que proceder en forma enérgica ante el público que quería tocar al Rey y que en alguna oportunidad hicieron caer la corona de su cabeza al piso rodando varios metros, pero gracias a la aptitud como deportista de Tito Ursino corrió y pudo recuperarla volviendo a colocar la misma en la cabeza de Manuel I, ya ingresando al Salón Central del Café, bajo los sones de la banda de música que ejecutan piezas musicales de la tierra natal del Rey Manuel de su comarca de Santiago de Compostela, que al escucharlas se emociones tanto que caen lágrimas sobre su rostro que empañan los cristales de sus grandes anteojos, mientras el soldado Tito Ursino por orden de su Jefe Capitán “Cosito” Fourquet, seca esas lágrimas que rodaban por su rostro con un antiguo pañuelo, el cual aún permanece húmedo en las vitrinas reales del Reino. Seguidamente y con paso tembloroso por la emoción sube al imponente escenario para presenciar los actos en su honor, que comienzan con el baile de una tarantela que bailan el matrimonio Aparicio y luego un tenor llegado desde España llamado Esposito hace vibrar las viejas vitrinas reales y se hacen trizas viejas copas copetineras entre ellas la famosa copa con el borde de flores labradas donde el mozo Vanzato llenaba del codiciado elixir Cinzano, hasta que Manuel, ante el pedido del parroquiano que llegara con el líquido hasta “Las Flores” gritaba detrás del mostrador HOSTE SE ME BAJA EN RANCHOS. Terminada la velada el pelotón de soldados encabezados por calle Soler tomando por calle Alvear hacia el Galón de Cabrera donde se realiza el tradicional banquete.
Según cuenta Tito Ursino testigo de éstas fiestas de los años 1947 – 1948 – 1949 que ya en los años 1950 estas hermosas fiestas se trasladaron al Castillo de la Amistad en cuyo lugar como soldado del Rey, le tocó hacer guardia en Las Torres, y que al escuchar los cañonazos que anunciaban la llegada del Rey y su corte ofrecían sus armas para su custodia. El comienzo de los actos eran las corridas en la Plaza de Toros, con capacidad para 2500 personas, paseos en lancha con salida desde el muelle frente al Castillo, al anochecer las grandes veladas de gala en el Salón Central del Castillo con vista a la laguna, donde participaban las damas y caballeros de aquí y de pueblos vecinos que danzaban a los sones de la orquesta del maestro Alejandro Del Bono, entre ellos se confundían los integrantes del Reino, Tito Ursino orgulloso de su uniforme de Soldado, invitó a bailar una de las bellas damas y esa música y los pasos de baile sirvieron para el nacimiento del amor, convirtiéndose en novios y luego unidos por el matrimonio Lita y Tito formaron su hogar lleno de felicidad. Este ejemplo se repitió en muchos otros que juntaron sus vidas teniendo como testigo las luces del Castillo de la Amistad. La llegada de estas fiestas no era fácil, algunos lo hacían en lujosos automóviles de la época y otros como Tito Ursino en el viejo camión de “Violeta Guerrero”.
Silvio Tito Ursino querido y respetado por todos, que tiene el privilegio de participar en el inicio de los Dos Reinos. A los 17 años Soldado de Manuel I. Alos 75 Ministro de la Corte de Julio I. El “Reino de la Amistad” te brinda el agradecimiento porque hiciste de la Amistad un estilo de vida.
Salud Conde de Soler de la Orden de la Estampilla y Director del Correo Real.
Firmado: Don Miguel Angel Cerimele y Cristaldi, Ministro de la Orden de la Desinformación.
Chascomús, Diciembre 2015