El pasado miércoles 13 de junio por la tarde, previo a la aprobación en la Cámara de Diputados del proyecto de Ley de aborto legal que ahora deberá tratarse en el Senado, los obispos de la Región Platense rezaron por la vida en una eucaristía en la catedral de Mar del Plata.
La misa fue presidida por monseñor Gabriel Mestre, obispo de Mar del Plata y la homilía estuvo a cargo de monseñor Antonio Marino, obispo emérito de esta diócesis.
Estuvieron presentes además los obispos monseñor Alberto Bochatey OSA , administrador apostólico de la arquidiócesis de La Plata; monseñor Nicolás Baisi, obispo auxiliar de La Plata; monseñor Agustín Radrizzani SDB, arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Eduardo Schenig, obispo auxiliar de Mercedes-Luján, monseñor Ariel Torrado Mosconi, obispo de Nueve de Julio; monseñor Raúl Martin, obispo de Santa Rosa; monseñor Carlos Malfa, obispo de Chascomús, y monseñor Carlos Aspiroz Costa OP, arzobispo de Bahía Blanca.
«Hoy toda verdad es relativa y los deseos subjetivos, aún desordenados, se convierten en los nuevos derechos humanos», manifestó monseñor Marino y señaló: «Nuestras convicciones de fe vienen a reforzar evidencias que pueden alcanzarse desde la ciencia y la razón natural”. Recordó a los agnósticos que reconocen que el embrión no es ni un “intruso culpable, ni parte prescindible del cuerpo de la mujer”.
Destacó el trabajo que, desde hace meses, laicos y profesionales valiosos, junto con obispos y sacerdotes, han realizado para “mostrar las inconsistencias del slogan que clama por el aborto seguro, legal y gratuito”. “¿Cómo puede ser legal una acción donde se niega el primero y más fundamental de los derechos humanos, que es el derecho a la vida? Resulta paradójico llamar gratuito al aborto, cuando hay alguien que paga con su vida», reflexionó.
Exhortó a la comunidad a “orar y actuar para que la mentalidad del mundo no nos lleve a considerar normal y natural la eliminación de una vida”. Y recordó las palabras del beato papa Pablo VI, para no desanimarse ante el desafío que hay por delante: “Dichoso nuestro tiempo atormentado y paradójico, que casi nos obliga a la santidad».
Finalmente, pidió a los fieles: «El anuncio misionero de la Iglesia no puede ser sólo palabra, sino testimonio. No sólo nombramos errores sino que adquirimos compromisos de solución, desarrollando una amplia creatividad al servicio de la mujer en riesgo de abortar y brindando cercanía y ayuda concreta. San Juan Pablo II nos hablaba de la santidad como de una ‘urgencia pastoral’, y más recientemente el papa Francisco nos ha invitado a ponernos en búsqueda de nuestro camino personal de vida santa, como medio eficaz de anuncio del Evangelio». (Fuente AICA)
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