Habló la nieta recuperada N° 126: «Con 40 años tengo una abuela y es hermosa»

Sus padres biológicos, Edgardo Garnier y Violeta Ortolani, la hubiesen llamado «Vanesa». Se presentó ayer en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo.

«Estoy feliz. Estoy plena. No solamente es una ficha, se armó todo el rompecabezas, con una familia más grande y hermosa. Se me completó la vida». Así se presentó ayer en sociedad Adriana, la nieta recuperada número 126, durante una conferencia de prensa en la sede de Abuelas de Plaza de Mayo.
Adriana o «Vanesa», como hubiese sido llamada por sus padres biológicos, es hija de Edgardo Garnier y de Violeta Ortolani, militantes de Montoneros desaparecidos en el marco de la última dictadura militar.
«Tengo una familia hermosa. Tengo una abuela, no lo puedo creer, con 40 años tengo una abuela y ayer pude hablar con ella. ¡Ya la quiero! Es una genia, ya la quiero. Se nota que es hermosa por fuera y por dentro», señaló la joven en la rueda de prensa, entre lágrimas de emoción. «Esta vez, no pudieron. El amor es más fuerte que el odio. Siempre», agregó.
La abuela de la nieta recuperada, Blanca Díaz de Garnier, es una de las primeras integrantes de la asociación que preside Estela de Carlotto. La chica sabía que era adoptada y se presentó de forma espontánea para realizarse los estudios de ADN para cotejar la muestra con el Banco Nacional de Datos Genéticos.
Hasta cuando le confesaron la adopción, la nieta recuperada no tenía dudas sobre su identidad. Su partida de nacimiento había sido elaborada por Juana Franicevich, quien ya había fraguado los certificados de otros tres nietos restituidos recientemente.
En un primer momento, tras concurrir a Abuelas, los análisis dieron negativo tras cuatro meses de espera de resultados. «Seguí mi vida, tenía que aprender a vivir sin ese pedacito del rompecabezas que faltaba. No me quedaba otra», contó «Vanesa».
Pero tiempo después, pese a haber detectado esa incompatibilidad primera, ayer se comunicaron con ella desde la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) para citarla a una reunión, donde le confirmarían su verdadera identidad. «Me puse muy ansiosa», dijo entre risas.
Tras conocer la verdad en el Banco Nacional de Datos Genéticos, Adriana recibió «la noticia con enorme felicidad e inmediatamente concurrió a Abuelas para encontrarse con su familia y compañeros de militancia de sus padres, con quienes ya pudo intercambiar algunas anécdotas y abrazos», contó Estela de Carlotto.
«Este caso vuelve a demostrar la importancia de que quienes tienen algún dato sobre un posible hijo de desaparecidos hablen con él o con ella y nos acerquen esa información; lejos de causarles un daño, les ayudarán vivir en la libertad que solo ofrece la verdad», auguró Estela.
«Vamos quedando pocas Abuelas. Hace pocos días, tuvimos la tristeza de despedir a dos grandes compañeras, Raquel y Marta, que no pudieron concretar el ansiado encuentro», dijo la presidenta de Abuelas. «Volvemos a hacer un llamado a la sociedad a que nos ayuden en esta búsqueda que ya lleva 40 años», continuó, al tiempo que cerró con un grito de «¡Bienvenida, nieta 126!».

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