Una negociación clave para los próximos tres años. El significado político del round por el endeudamiento. Y lo que pasará con la cuarentena

Panorama bonaerense: Kicillof hace su intento

Mientras se resigna a cerrar un acuerdo un poco más oneroso que el nacional por la deuda, el gobernador Axel Kicillof abrió con la Casa Rosada una negociación de fondo, estratégica de aquí al final de su mandato. Se trata de un esquema financiero que le evite tener que pactar, mes a mes, la asistencia del tesoro nacional que hasta ahora le permitió manejar el rojo al que están condenadas las cuentas bonaerenses producto de una coparticipación insuficiente.

No es un tema menor: está en juego el grado de libertad política que tendrá asegurada Kicillof. La cuestión es un clásico de la política provincial desde que la cesión de recursos (puntos de coparticipación) bonaerenses a la Nación que pactaron Raúl Alfonsín y Alejandro Armendáriz en el tramo final de los años 80 dejó a la provincia en estado de necesidad permanente. Eso condenó a los gobernadores a pedir ayuda, con la consecuente pérdida de autonomía.

Un repaso elemental deja en claro ese mecanismo que va de la plata a la política. Eduardo Duhalde despegó de Carlos Menem solo cuando consiguió el Fondo del Conurbano. Daniel Scioli no lo tuvo y por decir que pensaba en una candidatura terminó pagando un aguinaldo en cuotas. María Eugenia Vidal nunca terminó de cerrar el acuerdo por el que rogó un año y medio a Mauricio Macri, por lo que sus planes electorales alternativos –incluido un acuerdo con Sergio Massa- quedaron en eso: ideas que tal vez hubiesen cambiado todo.

A diferencia de sus antecesores, Kicillof se sienta a esta mesa de negociación con el respaldo de la jefa política de su espacio, Cristina Fernández. Y con un pre acuerdo cerrado con el presidente Alberto Fernández, que consiste en lo siguiente: mientras no se establezca un mecanismo permanente para blanquear la ayuda sin desordenar la relación financiera con el resto de las provincias, tendrá los fondos, aunque por vías no automáticas.

Hasta ahora el Presidente cumplió: remitió $135 mil millones. Pero el lunes comenzó el análisis de un “mecanismo presupuestario” que le dé estabilidad a ese entendimiento. Es decir, que preserve a Kicillof.  Los interlocutores directos del gobernador fueron Wado De Pedro, Santiago Cafiero y Matías Kulfas.. El punto crítico, que está irresuelto, son los subsidios energéticos y al transporte que Macri obligó a asumir a Vidal en 2018.  

Mientras, Kicillof ajusta la nueva propuesta de canje que hará a los acreedores de la Provincia. Trabaja para ser el primer gobernador en  evitar el default. Por recomendación de los propios bonistas, hasta ahora solo había hecho una oferta, aunque prorrogó cinco veces la negociación. En su entorno dicen que está resignado a que Pablo López deba pagar algo más que lo que pagó Martín Guzmán. Y que solo conversa los detalles con les Fernández.

¿Una cuña?

Mucho más visible que esas conversaciones, el jueves se cocinó otra novedad económica importante: el acuerdo por el endeudamiento. Pese a los gritos de sus ministros, Kicillof lo necesitaba menos que los intendentes de Cambiemos. Lo demuestra un hecho: el elemento  clave de persuasión fue el recorte en el goteo diario de coparticipación que habían comenzado a sufrir las comunas producto de la devolución de la ayuda financiera extraordinaria que recibieron de Provincia.

Ahora Kicillof podrá tomar deuda y los intendentes podrán discutir el pago de acreencias pendientes desde la era Vidal, además de volverá a recibir ayuda. Ayuda que probablemente nunca devuelvan, ya que se acordó pagarla a partir de enero, es decir luego de la negociación del nuevo presupuesto. Pero tal vez el significado profundo de ese entendimiento haya que buscarlo, más allá de los números, en la trama política que lo hizo posible.

Contra lo que ocurrió en febrero, esta vez los alcaldes se convirtieron en los interlocutores casi excluyentes: a la reunión en la que se selló el acuerdo fueron tres –Fernández, Garro y Valenzuela- e hicieron valer la voluntad generar de cerrar “sin dilaciones” contra la rama política de Juntos por el Cambio, los legisladores, que parecía prepararse para un evolución más morosa de las conversaciones. La incógnita con qué sector jugó Vidal.

La semana que inicia cerrará con la develación de un misterio periódico ¿qué pasará con la cuarentena? Pese al aumento de casos, Kicillof no impulsa un endurecimiento. Sabe que a esta altura es imposible de hacer cumplir. Lo más probable es que se deje todo como está. En su entorno hacen una advertencia: “solo es posible endurecer con una medida de alcance nacional, más allá del AMBA”.

En el medio, el affaire Gollan, que aterrorizó a los intendentes  de la Costa con su advertencia sobre una suspensión de la temporada de verano, irá quedando en el pasado. Es que el gobierno no apuesta a eso, sino a que se pueda veranear, aunque con protocolos. Es lo que venía trabajando Augusto Costa con los intendentes. El ministro de la Producción no desmentirá en público a su par de salud. Aunque dicen que ganas no le faltaron. (DIB – Por Andrés Lavaselli)